España tiene un gran potencial de recuperación
Es cierto que la economía española afronta un difícil pero obligado cambio en su patrón de crecimiento y que debe sustituir el binomio construcción/endeudamiento por un modelo basado en la diversificación y en la internacionalización. Y también que debe hacerlo en un momento de incertidumbre en los mercados.
Pero no es menos cierto que parte de bases muy sólidas para encarar con éxito ese enorme desafío. Efectivamente, está bien situada a nivel internacional, es uno de los grandes mercados europeos en renta y tamaño, el potencial de crecimiento a medio plazo es superior al de la UE, tiene empresas líderes en sectores clave y muy diversificadas, posee una potente y moderna red de infraestructuras y mantiene una condición de enclave estratégico para competir con garantías en un mercado natural de 1.100 millones de habitantes, como es el de Europa y Latinoamérica.
Pese a ello, la profunda crisis económica ha puesto de manifiesto una serie de desequilibrios acumulados, como la elevada deuda en el sector privado y el elevado déficit por cuenta corriente, la sobrevaloración de los activos inmobiliarios o la rigidez del mercado de trabajo.
La crisis, además, ha dado lugar a un deterioro del endeudamiento público, aunque menor al de los países de su entorno y se ha traducido en un deterioro de la fortaleza del sistema bancario, que, aunque de magnitud acotada, ha puesto de relieve la necesidad de hacer cambios en un sector caracterizado por su dualidad.
Todo ello ha propiciado que la percepción que existe en el exterior sobre nuestro país sea pesimista y se considere que nuestro desarrollo económico, en cifras de PIB, se mantendrá estancado durante un cierto periodo de tiempo.
Sin embargo, como resultado de las reformas y ajustes realizados, los inversores manifiestan que la visión de España en los mercados ha variado de manera positiva en los últimos meses, y la imagen que hay de España ha conseguido diferenciarse de manera clara de la situación de algunos países de la periferia de Europa (Irlanda, Grecia y Portugal), aunque no de otros, como por ejemplo Italia, cuya problemática está propiciando un aumento de nuestra prima de riesgo (más de 300 puntos básicos de diferencial con el bono alemán).
De momento, haber acometido con decisión la tarea de atajar los desequilibrios y haber tomado las medidas oportunas para fortalecer y consolidar un sistema financiero debilitado por la crisis sitúa a España en buena posición para mejorar los niveles de productividad, aumentar su cuota exportadora e insuflar confianza a consumidores, empresarios e inversores.
Sin embargo, no es suficiente para generar esa confianza en los mercados exteriores que devuelvan estabilidad al funcionamiento del sistema financiero y al mercado interior para generar unos mayores niveles de consumo. En este sentido, se requiere estabilizar la consolidación fiscal en todas las Administraciones, agilizar la reestructuración del sistema financiero y dotar de mayor flexibilidad a la negociación colectiva, reduciendo la dualidad entre trabajadores, vincular el incremento salarial no solo al IPC sino también a la productividad e implantar un mayor control del absentismo.
Tal como acaba de resaltar el Consejo Empresarial para la Competitividad en su primer informe, Fortalezas y perspectivas de la economía española, Spain's Equity Story, "el potencial de crecimiento de la economía española es claro, tal y como manifiesta el Fondo Monetario Internacional, y además hay margen de mejora por la posibilidad de avanzar en la disciplina fiscal, el fortalecimiento del mercado interior, el margen existente para reducir trabas administrativas, por los efectos positivos de las reformas recientes que todavía no se han producido, y por la calidad de los recursos productivos. Pero para ello es necesario seguir corrigiendo los desequilibrios previos a la crisis y profundizar en las reformas emprendidas".
Estoy convencido de que con el esfuerzo de todos: empresas, instituciones y sociedad en general, las expectativas de crecimiento de nuestro país serán mucho más positivas que las existentes, pues su potencial en todos los ámbitos es sustancial y objetivamente mayor.
Fernando Casado. Catedrático de Universidad. Director del Consejo Empresarial para la Competitividad