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Cinco Sentidos

Belleza natural, tradición bodeguera y señorío urbano

El lavado de cara de Burdeos revitaliza los atractivos turísticos de Aquitania, región muy próxima e históricamente hermanada con España.

El clima hizo posible el vino, el preciado líquido atrajo a comerciantes y señores, y estos crearon edificios de singular belleza. Burdeos y su contorno en la región francesa de Aquitania son, pues, ese vino mundialmente afamado, pero también mucho más; paisajes únicos, un centro histórico y cultural de primer orden, y un lugar con una historia muy ligada a la española, pero que hoy no es tan bien conocida como se debiera, a juzgar de todo lo expuesto.

La capital aquitana se ha beneficiado en los últimos años de un espectacular lavado de cara que ha limpiado la práctica totalidad de su centro histórico, principalmente edificado durante ese siglo XVIII en el que fue centro del comercio colonial, primero, y luego de la producción vinícola de la Europa atlántica. A edificios anteriores de interés -en particular la catedral o el Convento de los Dominicos-, se fueron sumando antes de la Revolución el magnífico Gran Teatro o el ayuntamiento, pero sobre todo una pléyade de edificios civiles que conforman un centro urbano señorial y encantador. El protagonismo español corresponde a Francisco de Goya, el más ilustre de los muchos exiliados que en distintas ocasiones se refugiaron aquí y que tiene una expresiva estatua en pleno centro de la ciudad.

Especialmente placentero resulta combinar compras con la contemplación de las fachadas de caliza porosa y los balcones de hierro forjado, siempre distintos, paseando por el Triángulo de Oro comercial de la ciudad, con la Cours de l'Intendance como principal avenida. También destaca en las paredes la presencia de rostros de piedra, de los que se contabilizan más de 3.000 desperdigados por toda la ciudad.

Siguiendo los raíles del tranvía desde l'Intendance es posible llegar a otro de los ejes de la ciudad, la ría navegable -de 8,50 metros de calado y 400 metros de ancho-, que la convirtió en el puerto más importante de Francia durante siglos. El Puerto de la Luna, en el paseo de cinco kilómetros que hoy ha recuperado la ribera, fue declarado en 2007 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Los grandes barcos se quedan ahora algunos kilómetros más cerca del mar. La orilla inmediatamente cercana al centro de la ciudad ha sido ocupada por instalaciones como el sorprendente espejo de agua, una fuente efímera que refleja por momentos el entorno y se ha convertido en el lugar más fotografiado de Burdeos. Un buen ejemplo de su fotogenia es la imagen nocturna de la Plaza de la Bolsa que domina este reportaje.

El vino, por supuesto, está presente en toda la sociedad bordelesa. Y también en su gastronomía: el dulce típico, los caneles, se elabora con yema de huevo, sobrante del proceso de clarificación del vino.

Al igual que en Jerez, familias extranjeras se hicieron con el control de buena parte de la comercialización del vino local, que aquí sale al exterior por un singular sistema, el de los llamados "negocios". Se trata de mayoristas que compran el vino y se encargan de la comercialización, y se han convertido en la burguesía adinerada del lugar; existen hoy unos 400, entre los cuales los hay de origen español -Castel-, escocés -Johnston- o alemán -Schiller-. Solo algunas bodegas con especial poderío, como Mouton Rothschild, han desarrollado su propia cadena de venta.

800 millones de botellas al año

La producción, en cambio, sigue en su mayoría en manos de las grandes familias tradicionales, en muchos casos con propiedades varias veces centenarias. En el entorno de Burdeos se cuentan 57 denominaciones de origen que producen 800 millones de botellas al año para todo el mundo. El poderío de estas dinastías queda plasmado en los edificios que dan nombre a sus entidades, los chateaux, que rivalizan en lujoso señorío.

Uno de los productores de un grand cru entre los cinco más reputados, Lynch-Bages, cuenta con un museo único en la zona, en el que es posible descubrir los métodos de producción históricos y contemplar las barricas de la añada actual, que se albergan en una estancia que cada año cuelga en sus paredes pinturas de un artista distinto: ahora es el turno de Antoni Tàpies.

