La banca aprueba en solvencia pero suspende en créditos
El esfuerzo en provisiones y el rescate europeo permitirán la limpieza definitiva de los balances, si bien el sector afronta problemas de financiación y más morosidad. Cerrado el tercer trimestre, las coordenadas en las que se moverá las banca española en los próximos meses no dejan lugar para triunfalismos.
La gran mayoría de la banca cotizada española ha presentado ya unos resultados del tercer trimestre del año en los que las entidades parecen haber pasado página del duro trago de la digestión del ladrillo. Al menos en cuanto a esfuerzo de provisiones se refiere. Y exhiben además unos sólidos ratios de capital, que van a ser comunes al conjunto del sector una vez se formalice el prometido rescate a la banca española pactado con Bruselas.
Pero más allá de las cifras presentadas a septiembre, hay variables que dominan al sector y que son las que verdaderamente justifican los grandes temores que han manifestado estos días los principales ejecutivos de la banca española: la continuidad en el alza de la morosidad -en promotores pero también con algunos síntomas en hipotecas-; el difícil acceso a la financiación en los mercados mayoristas, que está reactivando una vez más la guerra de los depósitos; y el largo proceso de desapalancamiento aún sin terminar. El desequilibrio en los balances entre créditos, mucho más cuantiosos, y depósitos todavía persiste y debe reducirse para que la financiación bancaria vuelva a los cauces de los que nunca debió haberse alejado. Solo así se podrá liberar el sector de la dependencia de la financiación mayorista, que se vende a precio de oro para la banca española.
Cerrado el tercer trimestre, las coordenadas en las que se moverá las banca española en los próximos trimestres no dejan lugar para triunfalismos. El viernes se conoció el último dato de la Encuesta de Población Activa, que revela que uno de cada cuatro españoles que busca trabajo no lo encuentra. Y las previsiones macroeconómicas para 2013 tampoco invitan a pesar que podrán encontrarlo en el próximo año. El FMI prevé una caída del PIB español para 2013 del 1,3%, frente al 0,5% que insiste en mantener en Gobierno y que queda ya ampliamente desbordado por las previsiones de los expertos. El panel de Funcas apuntaba esta misma semana a una contracción económica del 1,5% y un paro del 26,1% en el próximo ejercicio, después de una caída del PIB para este año del 1,6%.
El consejero delegado de Banco Santander, Alfredo Sáenz, afirmaba el jueves que la recesión económica continuará en España hasta finales de 2013 y aguguraba que la morosidad del grupo no alcanzará aún su punto de inflexión hasta esa fecha. Juan María Nin, consejero delegado de Caixabank, también coincide en que 2013 será un año adverso para el negocio bancario, marcado igualmente por la crisis económica. En Banco Popular reconocen estar "particularmente preocupados" por la morosidad en el segmento del crédito al promotor y por el impacto que la contracción económica seguirá teniendo en el empleo y el consumo. "Todo va a depender del contexto macroeconómico. Y, a la vista de las previsiones, el éxito de una entidad financiera se apoyará en el negocio exterior y en el recorte de costes", explica Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia.
La banca española ya ha recorrido un largo camino en materia de provisiones y limpieza de su balance. Los dos decretos impulsados por el Gobierno han endurecido el nivel de provisiones con los que cubrir el riesgo inmobiliario, el sano y el problemático, y han sido además la antesala para la creación del banco malo, la sociedad a la que las entidades que reciban ayuda de Bruselas deberán transferir sus activos tóxicos: inmuebles adjudicados y créditos a promotores, pero también créditos al consumo, a la administración o hipotecas. Todo lo que sea susceptible de seguir envenenando el balance. Los próximos trimestres serán por tanto el momento de poner orden definitivamente en las carteras de la banca nacionalizada y en la de las entidades que vayan a quedar bajo el abrigo de las ayudas europeas, al tiempo que el ingente esfuerzo en provisiones que requiere tal ejercicio de limpieza habrá quedado cerrado en paralelo.
Ese reconocimiento de las pérdidas latentes en la cartera crediticia, precipitado por los decretos de febrero y mayo, ha revelado un déficit de capital en el sector que ha terminado de definirse con el test de Oliver Wyman. Los deberes para reforzar solvencia o ya se han hecho -en las entidades que lo han aprobado y que no necesitarán ayudas- o se completarán en los próximos meses gracias al rescate europeo. Pero el objetivo último de la reestructuración bancaria es que el sector recupere su razón de ser, la concesión de crédito. Y todavía se fía para largo.
El problema de la financiación
La financiación bancaria es la savia con la que podrá recuperarse la economía española y con la que las entidades podrán asegurarse la fuente de beneficios más elemental, prestar dinero. Mientras tanto, recurren a fórmulas alternativas, como los ingresos por comisiones o los beneficios por operaciones financieras, al tiempo que se elevan los diferenciales sobre los escasos créditos que se conceden y se hacen malabares con la remuneración de los depósitos. Y para que la financiación llegue a la economía real deben desatascarse primero los cauces en los que la propia banca española se financia, cegados desde el estallido de la crisis. Aún más al calor de la desconfianza que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria española desató entre los inversores y el resto de los bancos internacionales.
