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Renovación en la cúpula del Santander
Tribuna
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El otro capital bancario

Santiago Carbó Valverde

La salida de Alfredo Sáenz de Banco Santander cierra un capítulo importante en la historia de esta institución y abre otro en el que el objetivo no es otro que mantener su pujanza. Como señalaba ayer la nota enviada a la CNMV, en el periodo en el que Sáenz fue consejero delegado, el Santander casi ha cuadruplicado su tamaño, pasando de unos activos de 358.138 millones de euros en 2001 a 1,25 billones de euros en 2012 y de unos fondos gestionados de 453.384 millones de euros en 2001 a 1,39 billones de euros en 2012. No resultan números despreciables. Claro, no todo son números y en estos días se había recrudecido la polémica sobre la situación legal en que se encontraba el ya exconsejero delegado, polémica que resulta algo más compleja de lo que pueda parecer y que siempre corresponde dirimir, como de hecho se ha ido produciendo, a la Justicia. Como economista no pierdo de vista esas circunstancias pero, en perspectiva, creo que es importante considerar todos los acontecimientos e implicaciones que han rodeado el destacado crecimiento del Santander en estos últimos doce años.

La superación de la crisis tuvo un referente en los gestores de las entidades financieras

Las entidades financieras españolas han sido tradicionalmente reconocidas por su pujanza y reputación, y es obvio que la crisis ha abierto un importante desafío a las mismas para mantenerla, en un contexto macroeconómico nada sencillo. En este entorno, es preciso además darse cuenta de que los bancos y cajas españoles han aumentado su tamaño medio de forma muy considerable y que, por lo tanto, si antes las grandes entidades eran importantes, ahora lo son más. Y así, entidades como Santander, BBVA o Caixabank han ofrecido ejemplos de cómo crecer a escala internacional y se han configurado como referentes de un sistema bancario español que, hasta hace poco había sido la perfecta combinación de grandes entidades y de otras más regionales y especializadas, y ahora debe luchar por mantener los valores y servicios que ofrecían ambas desde una nueva perspectiva.

La historia del Santander, como la de otros bancos españoles en estas últimas décadas, está plagada de acontecimientos y acciones estratégicas que permitieron su expansión y que no siempre fueron fáciles, como la propia adquisición de Banesto, o los movimientos de compra y absorción internacionales. Por eso, desde la exigencia a las entidades financieras que ha impuesto la crisis, es preciso considerar que todos los grupos ahora configurados puedan superar retos como los que ya se dejaron atrás en el pasado, porque hay un conocimiento y saber hacer acumulado mucho más allá de los errores en los que incurrió. En este contexto, no es fácil defender la labor de los banqueros en un momento en el que la popularidad del conjunto del sistema está en cuestión, pero debemos tener muy presente que en el pasado la superación de la crisis bancaria tuvo en los gestores de las entidades financieras un referente. Y estoy seguro de que en esas estamos ahora también. Contamos con importantes referentes que, insisto, al margen de las responsabilidades, necesitamos para superar con éxito esta situación. Hablar del Santander, que ahora inicia, en parte, una nueva etapa, es hablar de un modelo de éxito internacional en las últimas décadas al que ahora se le quiere dar continuidad y, en este sentido, es importante que se haya hecho de forma anticipativa y con buenas dosis de tranquilidad. Las salidas y entradas de reputados gestores bancarios durante la crisis han sido una constante en países como Estados Unidos y Reino Unido, donde se ha demostrado que esos cambios son mucho mejores para todo el sistema si se hacen desde la tranquilidad. Además de la solvencia, hay otro capital muy importante para el sistema financiero. Se trata de los recursos de carácter intelectual y de gestión del sector bancario, que es una de las referencias fundamentales para inversores internacionales y sobre el que no puede obviarse que en España ese capital es muy relevante. Y deberán jugar un papel fundamental en la pronta normalización crediticia del país, algo complicado pero posible.

Santiago Carbó Valverde es catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School (Reino Unido).

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