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Basilea reclama una supervisión más intrusiva

El BIS aconseja una subida de los tipos

El Banco de Pagos Internacionales (BIS, en sus siglas en inglés) subraya en la presentación de su informe anual, divulgado hoy, que "las tasas de interés oficiales deberían subir a nivel mundial".

El banco asegura que "la probabilidad de inflación se ha elevado al combinarse una menguante holgura de la capacidad productiva con alzas en los precios de alimentos, energía y otras materias primas". Así, añade que "las tasas de interés oficiales deberían subir a nivel mundial", debido a "la propagación de los peligros de la inflación desde la principales economías de mercado emergentes hacia las economías avanzadas".

"Controlar la inflación a largo plazo exigirá endurecer la política monetaria", dice el BIS. De lo contrario, "el fuerte sesgo acomodaticio de las políticas monetarias podría comprometer bien pronto la estabilidad de precios".

En su informe anual, el Banco de Pagos Internacionales asegura además que "la persistencia de unas tasas de interés muy bajas en las principales economías avanzadas retrasa los imprescindibles ajustes en la situación patrimonial de las familias y en los balances de las instituciones financieras, amplificando el riesgo de que reaparezcan las distorsiones que precedieron a la crisis". "Las medidas para amortiguar el impacto de la última crisis no deben plantar la semilla de la siguiente", remarca.

Además, el BIS señala que las autoridades monetarias deben encontrar la manera de normalizar las tasas oficiales o se arriesgan a poner en peligro la credibilidad en la lucha contra la inflación.

Es preciso, asimismo, una armonización global de los datos que las entidades publican sobre sus estados financieros, ante "las evidentes carencias" que ha revelado la crisis.

Exige la unificación global en las cuentas de las entidades financieras

La crisis financiera mundial ha dejado muchas tareas pendientes. Así lo constata el Banco de Pagos Internacionales en su informe anual. Para la entidad, una de las principales es la "subsanación de carencias en los datos para mejorar la medición del riesgo sistémico". La entidad multilateral, con sede en Basilea, destaca que la crisis ha revelado "evidentes carencias" en los datos disponibles, que dificultaron la prevención y detección de los desequilibrios. "Especialmente tras la quiebra de Lehman Brothers, la magnitud de la demanda total de financiación en dólares por los bancos europeos y japoneses sorprendió tanto a las autoridades como a los mercados", cita el BIS como ejemplo.

Por ello, el Banco de Basilea exige que las autoridades públicas tengan una capacidad de supervisión "más intensiva e intrusiva". Se trata de evitar que los bancos asuman "expansiones insostenibles" en sus balances. Así, la entidad destaca que se "requiere una supervisión sólida para garantizar que los bancos operan con niveles de capital, colchones de liquidez y prácticas de gestión del riesgo acordes con los riesgos asumidos". El objetivo es hacer frente a las implicaciones derivadas de la innovación financiera.

El BIS se queja de que no existe un "marco unificado" para "identificar y cuantificar el riesgo sistémico". Para subsanar estas complicaciones y anticiparse a futuros problemas, la entidad central propone establecer "un marco internacional de intercambio de datos", que permita a todos los supervisores analizar conjuntamente los balances de los bancos, con el fin de detectar "exposiciones comunes a determinadas clases de activos o concentraciones en los mercados de financiación". El banco central reconoce que ya hay acceso a algunos de esos datos, pero que se requiere una difusión "más generalizada". La segunda línea de actuación es la actualización de las "estadísticas agregadas estandarizadas sobre flujos de fondos y posiciones de inversión".

Lo que el BIS pretende es que las autoridades supervisoras puedan tener un control lo más exhaustivo posible del efecto arrastre que puedan originar los problemas de una entidad o de un país determinado para el resto del sector. La lección que el Banco de Basilea ha extraído de las crisis financiera es que la interconexión entre las entidades, debida a su exposición a riesgos comunes, era mucho mayor de lo que se suponía y ejerció de efecto multiplicador de las complicaciones.

La idea más ambiciosa es disponer de un volumen estandarizado de información estadística tal que permita elaborar un rango de probabilidad de quiebras en cadena resultantes de exposiciones comunes. "Como bien demostró la crisis, el sistema financiero no estaba precisamente bien diversificado", explica el BIS en su informe. "Numerosas instituciones tenían exposiciones abrumadoras a los mismos activos tóxicos, por lo que la falta de liquidez resultante en los mercados de financiación afectó prácticamente a todo el sistema". En su afán por prevenir futuras crisis sistémicas, el BIS ya empieza a advertir de los desequilibrios que se están gestando como consecuencia del auge de las llamadas economías emergentes.

El desafío de los bancos centrales

La respuesta expansiva de los bancos centrales ha servido para amortiguar el impacto de la crisis y reconducir la actividad de las principales economías, pero ahora se presenta el siguiente desafío: combatir las presiones inflacionarias y reducir los balances sin perturbar la economía mundial. La Fed y el Banco de Inglaterra han elevado sus balances desde el 8% del PIB hasta situarse ligeramente por debajo del 20%. La zona euro ha elevado sus activos desde el 13% hasta el 20% y el banco central de Japón ha pasado del 20% al 30%.

"Las políticas de balances de los bancos centrales han sostenido la economía mundial a lo largo de una crisis muy difícil. No obstante, estos balances están ahora expuestos a mayores riesgos, como los de las tasas de interés, de tipo de cambio y de crédito, que podrían generar pérdidas financieras". Por esta razón, el BIS aconseja no reducir estos balances con excesiva rapidez o de forma demasiado discriminada.

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