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La crisis de la deuda soberana
Tribuna
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Las consecuencias del acuerdo fiscal en EE UU

La aprobación por el Congreso de EE UU del acuerdo presupuestario para evitar la suspensión de pagos del país ha generado un suspiro de alivio por todo el mundo. Sin duda este es el gran éxito del acuerdo. Sin embargo, tal y como podemos observar por las caídas brutales de las Bolsas en estos días, no ha sido suficiente para calmar a los mercados. ¿Qué explica lo que esta sucediendo?

En primer lugar, una vez superada la posibilidad de la quiebra los mercados se vuelven a centrar en los fundamentos: el crecimiento económico. Las perspectivas son tan débiles tanto en EE UU como en Europa, que explican las caídas bursátiles.

En este sentido, el acuerdo tiene el objetivo de reducir el déficit, pero no va a contribuir al crecimiento de la economía estadounidense. El crecimiento en el último trimestre fue de un magro 1,3% y el desempleo sigue estancado por encima del 9%. Este acuerdo no va a llevar a al creación de empleos. Al contrario, dado su carácter restrictivo al imponer recortes drásticos en el gasto público durante los próximos años, puede resultar en la destrucción de empleos y en un menor crecimiento.

Además, este acuerdo no da respuesta directa a las preocupaciones expresadas por la agencias de valoración que llevan meses amenazando con rebajar la calificación de la deuda de EE UU. Así lo entendió S&P, que este fin de semana le retiró la máxima calificación.

Por un lado, hay incertidumbre sobre si la base fiscal disponible es capaz de generar los ingresos suficientes para poder hacer frente a los compromisos de gasto público adquiridos, sobre todo en un contexto de envejecimiento de la población que traerá consigo un aumento de los gastos sanitarios (Medicare) y de pensiones. Más de la mitad de los bonos del Tesoro están en manos extranjeras. Las dudas sobre el crecimiento de la economía de EE UU pueden llevar a estos inversores extranjeros a replantearse sus estrategias de inversión. Esto haría más difícil la financiación de la deuda, y podría llevar a una subida de los intereses y a una devaluación del dólar.

En definitiva, estamos ante un acuerdo para reducir el déficit, no para crear empleos y que crezca la economía, y estos objetivos son contrapuestos. En el Estado donde yo resido, Massachusetts, se estima que el año que viene se producirán recortes de más de 400 millones de dólares, con efecto devastador para los hospitales y universidades que se nutren de fondos federales.

Por otro lado, el impacto sobre los actores políticos también puede ser importante. Los demócratas están muy desilusionados por el papel del presidente Obama ya que consideran que ha cedido demasiado y que no ha conseguido incluir subidas de impuestos suficientes para compensar las reducciones en el gasto de los programas sociales. Esto puede dificultar su reelección.

Los republicanos han salido también mal parados porque se han radicalizado en su intento de complacer al Tea Party, y van a tener dificultades consiguiendo el apoyo de los votantes de centro e independientes que ven con gran inquietud los posicionamientos dogmáticos que están adoptando los líderes del partido y sus estrategias de confrontación. Sin duda que el peor parado de la crisis va a ser EE UU. El sistema político basado en el equilibrio de poderes y la protección de las minorías fue creado para forzar los consensos e impedir que las mayorías adoptasen políticas radicales. Durante décadas el modelo funcionó bien y facilitó los consensos. Sin embargo en los últimos años el creciente dogmatismo ideológico de sectores de ambos partidos, y el uso abusivo de los procedimientos legislativos para proteger a las minorías (como el fillabuster) están llevando a una parálisis institucional que hace muy difícil el consenso y las reformas.

Esta crisis ha desatado dudas razonables de que, en su actual situación política, EE UU sea capaz de jugar el papel de liderazgo mundial que le corresponde como una gran potencia. La crisis ha llevado a una pérdida de prestigio y de credibilidad. Si sus líderes se comportan así en un tema que es de vital importancia para EE UU, ¿cómo se comportarán ante otras decisiones cruciales que afecten a otros países? La crisis deja una imagen de una clase política incapaz de mirar al interés común. Muchos ya la consideran como uno de los hitos que va a marcar el declive inexorable de este país.

Sebastián Royo. Catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Suffolk en Boston (EE UU)

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