El error del BCE frente a la Fed: no dar prioridad al crecimiento
La lentitud de la eurozona en la toma de decisiones irrita a los mercados.
Los dos mayores bancos centrales del mundo, el BCE (Banco Central Europeo) y la Reserva Federal de EE UU, han tenido que desafiar sus convenciones ante una crisis de una magnitud y profundidad inesperadas. Después de cinco años de crisis, el BCE sigue ponderando los riesgos de una eventual presión inflacionaria, si bien no ha tenido otro remedio que emplearse a fondo con las llamadas herramientas no convencionales: la compra masiva de deuda. La Fed se ha visto abocada a una tercera y definitiva -no tiene límite ni de cuantía ni de tiempo- ronda de relajación cuantitativa (QE3) y ha retrasado dos años más el inicio del regreso a la normalidad de los tipos de interés, que seguirán anclados entre el 0% y el 0,25% hasta entrado 2015, frente a la fecha de 2013 por la que se apostó inicialmente. En ese sentido, se puede argumentar que ninguno ha conseguido dar con la clave. Pero las diferencias entre la situación de EE UU y la eurozona son sustanciales.
"Históricamente, la forma de actuar y la política de comunicación de la Fed van muy orientadas a los mercados financieros. En cambio, en el BCE se actúa ignorando al mercado", explica Toni Bellfill, director del departamento de gestión de carteras de GVC Gaesco. "Los americanos tienen muy presente el efecto riqueza y que, si los mercados suben, los inversores tendrán mayor confianza para invertir, al sentirse más ricos. En Europa no hay esa percepción", explica Bellfill.
Por empezar por lo más visible, el Dow Jones se ha revalorizado prácticamente un 20% respecto a los niveles inmediatamente anteriores a la quiebra de Lehman Brothers, mientras que el Euro Stoxx está más de un 20% por debajo; es decir, hay una brecha de 40 puntos entre los dos índices.
En lo que se refiere a la deuda soberana, EE UU se financia a un cómodo interés de poco más del 1,8% en el bono a 10 años, mientras que la eurozona padece una gran dispersión entre sus diferentes Estados miembros, que oscila desde el 1,68% de Alemania hasta el insostenible 20,3% que se exige a los bonos griegos. Otros países tienen que pagar tasas superiores al 5%, insostenibles a largo plazo; entre ellos, España, que tras disfrutar de una breve tregua al hilo del último plan de compra de deuda del BCE -llegó a caer al 5,6%- ha vuelto a subir y ahora fluctúa entre el 5,9% y el 6%. La Comisión Europea espera que el paro se mantenga por encima del 10% de media, con una gran dispersión entre países y situaciones dramáticas como la de España, con una tasa de paro del 24,6%.
Por último, en lo que se refiere a la actividad económica, la desventaja también es considerable para la eurozona. Las negativas condiciones macro de EE UU se refieren a unas proyecciones de crecimiento del PIB de entre el 1,7% y el 2% para este año, mejorando a un rango del 2,5% al 3% en 2013; la inflación se mantendrá próxima al 2% y la tasa de desempleo se situará en el entorno del 8% en 2012 y del 7,9% en el ejercicio próximo. En la eurozona, se anticipa una contracción de entre el 0,6% y el 0,2% este año y, para 2013, una amplia horquilla que va de una tasa negativa del 0,4% a una positiva del 1,4%
La clave de la austeridad
En Europa se ha hecho de la austeridad presupuestaria la piedra angular de la acción política. Si bien estas políticas parecen haber dado sus frutos en Irlanda, no ha ocurrido así en los casos de Grecia y Portugal. "Es necesario gestionar el Estado con eficiencia. Es imposible mantener durante años un gasto muy superior a los ingresos, pero es preciso combinar las políticas de austeridad con otras de crecimiento que intenten reanimar el mercado laboral. Es preciso encontrar un punto medio entre la barra libre de la Reserva Federal y la austeridad que ha guiado la Fed", explica David Galán, director de renta variable de Bolsa General.
"Si hay que elegir, la política más equivocada es la del BCE. Se ha puesto de relieve el problema que tiene la eurozona, que es muy lenta en la toma de decisiones, se va dando tumbos y sin una línea clara de lo que se quiere, permitiendo que cada país mire por sus propios intereses. Los resultados están a la vista: Estados Unidos crece, será con o menos paro, pero desde luego no tiene el problema de desintegración que amenaza a la UE", opina Galán.
El BCE ha invertido hasta 218.000 millones en la compra de deuda soberana y ha otorgado al sector financiero un crédito a tres años por un importe de un billón a un interés inicial del 1%, ahora del 0,75% tras la última rebaja de tipos. En julio de 2008, la autoridad monetaria subió tipos hasta el 4,25%. Fue la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, lo que hizo revertir la política. En mayo de 2009, el BCE llegaba al 0,75% actual, pero el tipo volvió a subir hasta el 1,5% en los últimos meses de mandato del francés Jean-Claude Trichet. Cuando Draghi tomó el relevo en noviembre pasado, los tipos volvieron a bajar de nuevo. El BCE es heredero del Bundesbank alemán e históricamente está preocupado por el riesgo de hiperinflación que condujo al ascenso del nazismo. Pero del miedo a la realidad hay una gran distancia: la hiperinflación cristalizó en 1922 en la República de Weimar con un crecimiento del IPC del 1.570% en un solo año.
La Fed empezó a bajar tipos en septiembre de 2007, desde el 5,25%, y en diciembre de 2008 ya había llegado al rango del 0% al 0,25% actual. La primera ronda de expansión cuantitativa (QE1) consistió en una inyección de 1,5 billones de dólares y fue anunciada en marzo de 2009. La QE2, a partir de noviembre de 2010, consistió en 600.000 millones más y la QE3 consiste en la compra de 40.000 millones mensuales de bonos hipotecarios sin fecha límite y que, sumados a la política de reinversiones que comenzó en 2011, la llamada operación Twist, elevará el volumen de activos de largo plazo en manos de la Fed a un ritmo de 85.000 millones mensuales.
"Claro que esta política expansiva tiene riesgos, pero hay que ponderar los beneficios. Claramente, la Fed tiene más margen de maniobra. Pero EE UU es un país y, en cambio, la zona euro es una unión monetaria de 17 países. Eso hace el papel del BCE más complicado", valora el estratega jefe de Citi en España, José Luis Martínez Campuzano. Una cosa está clara, la velocidad en la toma de decisiones está siendo determinante. Y en eso, la Fed lleva una enorme ventaja.