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Tribuna
Columna
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La nueva era de la RSC

Han transcurrido unos 15 años desde que escuchamos por primera vez este concepto en España. La Responsabilidad Corporativa nació en el seno de un país próspero, ilusionado y decidido a dotar a las empresas de valores con rostro humano, como diría el entonces secretario de la ONU, Kofi Annan, al que tuve la oportunidad de conocer con motivo de la presentación del Paco Mundial en Madrid.

Desde sus inicios, el carácter de la voluntariedad, ha sido el principio sobre el cual ha descansado concibiéndose como un valor "opcional" para las empresas. Sin embargo, inmersos en la crisis de mayor calado que hemos conocido, la RC ya no es una alternativa, sino una necesidad evidente. Por fortuna, las empresas son conscientes de ello. Según un informe que recientemente hemos realizado, un 55% de los directivos reforzará su RC en el presente ejercicio, como un recurso estratégico para ser sostenible y evitar caer en los errores del pasado. Y si la Responsabilidad Corporativa se convierte en necesaria, mas aún lo es la apuesta por la diversidad, por procesos de selección transparentes que no discriminen a los demandantes de empleo por cuestiones de discapacidad, edad o circunstancias familiares.

Centrémonos en los primeros: los trabajadores con discapacidad. Tres décadas han acontecido desde que la LISMI viera la luz. Esta normativa legal fue el detonante de un cambio social de gran magnitud. Las personas con discapacidad, acompañadas por un gran tejido asociativo, hasta entonces excluidas del mercado laboral, comenzaron a ocupar puestos de trabajo y a demostrar su potencial, derribando anacrónicos y falsos estereotipos. Sin embargo, 30 años después de su nacimiento, también ha llegado el momento de subir un peldaño más en lo que se refiere a este marco legal, siempre conservando su esencia original. En el nuevo escalón, las empresas deben descubrir que la contratación de trabajadores con discapacidad no es altruismo ni un simple deber legal, sino una apuesta estratégica por la productividad, pues ven reforzados valores como el esfuerzo, la ilusión o el afán de superación. ¿Y a caso todo ello no se traduce en resultados?

Para impulsar este cambio, aún debemos realizar una intensa labor de sensibilización el en entorno empresarial, que elimine las barreras psicológicas que aún lastran la plena integración. A dar este paso, debe ayudar el texto refundido y, sobre todo su posterior desarrollo reglamentario, que el Gobierno aprobará durante 2013. Si queremos evolucionar de manera efectiva y real, este documento debe abordar la problemática en toda su extensión. De un lado, incidiendo en la propia persona con discapacidad, de forma preventiva, en etapas prelaborales. En otras palabras, fomentando su desarrollo y formación desde edades tempranas para que en el futuro vea incrementadas sus posibilidades de acceso al empleo.

Por otro lado, trabajando en la propia empresa, a través del impulso de planes de sensibilización que contemplen acciones como el voluntariado corporativo. Una práctica que ya se ha convertido en esencial para acercar a los empleados al mundo de la discapacidad y para generar entornos proclives a la diversidad. De hecho, existen indicadores que demuestran una relación causa efecto, entre el voluntariado corporativo y el empleo de personas con discapacidad Así lo hemos constatado en la Fundación Adecco: las empresas que incorporan el voluntariado en la gestión de su diversidad, abren los ojos a la discapacidad y son capaces de ver mucho más allá del mero cumplimiento de la ley. Afortunadamente esta práctica es creciente. Sólo en el último año hemos desarrollado 164 acciones de voluntariado con 50 empresas, que han involucrado a 3.347 empleados voluntarios y a cerca de 7.000 personas con discapacidad. Unas cifras que deseamos seguir aumentando en los meses venideros de la mano de las empresas más activas y comprometidas con la normalización de la discapacidad.

La gestión de la diversidad y la lucha contra la discriminación laboral por razones de edad, es y será el gran reto en las próximas décadas, como consecuencia del envejecimiento de la población. Hoy, el 42 % de los desempleados de este país tienen más de 45 años, una generación mayoritaria procedente del baby boom y con una gran vulnerabilidad. Un gran reto en definitiva. En definidas cuentas, asistimos a una nueva era en la que la Responsabilidad Corporativa ha cambiado y, por consiguiente, también lo ha hecho la gestión de la diversidad y la propia regulación, que tendrá que adecuarse. Por este motivo, hemos de adaptarnos a los nuevos tiempos y seguir avanzando con el esfuerzo de todos, usando el pasado como un trampolín y no como un sofá, como suele decirse.

Francisco Mesonero es director general de la Fundación Adecco

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