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Columna
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Barclays y su futura política de pagos

David Walker tiene una oportunidad de oro. El próximo presidente de Barclays quiere reformar la despreocupada cultura de los bonus bancarios en el Reino Unido, personificada por los gigantes paquetes de pago del anterior consejero delegado Bob Diamond. Solo hablar de una moderación en los pagos suele provocar un éxodo de inversores que se van a los competidores más generosos. Pero Walker tiene importantes ventajas.

Tras el escándalo del bonus de Diamond de 2011, Barclays se encontraba entre los sospechosos para los inversores. Pero otros bancos de inversión se encontraban en una situación similar. UBS y Credit Suisse sufrieron importantes votos de protesta, mientras los accionistas de Citigroup votaron contra su informe de remuneraciones. Mientras la ralentización de la banca de inversión parece estructural, no parece probable que los malhumorados banqueros de inversión de Barclays tengan muchos lugares para ir si no les gustan las ideas de Walker. Además, ahora Barclays parece más generoso que sus rivales. En 2011, las compensaciones totales representaron el 47% de los ingresos de su banco de inversión, Barclays Capital, por encima de la media del 41% de oponentes como JPMorgan, Goldman Sachs y Morgan Stanleyt. El ratio de compensación de Barclays podría al menos caer hasta los niveles de sus rivales.

Los planes de incentivos a largo plazo de los directivos de Barclays también están a punto de reformarse. Como están las cosas, estos planes conceden a los directivos acciones por cinco veces su salario, pese a que están diferidas a tres años y pueden ser recuperadas si las cosas empeoran. El periodo en HSBC es de cinco años, y sus jefes no pueden vender las acciones a menos que se retiren o se vayan. Otra manera de fomentar la prudencia sería ceder deuda así como los instrumentos de patrimonio como parte del paquete global de pagos.

Barclays podría ir un paso más allá. En mayo, la ira de los inversores empujó al banco a supeditar la mitad del bonus anual de Diamond a si los costes de capital superaban el 11,5% hasta 2015. Walker puede argumentar que todas las recompensas deberían depender de los retornos económicos. Ahora puede hacerlo.

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