"El futuro de la banca española sigue siendo incierto. Los problemas de financiación son las dos caras de la misma moneda: la economía no se recupera sin crédito y la banca no recobra su negocio principal si no da financiación", añade Maudos. Y si ahora queda vida en la financiación a la banca española es gracias a la respiración asistida que presta el BCE. La apelación de la banca española al BCE alcanzó en septiembre los 378.176 millones de euros, lo que supone el 43% del total de la zona euro, tres veces más de lo que le correspondería por su tamaño.
Fuentes financieras reconocen que ni la reciente caída de la prima de riesgo -que se ha alejado de los máximos vertiginosos de julio gracias a la expectativa de rescate- ni la foto definitiva de las necesidades de capital que arroja el test de Oliver Wyman han servido para despejar el acceso de la banca española a los mercados mayoristas de financiación. La esperanza está en que la petición de rescate para la deuda, por la que lleva apostando el mercado más de dos meses, sirva para rebajar la prima de riesgo española y, con ello, el coste de financiación de la banca. Alfredo Sáenz reconocía esta semana ver "con buenos ojos" una solicitud de ayuda a europa que pueda dar un respiro. En cualquier caso, en el sector reconocen que la mejora en el acceso a la financiación no se traducirá necesariamente en una directa concesión de crédito, puesto que la banca aún tiene pendiente terminar su proceso de desapalancamiento.
El desapalancamiento pendiente
Algunas entidades financieras se están acercando ya al punto de equilibrio entre créditos y depósitos, aunque a costa de notables caídas en los préstamos. Así, la red Santander ha recortado sus créditos un 6% interanual hasta septiembre y rebajado al 104% su ratio de créditos sobre depósitos, que prevé estabilizar en los próximos meses. Popular tiene esa rúbrica al 126% y asegura haber cumplido ya a septiembre el objetivo que había previsto para todo el año.
La creación del banco malo ayudará al segmento más débil del sector a desprenderse de buena parte de esos créditos. Ese será, sin duda, el punto de partida para recuperar la normalidad, aunque en un mapa financiero en el que las probabilidades de éxito y supervivencia quedan para los más grandes, que encontrarán opciones de hacer compras. "El crecimiento es necesario. Orgánico y no orgánico, sobre todo cuando en España los volúmenes de negocio de la banca y los ingresos van a seguir bajo presión en los próximos años", resumió ante los analistas Juan María Nin.
La Bolsa se resiste a anticipar la mejora
El mercado de renta variable ha sido claro reflejo con su castigo de las dificultades por las que ha atravesado la banca española y no anticipa aún una pronta salida del túnel que invite a los inversores a tomar posiciones. Solo Santander y BBVA, gracias a su diversificación internacional, logran cierto favor de los analistas. El sector bancario español cotiza de media a 0,3 veces su valor en libros, según un informe elaborado por AFI y publicado esta semana por Funcas. La cifra está incluso por debajo de la media, en 0,4 veces, un nivel que es además inferior al punto en que cotizaba el sector en plena crisis de Lehman Brothers. La ampliación de capital por 2.500 millones de euros que realizará Banco Popular a medidados de noviembre servirá para dar la medida más reciente del grado de confianza que otorgan los inversores al conjunto del sector financiero español.
Guerra de depósitos para amarrar liquidez
La guerra de depósitos en la que se embarcó el sector tras la quiebra de Lehman Brothers y que nunca llegó a apaciguarse del todo ha resurgido en las últimas semanas, con imposiciones a plazo que rondan el 5% anual. La captación de depósitos, o su alternativa en los pagarés, es la fórmula natural con la que los bancos consiguen financiación y por la que tienen que volver a apostar mientras persiste la cerrazón del mercado mayorista. Es además la baza que juegan los más grandes para captar ahorros y clientela de una competencia más débil. Así, la red Santander creció en depósitos hasta septiembre el 16%. Popular ha captado 8.500 millones en depósitos en septiembre, equivalentes al 114% de los vencimientos del período. En definitiva, recursos con los que afrontar los apuros en liquidez que puedan surgir.
Impagos en hipotecas y promotores
La banca española ya ha tiene hecha la mayor parte del esfuerzo de cubrir con provisiones los impagos de su cartera crediticia. La de aquella que ya resultó morosa, la que puede serlo y la que se había refinanciado con demasiado optimismo. Pero, pese a estar preparados ya los diques de contención, el sector financiero reconoce que los impagos se sucederán en los próximos meses, a medida que crece el desempleo y que surgen nuevas amenazas de suspensión de pagos en el sector de promotores, como la reciente declaración de preconcurso de la inmobiliaria Reyal.El director financiero de Popular, Jacobo González-Robatto, reconocía el viernes que la tasa en promotores se va a acelerar y apunta a una tendencia al alza en los impagos preocupante. En especial si, a causa del paro, empieza a atacar a las hipotecas.