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Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC

"Las pymes innovan más que las grandes empresas"

Las compañías españolas se están quedando rezagadas en un campo tecnológico que no tiene freno

Ramón López de Mántaras
Ramón López de Mántaras

La Inteligencia Artificial (IA) ya está teniendo consecuencias para los procesos industriales, simplificando los diseños, mejorando los productos y reduciendo los costes de producción. Ramón López de Mántaras (Barcelona, 1952) lleva cerca de 40 años trabajando en este campo, aunque también escribe poesía, es músico de jazz y participa en maratones sobre patines.

Pregunta. ¿Dónde está presente la inteligencia artificial en nuestra sociedad?

Respuesta. Está en todas partes. La respuesta corta es esa. Yo todavía no he encontrado ninguna área de aplicación o ámbito del saber en el que no haya algún tipo de realización (y cuidado, no necesariamente comercial) que esté basada ya en la IA. Incluso hay técnicas de IA asistidas por ordenador para diseñar nuevos productos de consumo: la computación evolutiva.

P. ¿Dónde están las nuevas oportunidades en esta disciplina?

R. Ahora se habla mucho del big data. Actualmente recibimos una avalancha de información que somos incapaces de analizar. En una gran cadena de supermercados, donde todo está informatizado para controlar el stock y hay una enorme cantidad de datos que, tras un análisis adecuado, revelarían patrones de comportamiento en los consumidores, poder analizar todo esto sería muy importante, porque así se optimizarían los productos que se van a vender más o menos y en qué época del año. Y esto es solo un ejemplo, como pueden ser la información que mandan los satélites, el tráfico de telefonía o las redes sociales.

P. ¿Puede llevar esta tecnología a una mayor vigilan¬cia de los seres humanos?

R. Sí, claro. La empresa Google sabe ya una cantidad de cosas de todos nosotros inimaginable. Sabe qué páginas visitamos, si hemos comprado, qué hemos comprado, simplemente con los clics que vamos haciendo. Con esto hay que ser muy cautelosos a la hora de proteger nuestra privacidad.

P. ¿Estas nuevas tecnologías suponen siempre un avance?

R. Es obvio que tienen ventajas e inconvenientes. Es inevitable el progreso tecnológico. Estar en contra del progreso tecnológico, negarlo, es una insensatez todavía mayor. Es algo que no se puede frenar. Y seguirá progresando cueste lo que cueste. Habrá que intentar suavizarlo un poco mediante regulaciones adecuadas, que protejan que el valor del ser humano esté por encima de otros valores. Hay propuestas para que, por ejemplo, cuando se sustituyan máquinas por operarios en una fábrica, el empresario siga cotizando a la seguridad social según el número de robots que tenga.

P. ¿Y qué opina de la obsolescencia programada?

R. Considero que es absolutamente inaceptable que se pueda fabricar un dispositivo que, a la vez, se programe para que, transcurrido un cierto tiempo, deje de funcionar. Es llegar al extremo más inmoral de la sociedad de consumo y esto es cargarse el planeta por unos beneficios a corto plazo de unas empresas avariciosas. Habría que prohibirlo.

P. ¿Son España y sus empresas una potencia en el campo de la IA?

R. A nivel empresarial, claramente no. Las empresas españolas no están en absoluto en los primeros puestos en este campo. A nivel de investigación, estamos entre los 10 primeros países del mundo, y hay indicadores que lo avalan objetivamente.

P. ¿Cómo es posible que seamos líderes en ciencia y luego eso no se vea plasmado a nivel industrial?

R. En España, las empresas no arriesgan sus propios fondos en investigación, como ocurre en otros países como Francia o Alemania. No apuestan tanto por la innovación como dicen. Aunque hay muy honrosas excepciones, todavía queda mucho camino por recorrer en este sentido. Y curiosamente, en el campo de la IA, en las pymes hay más sensibilidad y motivación para innovar que en las grandes empresas.

La ciencia ficción es la que ha marcado la agenda

La ciencia va claramente por detrás de la ciencia ficción. La película de finales de los años sesenta 2001: Odisea en el espacio, de Stanley Kubrick, y las capacidades de inteligencia artificial que muestra del ordenador que gobierna la nave espacial ha sido una de las que "marcaron la agenda de la IA de los siguientes 30 o 40 años", opina López de Mántaras. Y no precisamente con ideas abstractas, sino con objetivos concretos de la IA, que "ya se han alcanzado".Sin embargo, el científico cree que, por muy sofisticadas que sean las IA, "serán distintas a las nuestras", ya que se regirán por valores diferentes a los humanos. Aunque también confirma que ya hay una línea de trabajo en la que "se intenta replicar, mediante neuronas artificiales, el funcionamiento de las humanas".Para llevarlo a cabo, además del hándicap del tamaño -el ser humano cuenta con 100.000 millones de neuronas y los prototipos de cerebros artificiales, pocos cientos o miles de ellas-, habrá que resolver el problema del consumo energético y el calentamiento de los circuitos y esto "requeriría de una tecnología nueva, que aún no existe".Lo que López de Mántaras no haría nunca sería dar a los robots un aspecto físico similar a los seres humanos. "Cada cosa en su sitio", concluye.E. Luna

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