Los más de 500 chateaux que no se encuentran en la élite buscan también los medios para conseguir un mayor reconocimiento internacional. Un ejemplo interesante es el del Château Lanessan, que tras estar dirigido por miembros de la familia desde tiempos de Robespierre, ha puesto su destino en manos de una enóloga española, Paz Espejo. En un mundo tradicionalmente masculino, Espejo dirige una propiedad con 145 hectáreas de bosque y 75 de viñedos, una veintena de empleados fijos y una docena de personas que viven en la instalación a tiempo completo para su cuidado.

Además de recorrer las colinas repletas de viñedos, las posibilidades de visitas en la zona son múltiples. Uno de los centros turísticos tradicionales de Aquitania, y lugar con incuestionables atractivos, es la bahía de Arcachón. En su entorno se encuentran tanto la duna de Pyla -o Pilat-, la más alta de Europa y cuyos 100 metros son escalados cada año por un millón y medio de visitantes, así como bosques que albergan 150 kilómetros de rutas ciclistas.

La propia bahía es conocida internacionalmente por ser el principal punto de producción de ostricultura en Europa. Cada año el lugar produce 10.000 toneladas de ostras, favorecidas por la calidad del agua y el clima. La Isla de los Pájaros, alrededor de la cual se produce el cultivo, es una propiedad estatal, repartida en concesiones que se renuevan periódicamente.

Un paseo en pinasse por las proximidades de la isla, dominada por las 52 cabañas donde trabajan los ostricultores, permite entender que se trata de un cultivo lento, trabajoso y arriesgado. Las pequeñas lapas se implantan en tejas, donde permanecen durante un año hasta ser trasplantadas a rejas en las que permanecerán otros dos. Entre tanto, los riesgos son múltiples: las enfermedades se llevan por delante al 60-70% de los animales, el furtivismo motiva que en invierno el lugar sea vigilado desde helicópteros... A cambio, el producto es rentable y de máxima calidad, como puede disfrutarse en los mejores establecimientos de las localidades de la costa.

Veraneos de antaño

Arcachón, la capital de la zona, tuvo el consumo de ostras como uno de sus atractivos cuando se convirtió, en el siglo XIX, en una localidad de moda para veraneantes tan distinguidos como Alfonso XII -que conoció aquí a María Cristina- o Sissi. Todos se alojaban en el llamado Barrio de Invierno, repleto de casas señoriales que hoy pueden recorrerse. El balneario local y unas playas apacibles, hoy como entonces, atrae a un turismo sobre todo familiar.

Guía para el viajero

Cómo ir. Easyjet abrió este año una ruta directa entre Madrid y Burdeos que viaja cuatro veces por semana a las 15.30 (lunes, miércoles, viernes y domingo), con precios desde los 16 euros por trayecto. En sus cinco primeros meses de vida fue utilizada por más de 25.000 pasajeros. Para los viajeros del norte de España, la región está a tiro de piedra en coche: Burdeos apenas se encuentra a 200 kilómetros de la frontera de Irún.Dónde dormir. El hotel La Tour Intendance (www.hotel-tour-intendance.com) es una cómoda posibilidad en el mismo corazón de Burdeos, un tres estrellas construido respetando los edificios históricos originales. Entre los cinco estrellas señoriales de la ciudad puede destacarse el Grand Hotel Bordeaux & Spa (www.ghbordeaux.com), en el corazón comercial. Para Arcachón, son buenas alternativas varios tres estrellas, como Le Trianon (www.meretgolf.fr) o Le Dauphin (www.dauphin-arcachon.com), situado en un encantador edificio.Dónde comer. En la propia Burdeos hay media docena de restaurantes galardonados con estrellas Michelin, pero vale la pena alejarse unos kilómetros para visitar Le Saint-James (www.saintjames-bouliac.com). La Co(o)rniche (www.lacoorniche-pyla.com) es un fantástico restaurante y hotel con vistas a la duna de Pyla, decorado por el célebre Philippe Starck (él mismo es un habitual de la zona). Una opción más económica y con todo el sabor local es la Brasserie Bordelaise (www.brasserie-bordelaise.fr).

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