España desfallece y Alemania brinda: deuda similar, tipos muy diferentes
El FMI ya lo advirtió en el informe presentado hace dos semanas en Tokio: los tipos de interés que se exige a la deuda de España e Italia son excesivos. Esta afirmación, que algunos pueden ver como un capote a la situación que atraviesan en la actualidad los dos países del sur de Europa, es más un aviso para navegantes.
Según los expertos, mientras los costes de financiación de ambos estados se han incrementado hasta límites insostenibles, las rentabilidades de la deuda de otros, especialmente la alemana, no para de marcar nuevos mínimos y esto, de acuerdo al informe, parece no tener mucho sentido.
Hasta el momento, el nivel de endeudamiento era la razón que argumentaban los inversores y analistas para explicar las subidas que registraban las rentabilidades de los bonos español e italiano. Pero lo que durante un tiempo se ha dado por válido empieza a flaquear. Tan solo basta con echar un vistazo a los datos que maneja Eurostat. La información proporcionada por la oficina europea de estadística muestra que en el primer trimestre del año la deuda pública de Alemania alcanzaba el 81,6% de su PIB frente a la de España que en los tres primeros meses de 2012 rondaba el 72,1%. Si se toma como referencia exclusivamente el índice de endeudamiento cabría esperar que las rentabilidades de ambos bonos se situasen en niveles similares, o al menos no tan distantes.
Sin embargo, la realidad muestra una cara bien distinta y pone de relieve que esta teoría no siempre se cumple. Mientras los inversores huyen de manera despavorida de la deuda española, el bund germano se ha convertido en el valor refugio por excelencia. De hecho, en los plazos más cortos la deuda alemana registra tipos negativos. Es decir, lo más conservadores, que miran con recelo a las economía de la periferia, pagan al Tesoro germano por, supuestamente, tener su dinero a salvo.
Conforme han ido pasando los meses las caídas de los ingresos y las necesidades de financiación para hacer frente al abultado déficit ha incrementado la deuda nacional. En septiembre se público que la deuda española ya superaba el 75% del PIB en el primer semestre y que, de acuerdo a las estimaciones del Gobierno, cerraría el año en el 80%. Las aportaciones del Tesoro al Fondo de Liquidez Autonómico, la ayuda otorgada a algunas regiones así como el incremento de los costes de financiación son los principales responsables de esta espectacular subida.
El FMI, no obstante, no se muestra tan optimista y espera que el año se salde con una deuda nacional próxima al 90% del PIB. Sin embargo, los repuntes no se limitan a España. Para el caso alemán se espera que al cierre de este año su deuda ascienda al 83% del PIB, dos puntos más que en 2011. Respecto a Francia, que pese al incremento de la presión fiscal a los más ricos continúa presentado serios problemas para reducir su déficit y cumplir con el objetivo del 3%, las conclusiones del FMI apuntan a que este año su deuda estaría en los niveles de la española (90% de su PIB). Por su parte, Italia, como ya hiciera en 2011, seguiría ostentando el primer puesto con un nivel de endeudamiento del 126%, seis puntos porcentuales más que hace 12 meses.
Mirando estas cifras se podría esperar que los tipos exigidos a los cuatro países sean parecidos. Pero no es así. A día de hoy y mientras España e Italia esperan con incertidumbre la intervención del BCE, sus bonos a diez años permanecen en el 5,3% y el 4,7%, respectivamente. Aunque estos niveles son elevados, y más si se compara con los mínimos del bund alemán (1,6%) o las cotas del bono galo (2,2%), la garantía de que el regulador europeo reactive su programa de compras ha provocado que en el último mes los intereses hayan descendido considerablemente.
A la vuelta de las vacaciones, las palabras de Mario Draghi fueron el bálsamo que tanto esperaban. La promesa de que adquirirá bonos de manera ilimitada una vez que los gobiernos pidan el rescate sentó bien a los inversores y esto tuvo consecuencias en el mercado de renta fija. La prima de riesgo cayó de manera acelerada hasta los 430 puntos después de un tormentoso julio. En aquel mes, la curva de tipos llegó a invertirse y el bono español ascendió a la barrera del 7,5%. Italia seguía su rastro y la rentabilidad de su deuda a 10 años se aproximaba al 6,5%. La cara opuesta a esto volvió a ser Alemania. Mientras España se asomaba peligrosamente a la quiebra, el bund germano tocó su mínimo histórico: el 1,1%.
La pregunta que muchos se plantean es: ¿por qué teniendo niveles de deuda similares los tipos exigidos a unos y otros son tan distintos? La razón es bien sencilla: los inversores se fían de Alemania y esto tiene su reflejo más inmediato en los costes de financiación. Mientras España se ve obligada a pagar más por su deuda, el país que dirige Angela Merkel no presenta problema alguno para obtener el dinero con el plantar cara a sus gastos. Los costes a los que ha de hacer frente nuestro país han disparado los presupuestos de 2013. Las cuentas presentadas para el próximo año incluyen 38.000 millones de euros que se emplearán para pagar los intereses.
A todo esto hay que sumarle una de las características que ha marcado el devenir de la economía española en los últimos meses: la fuga de capitales provocada por la gran desconfianza de un país que según las agencias de calificación se sitúan al borde del bono basura. En los seis primeros meses del año han salido de nuestras fronteras cerca de 220.000 millones de euros. Los inversores no solo retiran el dinero de los depósitos sino que también huyen de nuestra deuda. Según el Tesoro, los extranjeros han deshecho sus posiciones en renta fija. En apenas ocho meses, la banca se ha convertido en el gran soporte al ostentar el 35,7% de la deuda total. En diciembre y antes de que los mercados dirigieran sus ataques contra España de una forma tan evidente, la banca solo tenía en sus manos el 16,3% de la deuda en circulación. Por su parte, los inversores foráneos, que ahora solo representan 33,8%, a finales de 2011 tenían en su haber cerca del 51,5%.
La desconfianza se apodera del mercado secundario español que ha sido testigo de cómo el volumen de negociación diaria ha caído de manera progresiva hasta niveles de 1997. En agosto, último mes del que se tienen datos, la negociación total de deuda se situó en los 49.000 millones de euros. Si las agencias de calificación rebajasen la nota de España a bono basura, algo que podría no ocurrir si se pide el rescate, muchos fondos de inversión se verían obligados a vender sus participaciones de deuda pública con lo que se incrementarían unas más las ya asfixiantes rentabilidades.
Reino Unido y EE UU, casos singulares
Crisis de deuda parecer ser los dos apellidos de la eurozona. Pero fuera de los 17 países miembros y al otro lado del Atlántico, las economías anglosajonas también se enfrentan a fuerte niveles de endeudamiento. En concreto, y de acuerdo a las predicciones del FMI, Reino Unido podría cerrar el año con una deuda del superior al 88% de su PIB. La situación de EE UU también resulta singular ya que sus niveles se sitúan en el 107%. Sin embargo, estas tasas no son un impedimento en la financiación. Los bonos a diez años de ambos países cotizan en el entorno del 1,6% (EE UU) y 1,9% (Reino Unido). En ambos casos la razón que explicaría las bajas rentabilidades hay que buscarlas en las actuaciones emprendidas por sus respectivos bancos centrales. A mediados de septiembre la Reserva Federal anunció la compra de deuda en el marco de su tercera operación cuantitativa. La medida busca por encima de todo propulsar del crecimiento y choca de bruces con la actitud inamovible del BCE que suma ya 31 semanas sin comprar bonos. Por su parte el Banco de Inglaterra, al igual que la Fed, ha echado mano de la estrategia de adquisición de bonos para limitar el ascenso de los tipos.