Malas vibraciones
El tsunami Bankia llega a las playas españolas y europeas y se empiezan a ver los daños colaterales. ¿Cómo salir de esta? El autor apuesta por un plan para crecer y recuperar la confianza de los inversores.
Cuando se anunció la nacionalización de Bankia tuve la misma sensación que cuando EE UU nacionalizó Fannie Mae y Freddie Mac en 2008, una semana antes de la quiebra de Lehman. Ambas suponían un 30% del PIB de los respectivos países y ambas provocaron un tsunami financiero. Ahora empieza a llegar a las playas españolas y europeas el tsunami Bankia y empezamos a ver sus daños colaterales. El error de Lehman fue dejarla quebrar y que fueran los bonistas los que asumieran las pérdidas. En el caso español ha sido un préstamo, por lo tanto algo hemos aprendido, pero los bonistas temen que vayan a tener que asumir pérdidas en el futuro. Tras conocer que España solicitaría ayuda financiera a la troika el mercado abrió con cierre de posiciones cortas especulativas que provocaron fuertes subidas de Bolsa y bajadas de las primas de riesgo, especialmente en los plazos más cortos de la curva. Luego durante la sesión del lunes y el martes la reacción fue perdiendo fuerza como los malos vinos espumosos y han acabado desplomándose. Las rentabilidades de los bonos españoles han vuelto a máximos, la Bolsa ha cerrado en negativo y los bancos domésticos cotizan en mínimos históricos.
Como era previsible, el contagio a Italia ha sido fulminante y Unicredito cayó el lunes un 13% desde los máximos del día hasta el cierre del lunes. Los bancos franceses y alemanes también han registrado fuertes caídas. Los CDS de bancos europeos han repuntado con fuerza y se sitúan en máximos históricos, 100 puntos básicos por encima de los máximos niveles de 2009 tras la quiebra de Lehman. Nuestros socios europeos van a entender por fin que la deuda es de los españoles pero el problema es de franceses y alemanes que han comprado los bonos. El euro tras repuntar a niveles próximos a 1,27 ha caído por debajo de 1,25 de nuevo.
¿Qué ha pasado? Incertidumbre. De nuevo la maldición europea de anunciar un acuerdo sin concretar los detalles. ¿Cuál será el plazo del préstamo a España? ¿A qué tipo de interés? ¿Tendrá el préstamo preferencia sobre los inversores privados? ¿Cómo conseguirá el dinero el FEEF o el MEDE para dárselo a España? ¿Activará el préstamo al MEDE los CDS de la deuda pública española? La niebla era muy espesa y en vez de arrojar luz, los líderes europeos contribuyen a generar más dudas y más niebla.
Todo el planeta sigue con atención la prima de riesgo a 10 años de España pero el problema está en los mercados de repo a muy corto plazo. Tras la intervención de Bankia, los inversores internacionales cerraron líneas a la banca española en las cámaras internacionales de repos que son préstamos con garantía de bonos de deuda pública española. España ha tenido que solicitar un crédito de emergencia ante sus dificultades para conseguir directamente la financiación en los mercados y el objetivo debería ser parar la fuga de capitales de inversores no residentes y con el tiempo recuperar su confianza y conseguir que regresen. Por desgracia parece que el resultado será aumentar el estigma y dificultar más nuestro acceso a la financiación. La semana que viene el Tesoro emitirá letras y bonos en el mercado y será la prueba del algodón sobre los efectos del préstamo. La banca aún tiene exceso de liquidez en el BCE y las subastas de letras tendrán demanda pero con fuerte presión sobre los tipos de interés. Pero en los bonos hay dudas razonables para ver mucha tensión en las subastas. Si los inversores internacionales no compran repos de deuda pública a un día o a una semana ¿van a comprarnos bonos a plazo? En breve tendremos la respuesta. Si el Tesoro tiene dificultades para emitir y si no es posible emitir los hispabonos varias de nuestras comunidades están en una situación crítica de liquidez por lo que habría que ampliar el objeto del crédito e incluir al Estado y con condicionalidad fiscal implícita.
¿Cómo salimos de esta? Tras el desastre de bahía de Cochinos, Bob Kennedy le dijo a su hermano el presidente: "si todo ha fallado, cuéntales la verdad". Es absolutamente necesario que los líderes europeos reconozcan sus errores de política económica y de gestión de la crisis del euro. Hay que cambiar urgentemente la política fiscal. Hay que suavizar los ajustes exigidos en los países con tensión financiera y el resto de países deben aprobar estímulos para compensar y lograr al menos una política neutral para el conjunto de la Eurozona. El BCE debe ponerse al frente de la manifestación y anunciar un programa de compra de deuda pública y privada durante un año y no inferior a 500.000 millones de euros. Podría bajar tipos y penalizar la facilidad depósito para evitar aumentar el balance. Hay que reestructurar las deudas de los países intervenidos y ajustarlas a la capacidad de pago y aprobar planes de inversión con el Banco Europeo de Inversiones para que vuelvan a crecer.
Hay una ley económica elemental en las crisis de deuda que el Eurogrupo por mucho que se empeñe no puede cambiar "si no crecen no pagan". Hay que recapitalizar la banca acreedora cuyo capital sufrirá tras las quitas. Y por último hay que mantener los dedos cruzados. Ya hay evidencia empírica de 2008 y este paquete de shock sabemos que funciona. EE UU lo aplicó, no se equivocó precipitando la retirada de estímulos y el PIB crece, el empleo crece, el crédito crece y han reducido 4 puntos el déficit público por el crecimiento de ingresos asociados a la recuperación.
Europa debería haber puesto en marcha este plan el pasado mes de agosto. Ahora la economía está en recesión y la desconfianza de los inversores está en máximos y costará más revertir la inercia. Pero la estrategia sigue siendo comprar tiempo y seguimos perdiendo la variable más escasa en una crisis de deuda, aumentando cada día el coste de los contribuyentes al que supuestamente por el maldito riesgo moral y el castigo ejemplarizante pretenden proteger. El mito es que Europa avanza de crisis en crisis pero nunca los europeos nos hemos enfrentado a una crisis de esta magnitud y complejidad.
Seguimos esperando indicios de vida inteligente en Europa, pero tras la experiencia de los dos últimos años, no debemos subestimar la capacidad de nuestros líderes de equivocarse. En España ya hemos asustado bastante a los inversores aflorando déficit y pérdidas en el sistema bancario. Ahora hay que explicarles quién y cómo las vamos a pagar para que recuperen su confianza y vuelvan a comprarnos bonos.
José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney