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El foco
Tribuna
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Tiempos de amor y crisis

Las reformas han venido acompañadas del discurso "el Gobierno hace lo que tiene que hacer". El autor explica por qué el Ejecutivo de Rajoy no consigue el número suficiente de adhesiones de ciudadanos. .

La Eurocopa y, sobre todo, el pasado Mundial de fútbol rompieron el maleficio de que España dependiera de otros para pasar de los cuartos de final. Sin embargo, tras las elecciones andaluzas, el PP necesita que, en menos de dos años, cambien las condiciones económicas internacionales para revalidar las cuotas de poder alcanzadas durante el 2011. Mariano Rajoy ya no depende de sí mismo para acometer las reformas del Estado que son necesarias para hacer de España un país competitivo capaz de imponer, al menos en parte, sus criterios en Europa y al resto del mundo.

Gobernando en Andalucía, aun sin tener el control de Cataluña y el País Vasco, hubiera sido posible mediante pactos con los nacionalistas; pero, estando casi la quinta parte de España (esto es, la comunidad andaluza) en manos del PSOE, tal cosa parece poco menos que imposible, a menos que los partidos de izquierdas cambien de estrategia y pongan por encima de sus próximos intereses electorales el bien del conjunto de los ciudadanos. La reducción del déficit público, pero también lo que es todavía más importante, la transformación del ineficiente Estado de las autonomías, tal y como lo conocemos hoy, requiere un poder político prácticamente completo, como el que habría tenido el PP de haber conseguido gobernar en Andalucía o, en su defecto, un acuerdo constitucional en el que, hoy por hoy, como decía antes, el PSOE no tiene interés estratégico en que se produzca.

A la vista de cómo ha quedado el tablero de juego, el PP debe reorientar su estrategia si quiere no depender de los demás para ganar las elecciones autonómicas y generales en el año 2015. Andalucía no se someterá a la disciplina de las otras comunidades autónomas gobernadas por los populares y no lo hará por motivos estratégicos. Desde su único bastión importante, los socialistas intentarán, por todos los medios, que Rajoy no alcance sus objetivos, mediante un desgaste sucesivo en la calle, que le lleve a perder el poder lo antes posible.

Rajoy y su equipo han presentado el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para este año. Esta norma se enmarca en el conjunto de medidas aprobadas por el Gobierno desde que accedió al poder: la reforma laboral, la reestructuración del sector financiero, la ley de transparencia, etc. Para todos los casos la justificación es la misma: "El Gobierno hace lo que tiene que hacer". Este es el leitmotiv de su discurso e incluso de la falta del mismo durante los primeros cien días de Gobierno, en los que Rajoy apenas ha dado explicaciones a la opinión pública por considerar, por contraposición a su antecesor, Rodríguez Zapatero, que hay que dejarse de discursos y "hacer las cosas como Dios manda". De esta manera, se pretende transmitir al electorado la idea de que el equipo presidido por Rajoy constituye un Gobierno responsable que está dispuesto a acometer las reformas y los ajustes necesarios para sacar a España de la crisis. A decir verdad, esta idea se está transmitiendo, pero no por ello se consigue la adhesión de un número suficiente de ciudadanos, como han demostrado las elecciones en Asturias y Andalucía.

¿Por qué, a pesar de estar transmitiendo la idea de que se hace lo correcto, el PP no está consiguiendo la adhesión de un número suficiente de ciudadanos? Pues por las mismas razones que durante la mayor parte de la legislatura pasada tampoco consiguió hacerlo hasta que en mayo de 2011 el Gobierno de Rodríguez Zapatero tuvo que adoptar algunas medidas, por la fuerza, para evitar el rescate, lo cual puso de relieve la futilidad de su política y su incapacidad manifiesta para salvar a España de la crisis. En un artículo, Javier Redondo apuntó las dos carencias estratégicas de los populares en aquel entonces y que ahora se podrían repetir: la comunicación y el liderazgo; si bien, este último, entendido no como la determinación de la cabeza visible, la cual no cabe la menor duda que no puede ser otra que la del propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sino en el sentido de liderazgo en el debate político, no solo en el Parlamento, sino, lo que es más importante, para contrarrestar y superar la estrategia del PSOE a nivel social.

El Gobierno del PP se está comportando igual que si fuera un equipo tecnocrático pactado con la Unión Europea y no como un verdadero Gobierno político que acaba de ganar las elecciones por mayoría absoluta. Debido sobre todo a la herencia recibida del anterior Gobierno socialista, al Ejecutivo de Rajoy no se le compara con los de Polonia, Irlanda, Francia, Alemania o Reino Unido, sino con el de Monti en Italia, que no es un Gobierno elegido democráticamente, sino coyuntural de técnicos. La diferencia consiste en que mientras Monti no preside ningún partido político y no se va a presentar a ningunas elecciones, Rajoy sí.

La política es una suerte de narración coherente, no tanto una actividad orientada a la gestión de los recursos. En la política y en el amor rigen los mismos principios. El pretendiente sabe muy bien lo que le conviene; pero su corazón solo lo entrega al ser que es capaz de despertar su emotividad. Como señala Ortega y Gasset en Estudios sobre el amor, "en el amor lo importante no es si el ser amado tiene o no algún defecto, sino que posea las virtudes necesarias para el enamoramiento". Esta es una lección que los Gobiernos del PP deberían aprender. Está bien "hacer las cosas como Dios manda" y "hacer todo lo que se tenga que hacer", pero, además, hay que conseguir que los ciudadanos no solo entiendan y sepan qué es lo que les conviene sino que sientan como propia (y no solo de un Gobierno de buenos gestores) la inmensa y durísima tarea de hacer de España una nación próspera en la que la economía y el Estado del bienestar sean sostenibles.

Estamos en tiempos de crisis y, precisamente por ello, es más necesario que nunca un liderazgo social y político que se traslade a través de una eficiente y adecuada comunicación que consiga movilizar al pueblo en una gran misión colectiva. Son tiempos de gestión, pero también son tiempos de amor y pedagogía. Solo mediante una adecuada combinación de estos tres elementos el PP conseguirá hacer su propia política sin depender de los demás y, sobre todo, que España no solo pase de los cuartos sino que, en la final, gane el mundial de la crisis.

Juan Manuel Badenas Carpio. Catedrático de Derecho civil y Rector de la valencian international university (VIU)

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