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Los inversores recelan ante la incertidumbre del rescate

El riesgo soberano pone en tela de juicio la auditoría a la banca

La auditoría de Oliver Wyman a la banca española debía ser el ejercicio definitivo de transparencia que comenzara a devolver la confianza de los inversores hacia el sector. Sin embargo, la ausencia del riesgo soberano en el test de estrés y la elevada incertidumbre que pesa sobre la economía española y la petición de rescate continúan penalizando al sistema financiero español.

Han transcurrido poco más de dos semanas desde que se conociera el resultado del test a la banca española coordinado por Oliver Wyman, que arrojó un déficit de capital para el sistema de 53.745 millones de euros, y la desconfianza sigue planeando sobre las entidades financieras, pieza clave para la recuperación de la credibilidad del país.

Lo que se concibió como un ejercicio que debía arrojar luz de forma inequívoca sobre la salud de la banca española, si bien ha dejado una clara radiografía de los riesgos inmobiliarios, ha dejado otros aspectos en el tintero que continúan preocupando a los inversores, al tiempo que persisten las dudas sobre la viabilidad del conjunto de la economía española si no hay una nueva concesión de ayuda europea de por medio. Las agencias de rating ya han puesto el dedo en la llaga y, tras la rebaja de la pasada semana del rating soberano al filo del bono basura por parte de S&P, esta mañana le llegó el turno a todos los bancos españoles que mantenían una calificación superior a la del Estado.

"El mercado sigue exigiendo un elevado tributo a España pero no se ha recibido aún nada de ayuda del fondo de rescate a la banca. Es como estar ya rescatado pero sin la ventaja de disponer de las ayudas", reconoce un ejecutivo del sector financiero. En definitiva, el test a la banca no ha logrado romper el peligroso vínculo entre riesgo bancario y riesgo soberano, la gran aspiración buscada por el Gobierno en su petición del rescate para el sistema financiero español y el desafío que tiene por delante el conjunto de la zona euro, en especial la periferia más acosada por los mercados, tal y como ha quedado patente en la asamblea del FondoMonetario Internacional celebrada la pasada semana en Tokio.

Fuentes financieras apuntan que el riesgo soberano que han asumido los bancos en sus balances es el punto que más ensombrece el ejercicio de transparencia a la banca, ya que el test de estrés no contempló un deterioro de estos activos. Así lo decidió el comité integrado por la troika (BCE, Unión Europea y FMI) y que estableció los supuestos de estrés para el examen al sector junto al Gobierno, el Banco de España y la Autoridad Bancaria Europea. Y ello pese a que esta última ya abogó en 2011 por incluir el riesgo soberano en el test de estrés al que sometió a la banca europea, desatando con ello una peligrosa espiral especulativa por la que la deuda soberana en balance dejó de considerarse un activo libre de riesgo. En esta ocasión, y visto el efecto nocivo que el leve estrés de la cartera de deuda llegó a tener hace más de un año, el ejercicio de transparencia se centró en el riesgo inmobiliario, no en vano el gran lastre del sector y del conjunto de la economía española.

Fuentes del sector defienden que es en el riesgo vinculado al ladrillo donde se debe medir el déficit de capital, puesto que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria fue el origen de la crisis financiera y económica que azota el país. Pero en el propio sector reconocen igualmente que el riesgo soberano pesa en la banca por partida doble. Por un lado, por el efecto de la operativa del carry trade -por la que los bancos compran deuda con la liquidez suministrada por el BCE y obtienen así un margen que no permite obtener la parálisis en el crédito-, que está contribuyendo a apuntalar las cuentas de resultados pero que también ha engordado con más deuda los balances bancarios. Y por otro lado, y como consecuencia de lo anterior, por el evidente riesgo de mercado, ya que la cartera de deuda queda sujeta a las oscilaciones que marca el ánimo de los inversores. De hecho, la banca española se ha convertido en garante de las emisiones del Tesoro y con su participación activa en las subastas está compensado las fuertes ventas de deuda por parte de inversores extranjeros.

"Dependencia peligrosa"

La Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) advertía la semana pasada de la "arriesgada" y "peligrosa dependencia" que existe entre la deuda soberana y las instituciones financieras en un momento como el actual, en que la banca nacional se ha convertido en el principal inversor de deuda pública española. Y recordaba que el incremento de la cartera de deuda de la banca española se ha incrementado el 60% desde el inicio de 2010, hasta alcanzar cerca de 240.000 millones de euros y como fórmula con la que amortiguar la fuerte caída de la inversión extranjera.

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