Comprar un Ferrari de los 60, ¿capricho o inversión?
Mientras la economía no despega, la demanda y la cotización de ciertos deportivos clásicos no deja de subir
El mercado de automóviles clásicos del máximo nivel no conoce la recesión. El pasado mes de agosto se celebraron varias subastas en Monterrey (California) y los resultados hablan por sí solos. Las dos firmas estadounidenses más potentes en este campo son RM y Gooding & Co., que facturaron 57 y 59 millones de euros respectivamente. Además, 29 de los coches que vendieron superaron el millón de dólares. Entre los récords logrados destaca el Mercedes-Benz subastado por mayor valor (540K Spezial Roadster de 1937, por 6,89 millones de euros), el del coche americano más caro vendido en una subasta (Duesenberg J LWB Coupé Whittell de 1931, por 7,36 millones de euros) y sobre todo el del automóvil más caro vendido en una subasta, el Ferrari 250 Testarossa de 1957, que alcanzó 11,66 millones de euros (foto principal). El anterior récord lo tenía otro Ferrari del mismo tipo (solo se fabricaron 22), que en mayo de 2009 alcanzó los nueve millones de euros; esto indica que se ha superado la marca del año anterior en un 30%.
Otro ejemplo de rápida revalorización lo tenemos en los 5,7 millones de euros que se pagaron en 2007 por un 330 TRI/LM Testarossa que ganó las 24 Horas de Le Mans en 1962. El mismo coche había cambiado de manos en 2002 por 4,5 millones de euros, con lo que su comprador pudo disfrutarlo durante cuatro años y luego obtener una plusvalía de 1,1 millones de euros. Muy buscado también es el descapotable 250 GT California. En 2008, uno de estos modelos (de la versión SWB, la más valorada, solo se hicieron 56 unidades), que perteneció al actor James Coburn, se vendió por 7 millones de euros, aunque las previsiones eran de que solo alcanzaría entre 3 y 4 millones.
Ya se sabe que los americanos están locos por los coches del cavallino (en 2010 lograron las mejores ventas de su historia en Norteamérica -EE UU y Canadá- con 1.750 coches, un 20% más que el año anterior), pero la continua revalorización de ciertos modelos es un fenómeno mundial. En 1987 todo el mundo se llevó las manos a la cabeza cuando Christie's subastó en Londres un Bugatti Royale por 5,5 millones de libras (1.130 millones de pesetas de entonces), y el récord se mantuvo durante más de dos décadas. Pero desde 2008, cada año se supera el récord del anterior, y el protagonista es siempre un Ferrari.
Más ejemplos: según el reputado experto en clásicos Simon Kidston, la valorización del 250 GT LWB California subastado en Villa d'Este (Italia) el pasado mes de junio por 2,52 millones de euros ha evolucionado así: en 1999 se vendió por 291.000 euros; en 2003 cambió de manos por 628.0009, y en 2009 alcanzó 1.465.000 euros.
La escasez, la belleza, la excelencia mecánica y sobre todo la originalidad son las claves para la valoración de estos coches, que cuando eran nuevos solo podían comprar multimillonarios, príncipes o estrellas del cine. Con el valor que alcanzan muchos mecánicos restauradores podrían tener la tentación de hacer copias exactas (estos coches llevan muy pocas piezas), marcarlos con el número de chasis de alguna unidad desaparecida e introducirlas en el mercado. Hoy esto es casi imposible porque los expertos conocen dónde está cada coche, quién lo tiene y cuál es su número de chasis. En todo caso, la división Ferrari Classiche se encarga tanto de restaurar modelos como de entregar certificados de autenticidad, requisito imprescindible en transacciones con muchos ceros.
Lo de encargar una copia exacta sí es un recurso de muchos propietarios, que así dejan el bueno en casa y pueden disfrutar del gemelo de su coche sin preocupaciones. El 250 GTO (1962-1964) es en principio el Ferrari más valioso (se hicieron 36 y cambian de manos a partir de 10 millones) y como es fácil de imaginar, sus propietarios son personajes muy destacados. Entre ellos están el modisto Ralph Lauren, el propietario de la firma de maquinaria JCB sir Antony Bamford, el expresidente de Microsoft Jon Shirley o el batería de Pink Floyd Nick Mason.
Entre los Ferrari de finales de los sesenta y principios de los años setenta son los Dino y los Daytona los que más se están revalorizando. Entre los modernos, los aumentos notables solo se están dando en los modelos de serie limitada, como el 288 GTO, el F40, el F50 o el Enzo.
Modelos modernos
Comprar un Ferrari nuevo es un sueño para muchos, pero no parece un buen negocio. Un deportivo de 220.000 euros como el nuevo 458 costará mucho menos en poco tiempo, como pasa con cualquier otro automóvil. En todo caso, los cupés con motor delantero (599) y sobre todo los de cuatro plazas (612) se devalúan más rápido que los biplazas con motor central. Según Jeremy Cottingham, del especialista británico DK Engineering, el mayor incremento en la valoración se está registrando en el Enzo (2002-2005), que nuevo costaba unos 600.000 euros (solo se fabricaron 400 unidades) y ya ronda el millón. La misma fuente confirma que los F40 (1987-1992) han pasado en apenas un año de rondar los 300.000 euros a alcanzar 400.000. En todos ellos el historial de mantenimiento es fundamental. La globalización juega a favor de las cotizaciones de estos modelos; cada vez hay más millonarios en el mundo y por tanto más demanda, pero la oferta evidentemente no puede aumentar.