Asimetría en el acceso al crédito
El excesivo apalancamiento de la economía española tiene en el complicado acceso a la financiación una de sus principales derivadas. Sin embargo, mientras que las administraciones acceden a los créditos prácticamente sin problemas, las pymes están encontrando obstáculos insalvables que les aboca, en muchos casos, a su cierre. Se produce una asimetría en este acceso a la financiación que está mermando considerablemente el dinamismo económico y empresarial de nuestro país e incidiendo de manera decisiva en la recuperación efectiva de la economía y en la creación de empleo.
Efectivamente, tanto la última encuesta realizada por el Banco Central Europeo (BCE) sobre el acceso a la financiación de pequeñas y medianas empresas de la Eurozona como la realizada por el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, no pueden ser más demoledoras para España. Esta última reflejaba que el número de compañías que aún encuentra serios problemas para acceder a la financiación ajena aumentó en el primer trimestre de 2011 hasta situarse en el 87,3% del total. Además, el 82,3% de las empresas confiesa que se ha producido un aumento de los avales exigidos.
En este contexto, todos los expertos coinciden en apuntar que no habrá crédito hasta que no se saneen bancos y cajas, y está claro que mientras la prima de riesgo siga subiendo, el crédito, además de escaso, será también más caro.
¿Y qué cabe esperar? Como plantea el propio sistema financiero, hay una necesidad inaplazable de apretarse el cinturón en forma de desapalancamiento, que se cifra en unos 300.000 millones de euros. No obstante, hay que ser conscientes de dos realidades en la asimetría del crédito:
1. La propia Administración, incrementando constantemente su deuda, es responsable del efecto crowding out, esto es, absorbe gran parte de la limitada financiación disponible de las entidades de crédito, reduciendo con ello la financiación para la economía real de las pymes y autónomos.
2. Las pymes, autónomos y emprendedores sufren un verdadero calvario en el acceso al crédito, y más aún si nos referimos al crédito nuevo. Solo un dato en este sentido: según el Banco de España, los créditos de menos de un millón de euros descendieron en torno a un 20% en el conjunto de entidades de crédito en 2010. Si desagregamos estos datos, veríamos que la caída es aún mayor.
En conclusión: sí hay que desapalancarse y todos deben hacerlo, e incluso es necesario un cambio de cultura en este sentido pero, lamentablemente, en este juego son de nuevo las pymes y autónomos quienes están pagando las consecuencias de quienes no han hecho sus deberes, provocando la asimetría en el acceso a la financiación.
Especialmente grave es el caso de las administraciones, que además de lo anterior, incumplen (unas más que otras), sus obligaciones de pago con las pymes.
Es obvio que las entidades de crédito tienen su parte de culpa en esta situación y especialmente por su cuota de responsabilidad en la crisis inmobiliaria española, pero también la tienen las administraciones, por su falta de rigor y austeridad en las cuentas; los organismos supervisores y, por último, los propios particulares que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
Y es evidente que las pymes y autónomos tienen que seguir haciendo esfuerzos para apretarse el cinturón, pero, por favor, cada uno en su justa medida, siendo imprescindible evitar la asimetría en el acceso a la financiación porque, recordémoslo, nuestro tejido empresarial es mucho más dependiente de la financiación bancaria que sus homónimos europeos.
Dicho esto, ¿cuánto tiempo podrán aguantar las pymes sin crédito? Frente a estas dificultades, y según nos indicaba también la propia encuesta del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, las pymes han optado por sondear vías alternativas de financiación, como las sociedades de garantía recíproca, cuyo aval sirve para acceder al crédito bancario. Así, el 11% de las pymes encuestadas han optado por esta vía, lo que supone el nivel más alto de la encuesta iniciada a principios del año 2009.
El papel que pueden jugar las sociedades de garantía recíproca, si se las apoya más decididamente desde las distintas administraciones, en este escenario de fuerte restricción al crédito es de una enorme relevancia en dos sentidos: para las pymes, facilitándoles el acceso a una financiación preferente en coste y en plazo, dotándolas así de una estructura financiera mucho más sólida y, por otro lado, para las propias entidades de crédito, puesto que la garantía de la sociedad de garantía recíproca, al asumir el riesgo del crédito, evita que estas tengan que provisionar, disminuyendo, a su vez, en un 80% los requerimientos de capital que dicho crédito consume.
Todo ello convierte a las SGR en una alternativa fundamental para las pequeñas y medianas empresas a la hora de acceder a ese bien tan preciado: el crédito.
Juan Luis Fernández-Rubíes. Consejero delegado de Avalmadrid SGR