La transversalidad de la inversión socialmente responsable
La inversión socialmente responsable permite a los inversores incorporar sus creencias, valores y preocupaciones a su estrategia de inversión. Pero esto no es algo nuevo. Podríamos situar los orígenes de este tipo de inversión en la Edad Media, cuando los padres franciscanos concedían créditos a los paisanos para plantar semillas en sus cosechas, quizás una de las primeras actividades de micro finanzas de la que se tenga constancia escrita.
En la actualidad la inversión socialmente responsable incluye temas muy diversos que tendemos a englobar en tres grandes epígrafes: medio ambiente, sociedad y buen gobierno corporativo, ESG por sus siglas en inglés (Environment, Social y Corporate Governance). Resulta verdaderamente llamativo el fuerte crecimiento que ha tenido este tipo de inversión en los últimos años y cómo todos los grupos de interés buscan medios para posicionarse. Existen múltiples vías de acercamiento a este tipo de inversión. La primera sería mediante filtrados. Dentro de ella distinguimos dos tipos: los excluyentes (negative screenings), que identifican y excluyen del universo de inversión aquellas compañías que no cumplen unos requisitos mínimos, y los positivos o valorativos (positive screenings), que identifican las compañías con mayor grado de cumplimiento de unos criterios estándar. Una segunda vía sería el análisis best-in-class que analiza las empresas de múltiples sectores según una combinación de varios criterios ESG y criterios financieros. Por último, hay una tercera vía, compatible con las dos anteriores, que consiste en influir en la gestión de la empresa en la que se invierte (engagement) mediante la presión a la dirección y el voto en las juntas generales de accionistas. La inversión ESG está en constante evolución y tiende hacia la especialización. La creciente sofisticación de las sensibilidades y enfoques de los inversores ha dado lugar a una gran ampliación de la gama de fondos disponibles en el mercado que invierten según estos criterios. Un buen ejemplo es el de la inversión en fondos verdes. Algunos se centran exclusivamente en la inversión en etanol, otros en energía solar o incluso en energía nuclear y permiten al inversor construir su propia cartera de fondos según criterios que reflejen su sensibilidad subjetiva.
Recientemente han crecido también otros tipos de fondos como los especializados en la inversión islámica según principios de la Shariah (actualmente hay ETFs Shariah negociados en Londres, Suiza y Singapur por ejemplo) o en las micro finanzas. Estos últimos dan acceso a financiación y servicios financieros a pequeños emprendedores, sobre todo de países emergentes, que viven en la pobreza.
Cuando hablamos de inversión ESG siempre llegamos a la misma pregunta, ¿es rentable? Los más críticos aducen que se han comportado peor que los índices tradicionales y sus defensores presentan estudios que demuestran que las estrategias socialmente responsables lo hacen igual o mejor que las tradicionales. La mayoría de los estudios analizan periodos de tiempo relativamente cortos frente a los periodos estándar de evaluación y nadie puede llegar a una conclusión definitiva. En cualquier caso, las estrategias de ISR no tienen como principal motivación el batir a la estrategia tradicional aunque, si lo consiguen, mucho mejor.
Quizás lo más oportuno sea diferenciar entre distintas estrategias. Las excluyentes, como las que utilizan filtrados negativos, reducen la diversificación y, por lo tanto, aumentan el tracking error de los fondos (desviación del rendimiento respecto del de un índice de referencia). Las estrategias best in class, al analizar e invertir en todos los sectores, tienen menor tracking error. Pero varios estudios demuestran que el mayor tracking error no es un problema decisivo para los inversores especializados en ESG.
Los inversores se muestran cada vez más interesados en conocer la actividad ESG de las compañías en las que invierten. Hay numerosas fuentes de información, como la memoria anual de las compañías, los informes publicados por bancos de inversión con departamentos especializados, o el análisis de compañías independientes especializadas en el seguimiento de la ESG.
Los factores ESG tienen un impacto directo en la valoración. La política de gobierno corporativo, por ejemplo, puede ser un proxy para conocer la calidad del equipo directivo. Las compañías que ignoran estos factores ESG pueden tener unos mayores riesgos de litigios judiciales, reputacionales, o poner en juego la propia viabilidad de la compañía en casos extremos. Las compañías que tienen en cuenta estos factores podrán alinear mejor sus intereses con los de sus stakeholders y los del mercado en su conjunto.
Los mejores inversores ESG teóricamente son capaces de identificar a las compañías mejor posicionadas en esta materia. La creciente importancia de estos factores incentiva a muchas compañías a utilizar sus memorias como plataformas de propaganda y lavado de imagen verde (greenwashing) en lugar de aprovechar su propio análisis como una ventaja competitiva. No es lo mismo decir que una empresa es sostenible que serlo. Los directivos que se esfuercen en identificar los factores ESG con mayor impacto en la valoración de su empresa tendrán una ventaja competitiva frente a sus rivales.
Stephen M. Horan e Iñigo Serrats Recarte son Head of Professional Education content y Private Wealth Management en CFA Institute y miembro del Consejo de CFA Society Spain, respectivamente