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Tribuna
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Es hora de abrir los balances

Durante las últimas dos semanas, los líderes europeos han mostrado que son capaces de evitar un mayor contagio de la crisis de la deuda soberana. Han podido tranquilizar provisionalmente a los mercados bursátiles y financieros y la prima de riesgo española se ha vuelto a estabilizar. Aunque con retraso y forzando unas elecciones anticipadas en Eslovaquia, los 17 Estados de la eurozona han ratificado por vía parlamentaria los nuevos poderes del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). El fondo, que cuenta con 440.00 millones de euros, podrá desplegar sus nuevos poderes para prestar a los países endeudados, comprar sus bonos e inyectar liquidez en los bancos débiles.

Al mismo tiempo, los líderes de las principales economías de la eurozona están negociando un plan para proceder a una reestructuración ordenada de la deuda griega. Se han barajado quitas de hasta el 50% para los bancos y fondos de pensiones con exposición a Grecia. La obligada intervención y nacionalización de Dexia es un aviso de lo que podría suceder con otras entidades financieras si no se recapitalizan los bancos en apuros. Pero la canciller Angela Merkel y el presidente Nicolas Sarkozy no se ponen de acuerdo. François Hollande, candidato de los socialistas franceses a las presidenciales del próximo mayo, aventaja a Sarkozy en los sondeos. Sarkozy quiere que los bancos franceses puedan acceder inmediatamente al FEEF para frenar la fuerte caída que están padeciendo en sus cotizaciones bursátiles. Merkel, por su parte, ha sobrevivido a un annus horríbilis en el que su CDU ha perdido prácticamente todas las elecciones regionales que se han celebrado. Los díscolos liberales, socios de la CDU en el Gobierno, siguen desafiando a Merkel, planteando una salida de Grecia de la eurozona. Pero para agotar la legislatura, que finaliza en la segunda mitad de 2013, Merkel podría optar por gobernar nuevamente con los socialdemócratas si los liberales le complican demasiado las cosas.

Más allá de los cálculos electorales, Merkel y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, creen que los países con elevados niveles de deuda deben imitar el ejemplo alemán y apostar por reformas estructurales que dinamicen sus economías. Proporcionarles más liquidez a través del Banco Central Europeo o el FEEF desincentiva la adopción de reformas estructurales y paquetes de austeridad. Por ello, Merkel se opone a la creación de los eurobonos y considera que el FEEF debe emplearse como último recurso si los bancos no pueden recapitalizarse en los mercados o mediante ayudas de sus respectivos Gobiernos. El presidente Obama y el Fondo Monetario Internacional son partidarios del enfoque francés, mientras que la mayoría del Banco Central Europeo secunda a Merkel. Alemania ha capeado la crisis precisamente gracias a una combinación de austeridad y una contención salarial que ha permitido a las empresas teutonas mantener o incluso aumentar sus exportaciones.

La postura alemana es lógica desde un punto de vista económico, pero pasa por alto que una actitud demasiado prudente no es una buena receta en el contexto actual. Los bancos alemanes también tienen exposición a Grecia. El Fondo Monetario Internacional sigue exigiendo una recapitalización de los bancos europeos de entre 100.000 y 200.000 millones de euros. Las pruebas de estrés realizadas en verano a los bancos europeos no fueron suficientemente rigurosas. Para poder recapitalizar de manera inmediata y selectiva es imprescindible que los bancos abran sus balances y revelen la verdadera dimensión de su exposición a la deuda de los países periféricos. De lo contrario, serán los mercados los que continuarán con su destructiva criba en los parqués bursátiles.

El presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, ha planteado un adelantamiento a 2012 de la entrada en vigor del Mecanismo de Estabilidad Europeo, que sustituirá al FEEF. Además propone que los bancos que no alcancen determinados niveles de reservas de capital y necesiten inyecciones públicas de liquidez no puedan pagar bonus a sus ejecutivos ni repartir dividendos. Barroso quiere posicionar a la eurozona de cara a la cumbre del G-20 que se celebrará bajo presidencia francesa en Cannes a principios de noviembre. El eje franco-alemán debe convencer a Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y los países emergentes de la necesidad de restringir o incluso prohibir a nivel internacional las prácticas altamente especulativas (ventas a corto, contratos de derivados, actividades de los hedge funds) que han agudizado la crisis.

También deben evitar que las mismas agencias de calificación de riesgo que repartían triples A durante la burbuja inmobiliaria rebajen diariamente y con poco rigor la calificación de la deuda soberana y de los bancos. Pero alcanzar un gran acuerdo en la cumbre del G-20 que regule las prácticas financieras excesivamente especulativas es un reto demasiado ambicioso en este momento. Consensuar una solución para Grecia y recapitalizar los bancos europeos son las dos prioridades que deberán absorber el tiempo de los líderes europeos en las próximas dos semanas.

Alexandre Muns Rubiol. Profesor de la Escuela Superior de Comercio Internacional. Universidad Pompeu Fabra

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