Una solución para la crisis
Habiendo vivido un hecho económico extraordinario histórico, como es casi la suspensión de pagos de Estados Unidos de América y su reducción del rating dentro de este crash de 2007 que ha abocado a una falta de dinero en el mercado que no tiene parangón ni siquiera comparándola con la crisis del 29, debemos analizar cuál es la situación actual para tomar las medidas oportunas.
Resulta obvio que esta situación provoca que no haya liquidez en los mercados y, además, que no se quieran poner en marcha los mecanismos para inyectarla hasta alcanzar la cantidad óptima de dinero en la economía. Se trata de una situación en la que los países se ven día a día incapaces de acometer los hechos económicos habituales y necesarios para continuar diariamente con su devenir normal en cuanto al funcionamiento de las empresas y unidades familiares. Por ello, debemos retrotraernos a los requisitos de convergencia de Maastricht -en los que se dejó bien claro que en la zona euro no podían cohabitar económicamente países sin el cumplimiento de los mismos- y que ahora, en lo relativo al menos a la inflación y deuda pública, deberían seguir estando presentes para todos los integrantes de esta zona. Ello dista mucho de ser así y provoca que las políticas monetarias del Banco Central Europeo (BCE) no puedan ser pertinentes para todos los países, pues las subidas de los tipos de interés de intervención que pueden ser buenas para Alemania resultan muy nocivas, por ejemplo, para España.
Creo que debería comenzar a plantearse que los países que no puedan continuar por todas estas razones con la moneda única puedan abandonar temporalmente el euro y regresar a sus monedas antiguas; eso sí, sin que estas sean negociadas internacionalmente, pues para todas las transacciones internacionales se continuaría utilizando el euro hasta que pudieran reorganizar su economía y volviesen a cumplir los requisitos de convergencia. Pues es más factible reconducir la situación de manera concreta e independiente que de forma global para toda la eurozona debido a estos desequilibrios económicos. Además, el tipo de cambio del euro para cada uno de esos países se podría mantener fijo, como hasta ahora. En lo relativo a España, ello dejaría plena libertad para poder poner en marcha la fábrica del dinero y poder inyectar la cantidad necesaria para que el Estado y la ciudadanía puedan acceder a la liquidez que ahora mismo es del todo imposible obtener por las vías establecidas de transmisión del sistema financiero.
Todo ello, obviamente, sin dejar que la medida provoque efectos económicos indeseables -es el caso de una inflación desmedida- pues existen mecanismos desde hace mucho tiempo bien conocidos para poder controlar los precios. Solo hay que recordar cómo Estados Unidos de América implementó durante un tiempo medidas de control de precios, así como los trabajos sobre ello de Milton Friedman.
También, dicho sea de paso, creo que en la historia económica ya hemos sufrido demasiadas crisis en las que se ha visto involucrado el sector de la construcción. Es por ello por lo que deberíamos comenzar a pensar en mantener un control más férreo sobre la cantidad de construcción anual que se debe realizar, para que de esta manera podamos mantener un mayor equilibrio en un mercado tan importante para todo. Amén de pensar, por supuesto, en otros sectores de negocio en los que España pueda competir de una manera sostenible, que sean generadores de un valor añadido sustancial para el país, que coadyuven a la creación de riqueza y, por ende, a la creación de empleo. Sin ello será muy difícil no comprometer seriamente nuestro progreso.
Josu Imanol Delgado y Ugarte. Economista