"El problema de esta empresa es que tiene poca deuda"
En uno de mis primeros encargos como periodista financiero, hace muchísimo tiempo, cuando los tipos de interés mínimos habían inflado la brutal burbuja tecnológica, pregunté a un analista, joven pero no tanto como yo, por Telepizza. La empresa de comida a domicilio estaba de moda entre los inversores porque el sistema de reparto a domicilio iba a convertir a la empresa en un “caso de éxito” en aquello de la Nueva Economía. Al parecer, un teléfono y un chico con motocicleta eran un activo no solo valioso, sino también sin competencia, en aquel mundo emergente. No es broma; en este artículo se pueden leer las opiniones al respecto de serios bancos de negocios.
El analista era también positivo con Telepizza. Yo, como economista recién salido de la facultad y periodista imbuido de espíritu crítico, apunté que Telepizza cotizaba con un PER de 100 veces. Esto es, si alguien compraba Telepizza entera, tardaría un siglo, al ritmo actual de generación de beneficios, en recuperar lo invertido. Pregunté si no era mucho. “Bueno, si duplica el beneficio , el año que viene el PER será de 50”, contestó. Y a otra cosa. El argumento parecía más propio de un debate futbolístico pero, en fin, yo no estaba ahí para pensar sino para informar.
Lo que luego pasase con Telepizza y con el analista es otra historia. Pero hizo un favor a mi ya de por sí natural escepticismo. Me volví a acordar de esta batallita el otro día, cuando el presidente de Grifols tuvo el cuajo de explicar, al recibir un premio de la asociación de analistas, que éstos solo se preocupan por curvas de Fibonacci.
Ya voy al grano. Hoy la expresión “los mercados” aparece siempre que se habla de la crisis y de los recortes. Los mercados exigen esto, si no se hace aquello los mercados cerrarán el grifo… Los mercados no son nada más que gente como el analista de antes, como el veinteañero que busca hacerse un hueco en el ultracompetitivo mundo de las mesas de trading o como el gestor de fondos al que preocupa la rentabilidad de su producto, sí, pero sobre todo mantener el puesto. Gente inteligente, pero que no puede permitirse no seguir la corriente. En este negocio, cuando ganan, ganan casi todos, y cuando pierden, pierden casi todos. Y llevar la contraria al resto puede suponer perder mucho dinero, y con él el trabajo.
Hace seis o siete años, en plena efervescencia de otra burbuja, la de crédito, recuerdo otra moda distinta. “Ganar apalancamiento”, se decía. “Una estructura de capital más eficiente”, era otra frase hecha. En castellano, esto era endeudarse. Y era bueno. Muy bueno. Había dinero barato, todo el que se quisiese, de modo que si la empresa conseguía sacar una rentabilidad a la inversión superior al, pongamos, 3,5% al que se financiaba, el beneficio para el accionista crecería. Más beneficios y acción al alza. Una empresa con poca deuda tenía un problema.
La idea no es nueva, y al igual que el papel lo aguanta todo, siempre hay algún economista que soporta cualquier idea, sea la que sea. En este caso, la teoría de que da igual tener mucha deuda o poca fue perpetrada por Modigliani y Miller y sus innovadores conceptos sobre la irrelevancia de la composición del balance. Pero esa es otra historia.
No tengo que contarles por dónde van los tiros hoy en los dichosos mercados. Antes había dinero de sobra para prestar y la deuda era buena. Hoy casi no hay dinero para prestar, y la deuda es mala. Pero el que escuchó demasiado, el empresario que se endeudó hasta las cejas para optimizar el retorno al accionista, ése no puede cambiar de opinión. Es quien debe rogar a los acreedores que le den una prórroga en el vencimiento de los créditos. Es el mundo real.
Por eso, quizá, cuando un político, tertuliano, economista o periodista, quiera hablar de lo que opinan los mercados (suponiendo, y es mucho suponer, que lo sepa) debería, o deberíamos, matizar y añadir un “hoy, a esta hora”.
Como bonus, esta entrevista de La Vanguardia, sobre cómo se forman y popularizan en la política y los mercados lo que el entravistado llama “narrativas”, convicciones generales sobre lo que pasa o lo que va a pasar.
Música contra la crisis. The Cure. Play for Today
The CURE - Play for Today (Live 1986) from zoccaerg on Vimeo.
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