Shell lo está haciendo bien
Para los grupos globales de petróleo y gas, los días de perforar el suelo y simplemente extraer la materia negra pasaron hace tiempo. Royal Dutch Shell está ampliando las fronteras de exploración con proyectos pioneros como el de la construcción de un buque gasista varias veces el peso del Titanic. La tecnología otorga a la empresa una ventaja, a pesar del desafío que supone obtener buenos retornos en proyectos tan complejos. No ha sido un camino fácil.
Durante años, Shell ha sido la petrolera con un alto gasto de capital y producción mediocre. El grupo anglo-holandés ha gastado 30.000 millones de dólares y tres décadas de grandes apuestas en proyectos arriesgados. Planea gastar otros 100.000 millones más de 2011 a 2014 en proyectos como el del gran buque gasista.
Los resultados publicados ayer muestran que la estrategia comienza a dar frutos. El proyecto de gas a líquidos en Catar, llamado Pearl, ya permite a Shell convertir gas más barato en líquidos con mejores márgenes. Pearl entregó su primera aportación por primera vez en junio. Otro proyecto LGN en Catar está funcionando a pleno rendimiento.
Quitando las ventas de activos, la producción aumentó un 2% en el segundo trimestre. Y eso que más de la mitad de los 400.000 barriles de estos proyectos que están por llegar, según estimaciones de UBS. Es importante destacar que esos barriles son cada vez más rentables, con gas barato vendido en contratos vinculados al precio del petróleo. Shell mejora gradualmente su retorno sobre el promedio del capital, al 14,8% en el segundo trimestre del año. Pero le queda aún un largo trecho para alcanzar a empresas como Exxon.
Para mediados de la década, Shell obtendrá la mitad de su producción de fuentes no convencionales. Dado que los países con petróleo protegen con más recelo que nunca sus recursos, Shell entiende mejor que la mayoría que los límites deben ampliarse para poder seguir adelante.
Por Fiona Maharg-Bravo