Las constructoras se disputan negocio por 160.000 millones en América Latina
América Latina es la tierra prometida. Y no solo para las ACS, Ferrovial, Acciona, OHL, Sacyr o FCC. Ese mercado se abre también a la clase media de la obra civil e ingeniería.
Si EE UU, Oriente Próximo y Australia son la tierra prometida para el sector mundial de la construcción, América Latina es ya un caladero preferente para las compañías españolas. Y no solo para las ACS, Ferrovial, Acciona, OHL, Sacyr o FCC, sino que ese mercado se abre también a la clase media de la obra civil e ingeniería. Aldesa tiene negocios en México; Sando comenzó el pasado verano sus operaciones en Colombia; Assignia cuenta con oficinas en México, Venezuela o Colombia; Azvi es de las pocas que ha probado fortuna en Brasil, además de estar consolidada en Chile... Pero son muchas aún las que no han dado el salto.
La mayor demanda de obras a corto y medio plazo en toda América, y prácticamente en el mundo, se agolpa en el sur del continente. Los 100 mayores proyectos suman 200.000 millones de dólares (161.000 millones de euros), con dominio de las actuaciones en materia de transportes (90.417 millones de dólares), infraestructuras petrolíferas (35.500 millones de dólares) y de energía (26.226 millones), según un informe que ha circulado a finales de mayo en el Foro de Liderazgo Latinoamericano celebrado en Lima (Perú).
Y parece que habrá trabajo para todos a la vista de las características de las obras: desde el tren bala entre Río y São Paulo, valorado en 18.000 millones de dólares, hasta los 46 millones que costará mejorar la navegabilidad en los ríos Huallaga, Ucayali, Marañón y Amazonas en Perú. En busca de negocio, en este y otros campos, el rey Juan Carlos, inició ayer una visita a Brasil y Chile acompañado por los primeros ejecutivos de Telefónica, Santander, BBVA, Iberdrola, Repsol, Sacyr, Técnicas Reunidas, Isolux o Abengoa, entre otras.
Eso sí, para cruzar el Atlántico en busca de obras hay que tener en cuenta que alguno de los mercados más destacados ha estado cerrado a la construcción extranjera durante años, como es el caso de Brasil, que aglutina una cuarta parte de las actuaciones previstas. También es denominador común la necesidad de fondos privados que cubran la estrechez de los presupuestos públicos. Se impone la colaboración público-privada.
Geno Armstrong, responsable de ingeniería y construcción de KPMG, señala en el último estudio publicado por la consultora que los últimos tres años de incertidumbre económica se han saldado con un giro en el enfoque de negocio de las constructoras, con el paso de las construcción comercial y residencial a un segundo plano. Cuando en España está prácticamente desintegrándose el sector de la construcción, para el resto del planeta se calcula que el gasto en infraestructuras en los próximos 40 años alcanzará los 70 billones de dólares (56,6 billones de euros), según apreciaciones que parten de la consultora Booz Allen Hamilton, la OCDE, el Departamento de Transportes de Estados Unidos o del inversor especializado Global Infrastructure Partners.
La clave para acceder a este mercado de las oportunidades es, a juicio de KPMG, ganar volumen para codearse con las mayores constructoras del mundo, acumular experiencia y acertar en la diversificación. "Para conseguir contratos cada vez es más importante contar con la experiencia adecuada, por lo que la batalla por hacerse con los recursos especializados puede intensificarse aún más, con un aumento de las fusiones y adquisiciones de empresas a fin de hacerse con esos conocimientos y capacidades".
Con un parque empresarial atomizado y de base familiar, en España está aún por llegar la esperada corriente de concentración. Unas alianzas y fusiones a las que animan tanto las patronales de la construcción como el propio Gobierno.
El último movimiento destacado en este sentido se ha dado en Barcelona con el nacimiento de una Agrupación de Interés Económico entre 12 ingenierías. La entidad tiene el nombre de Enginyeria Consultoria Consortium 21 (ECC21) y reúne a Auding, GPO, JG Ingenieros, TEC4, Cicsa, Dopec, BomaImpasa, Greccat, Eurogeotècnica, Gecsa, Inalba y Siena. Por separado tenían escasas opciones de triunfar fuera. En alianza agrupan a 1.200 trabajadores, están en 13 países y facturan 110 millones anuales.