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El Foco
Tribuna
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Recuperar el papel de la industria

Acabamos de celebrar, con gran éxito, una importante Cumbre de la Industria en CEOE, con la que hemos querido marcar un punto de inflexión en lo que se refiere al papel que este sector juega en nuestra sociedad. Un papel que debe recuperar el protagonismo que ayudará a mejorar la economía española.

En primer lugar hay que resaltar el compromiso de apoyo firme a una reindustrialización de nuestra economía, como nos manifestó ayer el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, al que hemos ofrecido una estrecha colaboración para lograr este objetivo; así como el mensaje de impulso de la Comisión Europea en este mismo sentido. De hecho, la necesidad de reindustrializar la economía es ya una prioridad en muchos países de la eurozona, que están llevando a cabo iniciativas concretas ante la pérdida de millones de puestos de trabajo.

Es fundamental que España se sume a este movimiento comunitario que permita a la industria incrementar paulatinamente su contribución en el PIB nacional, jugando un papel clave como dinamizador de nuestro tejido productivo. No es posible alcanzar una economía sostenible y sólida en el futuro sin una importante colaboración de la industria, por lo que supone en creación de empleo de alto valor añadido y por ser el principal motor de recuperación económica gracias -entre otras cosas- a la creciente internacionalización de nuestras empresas.

Debemos recordar que, especialmente en los últimos años, las empresas industriales están realizando un esfuerzo sustancial en inversión en innovación y medio ambiente, convirtiéndose en el principal agente involucrado en el desarrollo de soluciones tecnológicas para garantizar también la sostenibilidad medioambiental.

Para lograr este objetivo es necesario actuar sobre aquellos aspectos de la industria que están atenuando su crecimiento, aspectos que debilitan la competitividad que necesitamos alcanzar. Estas dificultades no solo las encontramos a nivel nacional, sino también a nivel europeo, y debemos actuar en ambos ámbitos.

Hemos identificado cinco aspectos básicos donde se deberían concentrar todos los esfuerzos. Por un lado, es fundamental que nuestra industria sea competitiva a nivel internacional. Para ello es necesario un entorno regulatorio estable y llevar a cabo reformas que mejoren y simplifiquen el actual marco legislativo, con la finalidad de reducir la multitud de cargas administrativas que soportan las empresas. Se hacen imprescindibles los análisis de impacto normativo para asegurarse que las nuevas políticas supongan un impulso para la industria. Con ello se evitarían barreras al desarrollo empresarial.

También es necesario garantizar unos precios competitivos de la energía. Esto es especialmente relevante para las industrias, en las que este concepto representa, en algunos casos, más de la mitad de sus costes fijos.

Es destacable el exponencial incremento en los costes regulados observado en los últimos años, consecuencia, entre otros motivos, de decisiones políticas que están siendo financiadas por medio de la tarifa eléctrica. Lo anterior, unido a la elevada imposición que presenta en España la electricidad, contribuye al actual cuadro económico en el que se reflejan las dificultades por las que atraviesan nuestras empresas.

Además, en el mundo de hoy la principal diferenciación cualitativa viene dada por el capital humano. En este sentido, su formación es otro de los aspectos que deben ser mejorados. Las empresas y asociaciones empresariales deben tener el máximo protagonismo en este aspecto, de manera que se reduzca la brecha que siempre ha existido entre la oferta formativa, su calidad y las necesidades reales de nuestra industria.

Por otro lado, la industria española ha demostrado estar preparada para competir con solvencia en los mercados internacionales. Sin embargo, es necesario incrementar las cifras de exportación como una de las principales vías para salir de la crisis. Para que una empresa pueda exportar e internacionalizarse es imprescindible que sea competitiva.

Asimismo, la presencia de la industria española fuera de nuestras fronteras debe entenderse desde una doble vertiente: por un lado, a través de la exportación de sus productos a terceros países, y por otro, mediante la internacionalización de sus compañías, estableciendo filiales en otras zonas geográficas a nivel internacional o a través de otros modelos de implantación en el exterior.

No debemos olvidar tampoco que las actuales condiciones de restricción crediticia y falta de liquidez en los mercados han condicionado el acceso a los recursos financieros, además de la propia financiación de las empresas.

La industria debe hacer un mayor esfuerzo a la hora de acudir a vías alternativas de financiación, para llevar a cabo sus operaciones o actividades. Esto lleva consigo ampliar el conocimiento y mejorar la cultura empresarial para que todo ello no sea un obstáculo para su crecimiento.

En el corto-medio plazo hay que mejorar las condiciones de acceso a la financiación vía préstamo o líneas de crédito, siendo fundamental que la reforma del sistema bancario tenga el menor impacto posible sobre la financiación para la actividad de las empresas y las familias. Otro punto importante es amortiguar la demanda extra de financiación, que de otra forma puede acarrear problemas de liquidez.

En este sentido, hay que atender urgentemente a los retrasos en los pagos, sobre todo por parte de las comunidades autónomas y entidades locales. Estos retrasos generan dificultades añadidas de financiación para las empresas. Además, se deben modificar determinados aspectos fiscales que mejoren la generación de flujos de caja para las mismas.

Por último, en la Cumbre de la Industria también hemos analizado la necesaria apuesta por la I+D+i constatando que la capacidad innovadora será uno de los factores esenciales que determinen la competitividad. Esta ayudará a la industria a recobrar el protagonismo que le corresponde en la economía española.

Juan Rosell Lastortras es presidente de CEOE

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