Unión bancaria a paso de tortuga
La reunión de jefes de Estado de la Unión Europea de esta semana nos ha dejado un sabor agridulce. Por una parte, confirma el avance hacia la creación de una Unión Bancaria con la creación de un supervisor único a nivel europeo. Pero por otra, pospone su puesta en práctica a enero de 2014, y no a enero de 2013 como se propuso hace solo tres meses, lo que supone que el sueño que tenía España de que el rescate bancario no sea deuda pública, de momento, se desvanece.
Por tanto, los 40.000 millones de euros en que se estima la recapitalización con cargo al fondo de rescate europeo supone meter más presión (4 puntos porcentuales de PIB) sobre el meteórico crecimiento de nuestra deuda pública. La construcción de una genuina unión bancaria es un proceso lento y complicado en el que los distintos intereses de los países involucrados y sus muy distintas posiciones de partida en términos de desequilibrios macroeconómicos y bancarios hacen muy difícil lograr acuerdos. Se ha demostrado lo difícil que ha sido incluso consensuar lo que a priori era más fácil, como la creación de un único supervisor bancario. Unos países porque temen que el excesivo poder que acumula el nuevo supervisor sea contraproducente para sus intereses; otros porque quizás tengan algo que ocultar en los balances de sus bancos. Y otros porque ven un posible conflicto de intereses en la labor de supervisión y en la instrumentación de la política monetaria del BCE.
Sin quitar importancia al acuerdo logrado, hay que ser conscientes de que una genuina unión bancaria exige mucho más que un supervisor único bancario. La unión necesita adicionalmente dos ingredientes: una autoridad y fondo de resolución de crisis bancarias y un Fondo de Garantía Europeo de Depósitos. El primero para romper de una vez por todas el tan mencionado círculo vicioso entre la deuda bancaria y la deuda soberana. Y el segundo para que todos los depositantes, con independencia del país en el que tengan depositados sus ahorros, estén igual de protegidos y disfruten de las mismas garantías.
¿De qué sirve que el supervisor único detecte un problema en una entidad bancaria de cualquier país de la eurozona si su posible reestructuración exige utilizar financiación de un fondo de rescate nacional? El conflicto de intereses entre la autoridad europea y la nacional está más que asegurado, lo que condiciona la resolución de los problemas bancarios. El problema de fondo es que la creación de fondos únicos de resolución de crisis bancarias y de garantía de depósitos exige mucho más que meras intenciones de avanzar hacia la unión bancaria.
En ambos casos es necesaria la cesión de soberanía nacional en temas fiscales, ya que su puesta en práctica exige disponer de recursos suficientes en caso de crisis sistémicas. Por este motivo, la estrategia en curso es proponer la creación de una red de fondos de resolución nacionales con aportaciones de los bancos de cada país y la armonización de las enormes diferencias actualmente existentes entre los FGD nacionales. Esta es la esencia de las dos propuestas de directivas en curso, donde la red de fondos nacionales se complementa con un esquema de mutualización a través de préstamos entre fondos en caso de que algún país agote el suyo.
En cualquier caso, se trata de un sucedáneo, ya que la auténtica unión exigiría crear fondos únicos a nivel europeo. La duda que queda es si con el acuerdo alcanzado de supervisión única bancaria se pospondrán aún más los otros dos pilares de la unión bancaria, lo que sería un gran error. La propuesta de directiva de FGD europeo lleva más de dos años de trámites parlamentarios sin que aún haya visto la luz. Este es el mejor ejemplo de lo complicado que es alcanzar acuerdos para recuperar el enorme terreno perdido en el avance hacia la integración financiera, donde la crisis iniciada en 2007 ha supuesto una fragmentación del mercado único en mercados nacionales. Volviendo al sueño de España, obviamente es una mala noticia que la supervisión única se haya retrasado a 2014, ya que solo a partir de entonces será posible la recapitalización directa a los bancos por parte del fondo de rescate europeo.
En cualquier caso, eso no implica que esa decisión tenga efectos retroactivos y que, por tanto, se aplique al rescate de la banca española. No obstante, no nos obsesionemos demasiado con este tema ya que estamos hablando de 4 puntos porcentuales del PIB que no se notarán en exceso en la ratio deuda pública/PIB de España dado el elevado nivel ya alcanzado. Este es otro grave problema que exige romper otro círculo vicioso tan o más importante que el anterior: el de la austeridad y la recesión.
Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia-IVIE y colaborador del CUNEF