_
_
_
_
El debate de la reforma constitucional
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Se agotan los plazos

Soy el primero que reconoce que las prisas nunca son buenas. Y no lo son, especialmente, en política económica. Otra cosa bien diferente es la dilación en la puesta en práctica de las decisiones ya tomadas. Esto es mucho peor, traduciéndose en una indefinición que hace mucho daño al ánimo de los agentes económicos. Consumidores e inversores. Y no solo me refiero a los inversores en los mercados financieros. Pero, lamentablemente, ahora son los mercados los que con su disciplina están imponiendo los plazos hacer efectivas las decisiones. ¿Cuál es el coste de no hacerlo así? Observen el comportamiento de los mercados en julio y agosto. Sin duda, pánico irracional. Aunque algunos hablarían de una falta clara de dirección por parte de las autoridades económicas mundiales.

El presidente del Banco Central Europeo pedía ante el Parlamento europeo este lunes que se pusieran en funcionamiento los acuerdos alcanzados en la cumbre de jefes de Estado del 21 de julio. ¿No las recuerdan? No hace tanto tiempo. Abarcan desde ampliar los plazos y los tipos de interés de los préstamos del EFSF, dotarle de mayor flexibilidad en su funcionamiento hasta poder comprar deuda (pública… la de los bancos queda pendiente) y fijar las condiciones para que los inversores privados tomen parte en un nuevo paquete de financiación a Grecia. Medidas valientes, especialmente el nuevo margen de maniobra para el Fondo europeo. Pero el aplazamiento hasta septiembre de su puesta en funcionamiento fue sin duda un factor detrás de las nuevas tensiones en el riesgo país, en este caso centradas en Italia pero ya afectando también incluso a Francia. El 16 de agosto una cumbre bilateral entre la canciller alemana y el presidente francés concluía con varias propuestas para el conjunto de la zona, desde la creación de un Consejo Económico Europeo (el germen de un futuro gobierno económico), la armonización fiscal para las empresas, la posibilidad de crear un impuesto sobre las transacciones financieras y especialmente la petición de que todos los países incorporen a su constitución objetivos de equilibrio presupuestario. La cumbre intentaba retomar el liderazgo europeo, precisamente una de las reclamaciones de muchos analistas. Política frente a la especulación. Lamentablemente, solo la actuación firme del BCE en el mercado de deuda ha logrado estabilizarlo. Claro que los niveles de riesgo país siguen siendo demasiado altos, al mismo tiempo que el mercado de deuda (privada) se mantiene muy limitado para encontrar financiación. Ambos factores inquietantes, considerando las importantes necesidades de financiación pública y privada en los próximos meses.

Los mercados viven de expectativas. De esta forma, es fundamental mejorar las perspectivas para que los mercados normalicen su funcionamiento. En primer lugar reduciendo la inestabilidad actual, sinónimo de pánico y no tanto de incertidumbre. En un entorno de incertidumbre siempre podemos asignar un precio racional a los activos. No es lo que estamos viendo en estos momentos, más allá de la deuda pública europea ante el férreo control del BCE. Si fuera preciso, otros bancos centrales podrían imitarle. Y estoy pensando en el BoE o el BoJ, pero también la Fed. Aunque quizás es demasiado pronto para que este último retome una nueva fase de expansión monetaria. Pero el instrumento existe. Con todo, la actuación de los bancos centrales solo ofrece tiempo para que las autoridades políticas, las europeas en primer lugar pero también a nivel mundial, tomen medidas que realmente logren convencer a los inversores. En el fondo, también al resto de los agentes económicos. En este caso ya hablo de reducir (solo reducir… acabar con ella sería pedir demasiado) la incertidumbre actual sobre el futuro. Volviendo a Europa, las medidas avanzadas por los Gobiernos de Francia, Italia y España son claramente positivas en este sentido. En algunos casos, especialmente la propuesta en España de fijar en la Constitución una regla fiscal manda un mensaje claro sobre la disciplina fiscal a medio y largo plazo. Y esto es positivo. No entro a valorar ni la forma ni su contenido, que esto les corresponde a los políticos.

Septiembre y octubre serán dos meses claves para los mercados. Y como consecuencia, no lo duden, para el crecimiento mundial. Pensar que algunas de las incertidumbres actuales pueden desaparecer parece realista. Tomar decisiones, si encima resultan las adecuadas, a la larga será muy positivo. Pero ahora también puede serlo a corto plazo. Lo contrario sería defraudar de nuevo a los mercados. Y a los agentes económicos.

José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citi en España

Archivado En

_
_