La corrupción, una práctica habitual según los empleados
El 65% de los trabajadores españoles considera que es común lograr contratos a través de sobornos La mayoría teme sufrir una congelación o recorte salarial en los próximos meses
Los sobornos son una práctica habitual para hacer negocios en España. Al menos, así lo cree la mayoría de asalariados. El 65% de los empleados españoles considera que la corrupción es habitual en el mundo empresarial, según el informe sobre el fraude y la corrupción elaborado por Ernst & Young. El estudio recaba las opiniones de 3.459 empleados de grandes compañías de 36 países de Europa, Oriente Medio, India y África. España ocupa la decimoctava posición entre los países con una mayor percepción de la corrupción. Grecia, Portugal o Polonia aparecen como más corruptos. En cambio, Italia, Bélgica, Reino Unido o Alemania presentan un menor grado de sobornos, siempre según la percepción de los asalariados.
En este ranking, Eslovenia, Kenya y Croacia registran las mayores tasas de corrupción. Y, en el lado opuesto, figuran Suiza, Emiratos Árabes Unidos y Finlandia. En cualquier caso, mientras que el 65% de los empleados españoles asegura que las prácticas corruptas son habituales en los negocios, solo el 29% mantiene esa misma opinión cuando se le pregunta acerca de si ello sucede en su sector de actividad.
“El hecho de que exista una gran diferencia entre aquellos que creen que la corrupción se da a nivel general en su país pero no en su sector, es un síntoma de que no todas las empresas reconocen el riesgo que están asumiendo, lo cual debería servir para reflexionar”, indica Ricardo Noreña, socio responsable de Forensic de Ernst & Young.
Por otra parte, tres de cada diez encuestados españoles señalan que considera normal dar regalos personales para conseguir un contrato. Y otro 22% reconoce que ofrecería productos relacionados con el ocio y el entretenimiento para conseguir el mismo fin. La línea que separa la cortesía del soborno es delgada y difusa. De hecho, los pagos en metálico tienen menos aceptación entre los españoles que participaron en el estudio de Ernst & Young.
Otro dato llamativo es que el 61% de los empleados españoles asegura que su compañía hace públicos unos resultados empresariales mejores de lo que son en realidad. Hay que tener en cuenta que los encuestados trabajan en grandes empresas –algunas de ellas cotizan en Bolsa– y, por lo tanto, la presentación de buenos resultados resulta fundamental para evitar la depreciación de las acciones.
A pequeña escala, solo un 7% de los encuestados señala que contabilizan ingresos antes de tiempo para conseguir los objetivos marcados o que fuerzan a los clientes a que adquieran, aunque sea innecesario, más stock de productos para alcanzar las cifras de ventas.
En cualquier caso, casi la mitad de las grandes empresas cuenta con un código de conducta y política anticorrupción, aunque la mayoría considera que la alta dirección no ha comunicado de forma precisa ese compromiso al conjunto de la plantilla. “Nuestra experiencia muestra que aquellos líderes que gestionan con éxito el riesgo de fraude, soborno y corrupción, son capaces de formular las preguntas difíciles y exigir respuestas, especialmente cuando reciben los informes financieros”, señala Noreña.
Más allá de las prácticas fraudulentas, el informe de Ernst & Young refleja el pesimismo generalizado que se ha instalado en la economía española. La mayoría de los asalariados teme que su empresa llevará a cabo en los próximos meses una congelación de salarios o, incluso, un recorte de las retribuciones.