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Tribuna
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El Hierro, hacia una economía sostenible

En la Exposición Mundial del Milenio del año 2000, la Fundación ZERI (Zero Emissions, Research & Initiatives) construyó en Hannover un audaz pabellón de bambú, que se convirtió en el más popular de la feria. Fue entonces cuando el Cabildo de El Hierro tomó contacto conmigo para saber si mi visión innovadora y las propuestas de una nueva economía serían aplicables a la más pequeña de las islas Canarias, ubicada a una hora de África y dos horas y media de Madrid.

La isla sobrevivió durante décadas, merced a la generosa política de la Península y de la Unión Europea, cuyos Gobiernos subvencionaban casi todos los sectores de la economía local. Pero esta situación de dependencia no ofrecía ningún futuro a las jóvenes generaciones que, mayoritariamente, abandonaban la isla para no volver. El Cabildo tuvo el acierto de no conformarse con esa situación sin futuro y se planteó el gran proyecto de Gorona del Viento, la empresa que ha transformado la producción de energía eléctrica, sustituyendo la central de gasoil por una revolucionaria central hidroeólica. Al mismo tiempo, me pidieron que diseñara las pautas estratégicas concretas para conseguir que una isla de algo más de 10.000 habitantes se convirtiera en un ejemplo extraordinario de economía sostenible, capaz de ofrecer un futuro a sus jóvenes generaciones.

El gran desafío era demostrar a corto plazo que el cambio de modelo, basado en los subsidios, era posible. La lógica que sugerimos a las autoridades de la isla fue muy simple: utiliza lo que ya tienes. La respuesta de la mayoría de los habitantes de la isla era que no tenían nada. Pero con mi propuesta, basada en la economía azul, sugiero que no nos preguntemos si somos optimistas o pesimistas, según veamos el vaso de agua medio lleno o medio vacío. Hay que ser capaz de ver que el vaso está completamente lleno de agua y oxígeno.

La economía azul propone descubrir qué es lo que tenemos a nuestra disposición. Y la crisis profunda de El Hierro les forzó a reflexionar sobre lo que ahora todos, España y la mayoría de naciones europeas incluidas, tienen que hacer: qué es lo que tengo que me permitirá salir de la crisis. En El Hierro descubrieron que el gasto de importación de combustible para la generación de energía eléctrica suponía 80 millones de euros al año. Y enseguida llegaron a la conclusión de que si se pudiese ahorrar esa cantidad, instalando un sistema de generación eléctrica renovable, no solo se convertirían en la primera isla del mundo energéticamente autosuficiente, sino que la economía local experimentaría un gran impulso.

El elemento más importante de la economía de la isla es el agua. El garoé, el mítico árbol capaz de producir agua del vapor del aire, es el símbolo de la supervivencia de un territorio en el que su gente tenía que emigrar por falta de agua. Pero, gracias a la central hidroeólica de Gorona del Viento, una iniciativa del sector público y de Endesa, ahora será posible tener agua, y además barata y sin dependencia de las fluctuaciones del precio del petróleo en el mercado mundial. Y si hay agua, hay agricultura. Las islas Canarias tienen una gran tradición en la producción de alimentos de calidad, aun en un contexto de escasez de agua. Si la escasez se convierte en abundancia, a un precio asequible, es evidente que el sector agroalimentario experimentará un notable impulso. Y lo mismo sucederá con otros sectores económicos, como por ejemplo el turismo científico y de calidad que será atraído a la isla por esta singular experiencia.

En un momento en el que la atención se centra obsesivamente en el endeudamiento de los Estados y la crisis del euro, esta iniciativa tan pequeña está llamando la atención de la UE y de muchos territorios insulares del mundo. Lo que está sucediendo en El Hierro es una muestra de hacia dónde debe orientarse la salida de la crisis, utilizando los recursos locales y la imaginación. La Declaración de El Hierro, firmada recientemente por iniciativa del Ministerio de Industria, con el apoyo del comisario europeo de la Energía, el Parlamento Europeo y la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena), es el paso definitivo para hacer de la pequeña isla un escaparate mundial de sostenibilidad y autosuficiencia energética. Como testigo privilegiado del desarrollo de El Hierro en los últimos 12 años, doy la bienvenida a esta iniciativa que merece la pena dar a conocer en el mundo.

Gunter Pauli. Miembro del Club de Roma. Autor del libro 'La economía azul'

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