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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Crisis y sostenibilidad de las pensiones

Los españoles parecen convencerse cada vez más de que las dificultades que se van a encontrar como sociedad para salir de la crisis económica en la que entraron en 2008 no serán fáciles de superar. Mientras otros países han dado ya con el remedio de la recuperación, los excesos del periodo de fuerte crecimiento cometidos por la economía española mantienen ahora maniatada la actividad y las expectativas para el futuro a medio plazo. Fuerte endeudamiento de todos los actores privados, trasvase constante de cargas al Estado y un sistema financiero empachado de activos problemáticos son las tres dificultades a resolver, aunque los mecanismos para hacerlo son cada vez más limitados.

Los escenarios que dibuja el FMI para España alertan de que no se logrará el nivel de producción previo a la crisis hasta al menos 2017, aunque en materia de empleo franquear tal umbral cueste unos cuantos años más. Hasta el Gobierno admite en su programa de estabilidad enviado a Bruselas que el crecimiento será muy modesto en los próximos ejercicios y que esta legislatura terminará con más paro que el existente cuando comenzó. Los datos conocidos sobre actividad y empleo en los primeros meses del año, sin acumular el pesimismo inicialmente estimado, son muy preocupantes. Y en algunos casos, como la afiliación a la Seguridad Social, deben ser tomados en seria consideración, por cuanto pueden forzar a una revisión no contemplada todavía de los escenarios financieros del sistema de pensiones, y, por qué no, en una reforma de la reforma, que despeje las dudas que vuelven a aparecer sobre la sostenibilidad del sistema público de retiro.

La reforma de la Seguridad Social aprobada en 2010 estaba bien enfocada; pero los acontecimientos se han precipitado, y lo que se consideraba que en 2012 sería un confortable crecimiento de la actividad se ha tornado en una nueva recesión, que trastoca todas las previsiones. Las variables de cotización y prestación del sistema comenzaban a modificarse a partir de 2013, y culminaban en 2027 con la jubilación a partir de 67 años. Pero los hechos demuestran que tales planteamientos pueden no ser válidos ahora.

El sistema de pensiones ha entrado en 2012 con sus recursos agotados, en déficit de explotación, y con muy serias dudas de que los planteamientos financieros para este año y siguientes puedan cumplirse con el escenario de crecimiento dibujado por el Gobierno. Cierto es que dispone de un fondo de reserva bien nutrido, con unos 65.000 millones de euros, aunque su colocación mayoritaria en títulos de deuda española lo convierten en un mecanismo de difícil utilización, puesto que vender deuda para abonar pensiones podría suponer pérdidas. El Fondo de Reserva está para situaciones como esta; pero no tiene justificación su uso si no va acompañado en paralelo de un serio reajuste de los cambios en las condiciones de cotización y de acceso a las pensiones que hagan pensar que el socorro de la hucha es pasajero. El número de cotizantes con empleo por cada pensionista es 2,08, la ratio más baja en 25 años. Es una cota que debe servir para reabrir el debate, porque es una de las materias que siempre han suscitado el consenso entre los grandes partidos de Gobierno, pero sobre todo porque está en una materia en la que no se puede jugar a los dados.

La sociedad es muy consciente de que España debe encontrar algún motor de crecimiento futuro que sustituya a un modelo agotado como el que feneció hace ya unos años. Pero no admitirá de ninguna de las maneras que el sistema público de retiro contenga dudas sobre su sostenibilidad, porque generará tal sombra de pesimismo que paralizará las decisiones de consumo e inversión de los hogares. El Gobierno quiere introducir en el Plan de Reformas la elaboración del factor de sostenibilidad de las pensiones reservado en la reforma para 2017. Si ha llegado el momento, debe meterse ya en el debate, puesto que la presión del envejecimiento es un multiplicador en plena crisis de los números rojos del sistema. La población es consciente de que el presente es duro y lo será en el medio plazo; pero quiere tener cierta seguridad en el futuro.

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Cándido Pérez Serrano

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