¿Quién cobra en Europa?
El sistema sanitario español cuesta ya un 9,5% del producto interior bruto. Según diversos pronósticos, alcanzará el 15% en 2050. Ante este panorama y la necesidad de reducir el elevado déficit público, el copago de estos servicios aparece como una fórmula para mantener el sistema tal y como lo conocemos.
Los expertos, sin embargo, tienen opiniones encontradas. Para Núria Mas, doctora en Economía por la Harvard Business School y profesora de Economía del IESE, esta fórmula de financiación origina en todos los casos analizados "una reducción en la utilización del servicio sanitario", pero también riesgos para la salud si no se incorporan medidas protectoras para la población más vulnerable.
Mas es coautora, junto a Laia Cirera y Guillem Viñolas, del estudio Los sistemas de copago en Europa, Estados Unidos y Canadá: implicaciones para el caso español, en el que se apunta como principal conclusión que el copago, al impactar en la toma de decisiones de los pacientes, puede reducir el consumo sanitario tanto en tratamientos que le son vitales como en los que no lo son. Por eso recalca que hay que encontrar la fórmula para que los servicios que se dejen de consumir "sean los menos beneficiosos para la salud del ciudadano".
El estudio detecta que los pacientes no reaccionan de igual manera a todos los servicios. Cuando el copago se introduce en la atención primaria, la sensibilidad al precio aumenta, por lo que puede originar problemas en prevención. Para evitarlo, el informe del IESE recomienda tomar en cuenta en esos casos la renta y las necesidades de la población para proteger a los sectores más vulnerables, como los enfermos crónicos y las personas con rentas más bajas. Así lo tienen establecido un gran número de vecinos europeos (ver cuadro), con especial mención a Alemania, Francia, Italia y Portugal.
Una vez que parece claro que el copago por compra de fármacos es una realidad, falta por saber si el Ejecutivo se atreverá a dar un paso más adelante y también implicar al paciente en el pago de los servicios sanitarios, algo que ya hacen la gran mayoría de países europeos. El informe del IESE recalca que España, junto con Dinamarca y Reino Unido, es de los pocos donde el paciente no participa en la financiación del sistema. Además, era la única nación del Viejo Continente en la que el jubilado no pagaba por las recetas, algo que tras la reforma sanitaria cambia.
El estudio recalca que los países que lo aplican lo hacen más como una finalidad disuasoria que recaudatoria. "En el caso de la atención primaria existe en nueve países para evitar el abuso", añade Mas.
La profesora del IESE critica el copago en dos servicios, como la visita a los especialistas y la hospitalización, que en ningún caso dependen del paciente, si no de la decisión del medico de atención primaria y del especialista hospitalario.
Las cifras
10 euros es lo que se paga en Alemania por una consulta de atención primaria.25% es el porcentaje que se paga en Italia en las urgencias si se demuestra que no era necesaria.