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Rajoy se queda corto en el ajuste

El presidente del Gobierno ha recibido cera de lo lindo estos días por mantener, supuestamente, la estrategia de ajuste de gastos y subidas de impuestos. Yo no estoy de acuerdo: Rajoy ha renunciado a los recortes y ha mantenido tensada la cuerda de los impuestos. Pero la austeridad y el rigor a ultranza se han acabado. Pero a mi juicio se ha quedado corto, se ha quedado en terreno de nadie: la política económica no ha puesto al Estado y al gasto público en general en su sitio, en su dimensión, como para crecer virtuosamente. Ya sé que tiene coste recortar más, pero tiene más réditos después.

La decisión de Rajoy no ha sido voluntaria, desde luego. Pero se ha dejado llevar por la oleada de la Unión Europea de enfriar la tentación de la austeridad ante el riesgo de que políticamente el proyecto del euro y la construcción europea se vaya de la manos. Yo soy de los que cree que la frase de Durao Barroso acerca del peligro de mantener la austeridad, porque "aunque nosotros creamos en su virtud, los ciudadanos no, y no se puede mantener a toda consta" es más importante que la que Draghi dedicó al futuro en euro en verano de 2012 y se ha calado en los mercados de que habrá euro para siempre.

Ahora habrá Europa con políticas más laxas en el control del déficit, aunque está por ver que determinados países hayan hecho lo que tenían que hacer para tener la credibilidad mínima entre los financiadores. España ha hecho su parte, pero no creo que la haya hecho toda. Y desde luego Italia no lo ha hecho, y Francia, qué decir: no ha hecho absolutamente nada, y es la auténtica bomba de relojería fiscal del proyecto euro.

Europa ha permitido a Rajoy, y el presidente lo ha abrazado gustoso, relajar el control de las cuentas públicas, de tal guisa que este año solo tendrá que reducir el desequilibrio fiscal de todas las administraciones públicas siete décimas, y ocho adicionales en 2014. Pan comido, salvo que la economía se deteriore mucho más de lo mucho que ya prevé el propio Gobierno. Con las subidas de impuestos de 2012, las de septiembre, tiene garantizado este año la reducción del déficit, y en 2014 bastará con que un crecimiento magro del 0,6% del PIB genere el avance suficiente de las bases imponibles para proporcionar las cuentas que ha diseñado Montoro.

Pero servidor niega que el Gobierno haya hecho todo lo que tenía que hacer para que el tamaño del Estado y sus hijos bastardos (las comunidades) tengan el tamaño correcto para no entorpecer la actividad económica. El ajuste estructural en las comunidades se frenará en seco, por la peregrina convicción de sus dirigentes de que ya han hecho mucho, cuando deberían duplicar el esfuerzo para poner la dimensión de su gasto público en lago financiable y en algo util a sus representados.

Con el nivel de gasto público de ahora, porque poco más se va a reducir, la presión del gasto sobre los contribuyentes seguirá siendo alta, como demuestra que sin nuevos recortes el Gobierno se ve obligado a mantener la subida del IRPF en 2014, así como la del IBI para la mitad de la población. Y ahora bien vendría, o al menos en 2014, tras un 2013 de rigor, una flexibilización de la presión fiscal, posible por la reducción de gasto practicada, para estimular la economía y para enviar la señal de que los ajustes han terminado porque empiezan a dar verdaderos frutos y de forma sostenida.

Así, nos parecerá que tenemos la economía en estado de revista para el crecimiento, cuando no lo está. Si sigue habiendo exceso de funcionariois, bien estaría reducirlos, como reducir sus remuneraciones, haciendo estructural la pérdida de una extraordinaria, tal como ya ocurrió en 2012. Ya se ha hecho el esfuerzo en reducir y acoplar servicios, reduzcamos ahora funcionarios y elevemos su productividad.

Rajoy ha entrado en la trampa de la Unión Europea. La presión de la gente para que deje de ajustar es lógica; pero si él insiste en que tiene la razón, y pide paciencia, y que el desempleo solo se soluciona solucionando primero la financiación de la economía, y esta solo es posible llevando el déficit público cerca de cero, por qué no practica tal política. Es preferible otro año de rigor, que tres de medio pelo; porque uno más de rigor deja la economía niquelada, y tres de medio pelo, no la dejan, ... ni medio niquelada.

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