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Buscando una crisis desesperadamente

Portugal caerá a finales de año. España es protagonista en los comentarios financieros desde hace ya tiempo, y se la considera demasiado grande para caer, Tanto, que se romperá el euro. Eso, si no se rompe antes porque Alemania se marcha (corriente de opinión que ganó enteros últimamente).

Si salimos un poco de la zona euro, podremos comprobar cómo la posibilidad de un ataque israelí a Irán y el cierre del Estrecho de Ormuz a los barcos petroleros puede generar una crisis que haga palidecer cualquier choque petrolero. Y si miramos un poco más allá, hacia Extremo Oriente, resulta que China supone un gran peligro por el recalentamiento de su mercado inmobiliario y la excesiva expansión del crédito. Y de Estados Unidos, mejor no hablar. Decir que la Reserva Federal es un fraude piramidal por la expansión de balance es de lo menos feo que se lee en los comentarios económicos de perfil conservador…

Por lo demás, desde el mundo financiero parece que se ha esquivado un momento Lehman Brothers con los CDS de Grecia. Pero no hay tregua ni respiro en la ruleta del miedo. Hoy la cuestión parece ser, más bien, que Wall Street, gracias al dinero de Bernanke, está inflando demasiado los precios. Para muestra, valga la burbuja de las dichosas redes sociales. ¿Apple? Pagar dividendo puede, en un ejercicio de cinismo, considerarse la prueba de que el modelo Jobs no da más de sí. Aunque eso sería forzar las cosas.

El ser humano es capaz de vivir tanto en el desierto de Namibia como en las Islas Feroe gracias a su capacidad de adaptación. Y nos hemos adaptado, yo incluido, al entorno generado desde verano 2007. En estos casi cinco años hemos vivido un rosario de sustos económicos sin precedentes desde la Gran Depresión. Nos hemos acostumbrado, y probablemente ahora buscamos la confirmación de que estamos en este escenario. El miedo se ha instalado en el mercado y, si en épocas de euforia los inversores se buscan excusas y argumentos rebuscados para seguir comprando, hoy lo hacen en sentido contrario.

Estos miedos del mercado están, en parte, justificados. Las consecuencias de la crisis son tan dolorosas, y las eventuales medidas para intentar paliar este daño tan apabullantes, que el riesgo de desequilibrios es elevado. Todo eso es cierto. Pero, la verdad, a veces me da la impresión de que la tensión y los miedos van más allá de lo razonable. Ya tenemos bastante con lo que tenemos; irse tan lejos a buscar futuribles crisis o escándalos me suena un tanto artificioso.

Música contra la crisis, Carole King, I Feel the Earth Move.

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