Davos busca un nuevo impulso

Para sentirse bien otra vez, la élite financiera mundial necesita un catalizador del crecimiento. La revolución del gas pizarra americano puede ajustarse. Pregunten a los delegados del Foro Económico Mundial de Davos por sus perspectivas para 2013, y esa idea tan simple se presenta en la mayoría de las respuestas. Puede que solo surja como una referencia pasajera, pero en la caja de resonancia de Davos, la idea de que el gas pizarra es una razón para ser optimistas es algo común.

El argumento resulta familiar. Al aumentar la extracción del gas, los negocios asociados que sirven a la industria se benefician. Eso estimula a la economía en general. No solo eso, este gas reduce los costes energéticos, beneficiando a la industria americana. Con un mercado inmobiliario sano, proporciona los ingredientes para una recuperación duradera en una región que representa alrededor de una cuarta parte de la economía mundial. De una forma u otra, esta tesis está siendo defendida por directivos de empresas, responsables de bancos y políticos que pasean por este pueblo de montaña. Es fácil ver por qué. Este año, el Foro de Davos tiene lugar en el momento más tranquilo en años. Los dueños del mundo sienten que las cosas van mejor, pero son conscientes de los riesgos latentes. El gas pizarra da motivos para un optimismo moderado. Los menores precios de la energía, gracias a su abundancia en EE UU, ahorraron 107.000 millones de dólares el año pasado. El boom ha creado 1,7 millones de empleos. Pero queda mucho para creer que esto llevará a una recuperación global. Este gas sigue siendo una parte pequeña de la economía estadounidense. El sector del petróleo y el gas en EE UU solo equivale al 1% del PIB. Es más un pequeño estímulo que una salvación. En realidad, solo unas pocas industrias se beneficiarán.

Las garantías expresadas por los líderes empresariales y sus séquitos en Davos puede estar fuera de lugar. Pero la confianza, incluso en un derivado del gas, puede ser perpetua. Dejémosles creer.