_
_
_
_
Breakingviews
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La ocasión de Basilea

Los reguladores deben considerar la oportunidad de acabar con una de las normas más absurdas de la banca de la eurozona. En la primera mitad de 2013, el Comité de Basilea publicará un estudio que evalúa cómo miden los bancos los riesgos de sus activos. El órgano debería utilizarlo para nombrar y avergonzar a los reguladores nacionales y entidades que siguen sin tener capital con el que cubrir su deuda soberana.

Las normas de Basilea obligan a asignar capital dependiendo de lo arriesgados que sean los activos soberanos. Los bancos pueden elegir el modelo de Basilea, que valora en cero los riesgos de la deuda calificada con AA- o más. O pueden utilizar los suyos, que tienen que tener en cuenta valoraciones independientes. Sin embargo, la interpretación de Bruselas de las reglas de Basilea permite a los bancos de la eurozona ponderar en cero los riesgos de toda la deuda soberana. Esto anima a los bancos a abastecerse de bonos soberanos, con el efecto de mantener bajos los costes de financiación.

A los órganos supranacionales como el Comité de Basilea no les gusta esto. En octubre, destacó que la dudosa ponderación de los riesgos era uno de los motivos claves por los que Europa no cumplió con las nuevas normas de Basilea III. El problema es que no está claro quién esquiva y quién no los requisitos. Hasta marzo de 2014, cuando el BCE comience a regular a los principales bancos de la eurozona, ninguna autoridad central puede imponer sus políticas a los reguladores nacionales. Pero actuar proactivamente ahora no sería del todo malo: unos pocos supervisores ya requieren capital extra contra los riesgos soberanos.

Por eso el Comité de Basilea no debe acobardarse. Señalando a los reguladores nacionales y bancos errantes les obligaría a abordar los déficits de capital. Mientras que los inversores confíen en que la medición de los riesgos de los bancos es sólida, los costes de financiación caerán y los precios de las acciones subirán. Basilea debería aprovechar la oportunidad.

Archivado En

_
_