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Tribuna
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A quién le interesa un plan en renta variable

Saber qué activo financiero debería concentrar la mayor parte de las aportaciones, tanto actuales como futuras, del dinero aportado a un plan de pensiones es la cuestión que trae de cabeza a buena parte de los ahorradores, especialmente en los tiempos que corren.

Sin ser factible una recomendación universal aplicable a todos los ahorradores, sí es posible establecer una opción clara para el 60% de los partícipes actuales de planes de pensiones individuales en España, que tiene en la actualidad menos de 51 años.

A ese 60% de la población activa que contribuye a un plan de pensiones le restan no menos de 20 años hasta su jubilación. Para todos los ahorradores que encajan en este retrato robot biométrico y que, además, están preocupados por la sostenibilidad futura del sistema público de pensiones y, por tanto, por el colchón financiero disponible en el momento de su jubilación, mi respuesta es contundente: sus aportaciones hoy deberían dirigirse a un plan de pensiones de renta variable.

Obviamente, no es una respuesta fácil, ya que existen múltiples condicionantes que es necesario tener en cuenta, siendo el primero de ellos el diferente grado de aversión al riesgo que tiene cada ahorrador.

La experiencia reciente no favorece a la renta variable. Un simple vistazo a los gráficos demuestra que una inversión pasiva y medida punto a punto en un índice bursátil desde el año 2000, no solo no ha sido capaz de preservar a día de hoy el capital invertido, sino que en términos nominales ha generado pérdidas significativas. A estos efectos es irrelevante que el índice elegido sea el S&P 500, el Ibex 35 o el Euro Stoxx 50.

Efectivamente, el periodo contemplado, y que algunos ya denominan la década perdida, ha concentrado una serie de acontecimientos difícilmente repetibles en todo un ciclo vital: estallido de burbujas varias, volatilidades extremas, atentados terroristas de proporciones inimaginables, cuestionamiento del sistema financiero internacional y todo ello rematado por la mayor crisis de confianza en Europa.

¿Invalidan estos últimos 10 años el potencial de revalorización de la renta variable en un horizonte temporal de 20 años? La respuesta, igualmente firme, es no.

Sin ánimo de parecer simplista, las fuertes caídas de la renta variable en los últimos años son atribuibles exclusivamente a dos factores: primero, el proceso intenso de desapalancamiento financiero; y segundo, una renovada obsesión por el riesgo, deriva natural del periodo de complacencia anterior.

¿Qué puede y debe esperar de la renta variable, en un entorno económico que progresivamente tienda a normalizarse, un ahorrador al que le resten 20 años para su jubilación?

Básicamente, un ajuste al alza y de forma sostenible de las valoraciones de la renta variable.

Dos consejos adicionales para este ahorrador:

-Por un lado, busque un plan de pensiones gestionado de forma verdaderamente activa. Existen muchos planes cuya gestión se limita a replicar en gran medida unos determinados índices bursátiles (gestión pasiva) y que a la hora de comercializarlos se les pone la etiqueta de gestión activa, con el fin de justificar elevadas comisiones de gestión. Sin entrar en un debate acerca de los méritos de uno u otro sistema, lo cierto es que la gestión activa permite mitigar en parte las oscilaciones fuertes de mercado como las vividas en estos años.

-En segundo lugar, prepare un programa de aportaciones periódicas y sistemáticas a lo largo del año, lo que contribuirá a reducir el riesgo asociado a una única aportación anual que pueda coincidir con picos de mercado.

Juan Aznar. Director general de Mutuactivos

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