Todos pendientes de la Cumbre Europea
La semana termina con una de las mayores subidas de los últimos años, pero aún así seguimos sin consumar el regio matrimonio entre la macroeconomía, que sigue muy complicada, y las Bolsas.
Hoy de nuevo, fuertes subidas, a cuenta del descuento que hace el mercado de que en la cumbre del día 9 se van a arreglar las cosas. Otras muchas veces hemos descontado esto mismo, e indefectiblemente los políticos han decepcionado, ojalá esta sea la vencida. De momento Alemania sigue diciendo a todo no, menos a una descafeinada propuesta de crear fondos por encima del 60% de la deuda, pero luego que cada uno se apañe como pueda, pero el mercado sigue muy esperanzado.
Se ha publicado el dato de empleo en EE UU, que no ha sido gran cosa, y ha limitado las ganancias, pues se ha considerado que sigue sin ser lo suficientemente fuerte para relanzar la economía.
El bono español a 10 años que rozó el 7% en varias ocasiones, ahora está al 5,45% y la prima de riesgo, ese prima tan poco querida ni deseada su visita en Navidad, a diferencia de las primas normales, que llegó a estar cerca de 500, se ha ido a 333, ya muy lejos del nivel de 450, por encima del cual, Clearnet podría haber pedido más garantías por la deuda española, y haber montado un Belén de los que hacen época.
Los gráficos también tiene buena pinta. En condiciones normales, esto apuntaría al típico y que siempre viene bien rally de Navidad.
No obstante éste es un mercado muy difícil muy condicionado por la crisis política y económica de la UE, y por supuesto tendrá mucho que ver lo que pase en la cumbre del día 9.
Toda esta historia de la mayor integración fiscal y demás está muy bien, pero tras la experiencia actual con el euro puede que no se estén teniendo en cuenta otros riesgos que generaría el modelo alemán.
Este artículo de El País, reciente, escrito por Ángel Laborda de la Fundación de Cajas de ahorros FUNCAS, pone bastante bien el dedo en la llaga. Esta es para mí la cita clave:
El gran pecado que cometimos entre 1999 y 2007 es el de desarrollar una gran burbuja inmobiliaria, de difícil control por los gobiernos españoles cuando durante tantos años tuvimos una política monetaria demasiado laxa, precisamente porque Alemania estaba estancada. No niego que nuestros gobernantes hubieran podido hacer bastante (y no lo hicieron) para impedir que la burbuja llegara tan lejos, pero por mucho que hubieran hecho, no lo hubieran conseguido del todo. Ahora esa burbuja tiene acogotada a la economía, ha provocado la destrucción de millón y medio de puestos de trabajo, una crisis profunda de nuestro sistema bancario y ha sido la principal causa de que el déficit público se haya disparado. Pero para solucionar estos graves y complejos problemas ni siquiera contamos con un banco central que nos dote de un mínimo de estabilidad financiera mientras hacemos los necesarios ajustes y cambiamos nuestro modelo de crecimiento. Al revés, hemos sido contagiados por la crisis de la deuda griega y los mercados nos han situado en el ojo del huracán, con las consecuencias que vemos estos días. En definitiva, no nos queda más remedio que salir de este embrollo solos y en medio de un huracán no provocado por nosotros.
Creo que es una cita que da muy de pleno en la situación real.
Parece que una de las cosas clave que va a proponer Alemania, y por tanto que tiene muchas posibilidades de salir, es la siguiente. Y digo que tiene muchas posibilidades de salir porque Merkel no escucha a nadie, no admite ninguna sugerencia ni propuesta, ella decide como en el despotismo ilustrado, pues cree que está amparada en la razón. Y ojo, que puede que la tenga...
Hoy, un portavoz del gobierno alemán dice que Merkel ve con buenos ojos la idea de un DRF propuesta por el ministro de economía de su país. Esto es debido a que cumpliría los objetivos: el primero de ellos es que es algo que podría reconstruir la confianza en el euro y sobre todo dentro de la muestra quedarían los países aceptantes que entienden la importancia de no tener un alto endeudamiento porque supone un problema para la Eurozona. También se defiende esta propuesta diciendo una vez más que cada país es responsable de sus propias deudas, lo que subraya la negativa de Alemania a apoyar los eurobonos.
La idea de todo este asunto es la de intentar respaldar los problemas que tiene algún país de la euro zona con su deuda, pero sin hacer directamente de aval a ningún país en concreto. Para ello, lo que se está buscando es una especie de responsabilidad compartida que vaya desde el apoyo a esa deuda desde fuera como el compromiso para hacerse cargo de ella desde dentro. Uno de los problemas más fuertes que se tiene es cómo realizar en una legislación o en un compromiso la obligación de no dormirse en los laureles porque la ayuda viene desde fuera.
Para intentar solventar esto, la propuesta del Ministro de Economía alemán pone en escena el "Debt Redemption Fund" (DRF). Lo que se intenta hacer es crear una cesta de deuda gubernamental que exceda el 60% del producto interior bruto de cada país. Una vez hecho esto, se emitirán bonos sobre una garantía conjunta que respalde ese fondo, pero los países participantes adquieren un compromiso de hacerse cargo de las obligaciones de esa deuda en un período fijo. Con esto lo que se consigue es retrasar un poco ese exceso de deuda pero a la vez se adquiere el compromiso real de acabar con ella en el tiempo establecido y por si fuera poco se crea un incentivo para que los países no superen el 60% del Producto Interior Bruto en deuda. Se está hablando de que la participación en dicho fondo sería obligatoria para aquellos que superen el 60% pero a cambio se les exigiría unos programas de ajuste fiscal a la altura de las circunstancias y que estarían ya escritas antes de la adhesión al fondo, es decir, todo el mundo sabría de antemano lo que se ha de hacer en compensación para poder entrar en ese fondo.
Se habla de un plazo de 20 años para esos bonos que se emitan contra la deuda que exceda el 60% (la propia Alemania tendría que hacerlo). Lo que queda confuso, es quién compraría esos bonos, porque es de suponer que muchos países con baja credibilidad podrían tener problemas. ¿Quizá el fondo de rescate o algo así? Teniendo en cuenta que los países que los estuvieran emitiendo se habrían comprometido a una fiscalidad exigente y penalizable, más o menos podría funcionar, sin que sea una colectivización de deuda. Incluso el FMI podría echar una mano en este tema.