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Tribuna
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Hoja de ruta urgente

Más allá de los recortes, y con independencia de la opinión que tengamos sobre su tipología, cuantía y ritmo, es evidente que España necesita algún tipo de estrategia de crecimiento a medio plazo. Esa necesidad descansa en dos frentes: por un lado, el problema de España es de crecimiento, y los recortes no generan crecimiento. Por otro lado, el Gobierno utiliza de manera premeditada el pesimismo, que busca hacer más digeribles los recortes, lo que se conoce como la estrategia del shock; pero, a la vez, a la gente que sufre los recortes habría que darle un rumbo; no pensamos en una predicción optimista del tipo de "mañana salimos", sino una predicción condicionada del estilo de "si hacemos esto y lo otro, podemos salir mañana". Y eso es lo que no se ve por ningún sitio, más allá de los dichosos recortes.

¿De qué estrategia de crecimiento estaríamos hablando? Por supuesto, una que pase por los mercados exteriores. Necesitamos exportar más (incluyendo turismo); no puede ser que tras tres años de crisis sigamos teniendo déficits exteriores, es decir, gastando más de lo que ingresamos como país. Este año 2012 es posible alcanzar el superávit exterior y ese debe ser un objetivo inicial. Para ello hay que situar la competitividad en el centro, pero esto no es solo cuestión de reducir costes. Ya hay empresas españolas, grandes y pequeñas, que compiten con éxito. Hay que cambiar el modelo sociocultural prevaleciente en el boom y poner a estos empresarios y a sus trabajadores en el centro de la sociedad.

Tenemos que conseguir que haya más empresarios centrados en las exportaciones y que los que haya crezcan más. Las dos cuestiones son importantes, aunque con frecuencia nos centramos en la primera, y los estudios existentes parece que pueden estar respaldando que tenemos bastantes empresas y que tanto las grandes como las pequeñas son bastante competitivas (respecto a las de fuera con un tamaño similar), lo que falla es la composición del agregado, de forma que aquí prevalecen las pequeñas. Si esto es así, la cuestión clave es por qué las empresas españolas crecen menos, y hay varias respuestas posibles:

l Algunos autores señalan al mercado laboral, pero si fuese cierto, la reforma laboral agrava este hecho, porque generan figuras de contratación específicas para las empresas de menos de 50 trabajadores.

l Otros autores abogan por el papel de la economía sumergida; si las empresas grandes tienen un mayor control del fraude, las pequeñas pueden no tener incentivos a crecer.

l En general, es un problema de elección y de incentivos. Si hubiese mucha competencia, las empresas se verían obligadas a acercarse al tamaño más eficiente, pero si el grado de competencia es bajo, pueden prevalecer otros elementos: pueden considerar que ya ganan suficiente dinero y no reinvertir, pueden no querer socios o endeudamientos altos, pueden no querer dejar de controlar personalmente la gestión y un largo etcétera. No parece que el Gobierno quiera aumentar la competencia a la vista de las intenciones con relación a los órganos reguladores: menos órganos, con menos competencias que pasarían a la Administración, y con personas más afines al partido del Gobierno.

Miremos los datos. En 2009 había en España, según Eurostat, más empresas que en Alemania, Francia o Reino Unido. Que en términos agregados solo nos supere Italia no es una buena referencia. Por tanto, el objetivo debe ser el tamaño.

Obviamente, la reducción del número de pequeñas empresas no debe ser un objetivo en sí mismo. Nuestro razonamiento es el contrario, debemos crear el ambiente propicio a la búsqueda de la eficiencia, y ello suele implicar que la gestión se profesionalice y la actividad alcance el tamaño apropiado. Por supuesto que si tenemos más emprendedores, mejor, pero lo que necesitamos, por ponerle cifras a un ejercicio peligroso, es que 10.000 empresas ya existentes den el salto y algunas de ellas acompañen a nuestros referentes internacionales para seguir consolidando la marca España en el mundo.

Y esto, ¿cómo se hace? Promover fusiones entre pequeñas puede ser conveniente, pero no es la clave. Al final, la recomendación no debe ser que dos bancos malos se unan y formen un banco grande y malo, sino que la presión y la necesidad de mejorar, junto con la disponibilidad de las herramientas, les lleve a crecer absorbiendo, fusionando o individualmente. La clave es promover la competencia para que los pequeños necesiten aliarse. Promover los controles para que el tamaño no sea un escondite del fraude. Promover la profesionalización de la gestión.

En definitiva, uno de los objetivos centrales de la política económica, dentro de una perspectiva de reestructuración del aparato productivo hacia un modelo sostenible de crecimiento debe ser la convergencia hacia el nivel de apertura exportadora de la UE. En 2010, la relación exportaciones/PIB era 26,1% para España, 41,4% para UE-27 y 45,7% para Alemania. Para ello, se necesita una hoja de ruta urgente.

Pedro Saura / Diego Peñarrubia. Portavoz de Hacienda del Grupo Socialista en el Congreso / Profesor de Análisis Económico de la Universidad de Murcia

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