El campo se reinventa para competir con menos ayudas
Tras 25 años de modernización, el sector acelera su apuesta por concentrar la oferta y mejorar las ventas.
El campo andaluz tendrá todavía una prórroga de ayudas comunitarias, pero deberá acelerar su modernización y estar preparado para competir con muchas menos subvenciones en el futuro. El reciente respaldo del Parlamento Europeo a la propuesta del presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, para que Andalucía continúe recibiendo fondos comunitarios a partir de 2013 ha supuesto un alivio para la región, cuyo vigor en los últimos 25 años hay que atribuirlo en buena medida a la inyección de fondos comunitarios. En el actual marco, las ayudas ascienden a 4.000 millones anuales, de los que 1.600 van a la agricultura. Tanto la Junta como el Gobierno central aspiran a mantener intacta la ficha presupuestaria para la Política Agrícola Común (PAC).
Andalucía -junto a Galicia, Castilla-La Mancha y Murcia- será considerada como "región de transición", lo que le permitirá afrontar el nuevo marco comunitario con mayores garantías de estabilidad. Aun así, el objetivo de que la agricultura no se vea aminorada resulta un objetivo ambicioso, sobre todo si se tiene en cuenta que la estimación más optimista apunta a que en el nuevo marco 2014-2020 las ayudas apenas alcanzarán dos tercios de las actuales.
En todo caso, la agricultura andaluza -cuyo peso en la economía regional alcanza el 4,5%, frente al 2,7% español y el 1,8% comunitario- parece ser consciente de que más allá de las ayudas europeas, sus principales retos pasan por una mayor autoexigencia en aspectos clave. Las prioridades son una mayor fortaleza empresarial, la excelencia en la producción y la profesionalización de la comercialización, sobre todo de cara a los mercados exteriores, donde la presión de otras regiones productoras (Marruecos y Mercosur entre ellas) es cada día mayor.
En la hoja de ruta marcada para reforzar la posición del campo se fijan objetivos como el aumento de la dimensión de las empresas y su capacidad comercial, la apuesta por la innovación, el ahorro y la eficiencia en el uso de los recursos y la diversificación de la oferta hacia nuevos sectores con mayor demanda, como es el caso de la agricultura ecológica, que en los últimos 10 años ha multiplicado por seis la superficie cultivada.
La concentración de la oferta es uno de los elementos principales para el futuro de la agricultura andaluza, el olivar, al que se destina la mitad del cultivo de la región y del que dependen casi 300.000 familias. Andalucía es líder en la producción de aceite, con un tercio del total mundial (y un 80% de la producción nacional). Precisamente la cooperación, integración y fusión empresarial, así como el fortalecimiento de las redes de ventas y la mejora de la calidad en la oferta son los objetivos principales de la Ley del Olivar, impulsada por el Gobierno andaluz que, para aliviar la crisis de la caída de precios, ha puesto a disposición del sector, en este mismo mes de julio, un conjunto de ayudas reembolsables por valor de 40 millones de euros.
Otro de los sectores estratégicos en la agricultura andaluza, el hortofrutícola de Almería, ha sufrido recientemente un duro golpe con la llamada crisis del E. coli que, si bien se centró inicialmente en el pepino -señalado sin pruebas por autoridades alemanas como origen de la contaminación-, en realidad ha afectado a otros productos, para los que en conjunto el Gobierno solicita a la UE alrededor de 71 millones de euros, de los que más de 55 millones corresponderían a Andalucía.