Ralentización sí, recesión no
Hay varios factores que apuntan a que las economías y los beneficios seguirán creciendo
En estas cuatro palabras se puede resumir el escenario central económico global (aquel al que le asigno más probabilidades), en el que valoro que nos encontramos en estos momentos. La cuestión es de gran relevancia por dos motivos. El primero es la actualidad del debate, ya que a la batería de indicadores macroeconómicos débiles y/o peores de los esperados que se han venido conociendo en las últimas semanas y meses, se ha unido un aumento del sentimiento negativo sobre los activos de riesgo y en especial sobre la renta variable. La fuerte sobreventa en este activo ha llevado a mi índice bursátil de referencia (el Dow Jones Industrials) a pasar de cotizar en máximos del presente ciclo alcista, en los 12.800 puntos a primeros de mayo, hasta los 11.900 de la semana pasada. Una caída sobre el 7%, que tiene su lógica extensión en nuestras Bolsas europeas y que ha llevado a los nerviosos analistas técnicos a especular sobre escenarios de fuertes bajadas.
El segundo es precisamente que, dependiendo de si creemos que vamos hacia lo primero (ralentización) o lo segundo (recesión), lleva aparejados unos comportamientos de los activos financieros radicalmente distintos. Básicamente y a nivel de Bolsas lo primero se quedaría en corrección (un rango alrededor del 10% es típico) mientras que lo segundo representaría un cambio a un ciclo bajista bursátil, donde se podrían acumular minusvalías de al menos un 40% ó 50% desde máximos durante un periodo de tiempo relativamente largo.
Mi apuesta por la simple ralentización se basa en un buen número de indicadores y argumentos. Les ofrezco algunos de ellos. El primero es simplemente que no hemos entrado todavía en la fase madura del ciclo expansivo y ello tiene uno de sus reflejos claves en la política monetaria expansiva (tipos de interés bajos) y en la fuerte pendiente que muestra la curva de tipos. Históricamente esto es casi garantía de continuación del ciclo expansivo de la economía.
En segundo lugar, les dirijo la atención al sector corporativo en lo que respecta a beneficios, rentabilidad y balances. Aquí nos encontramos que la desaceleración de las tasas de aumento de los beneficios empresariales, tras los fuertes incrementos de los trimestres pasados, es lo normal en esta fase del ciclo y que estas muestran tanto un nivel como unos orígenes (ventas al alza) consistentes con una continuación del ciclo. Los márgenes o la rentabilidad sobre el capital siguen incrementándose, siendo condición necesaria desde un punto de vista histórico una caída de las rentabilidades previo para que se produzca una recesión.
El fuerte ajuste realizado por las empresas estos últimos años no solo tiene su reflejo en los balances en cuanto a reducción de sus stocks de deuda sino en la muy saludable posición de caja. Hace unos días la Reserva Federal reportó que las compañías no financieras en Estados Unidos detentaban 1,84 billones de dólares en liquidez en sus balances, un crecimiento histórico de un 26% con respecto a hace un año. Esta cifra representa un 7% del total del activo de los balances, un nivel no visto desde primeros de los años sesenta del siglo pasado. Tampoco se han producido recesiones cuando las compañías son tan ricas en liquidez. Probablemente las compañías necesitarán "achicharrar" buena parte de esta liquidez en una aceleración de las compras y fusiones empresariales, periodo en el que por otra parte acabamos de entrar y que es consistente también con el escenario de inicio de la fase de madurez del ciclo económico expansivo.
Por último y en lo que respecta a lo macro de nuevo, el efecto de las economías emergentes debiera ser positivo para los mercados desarrollados en los próximos trimestres. A pesar de los indudables problemas inflacionarios y de burbujas la situación no está fuera de control y el colchón de que disponen les debiera permitir controlar los excesos.
Suponiendo que compartan los argumentos arriba ofrecidos, la evolución de los mercados bursátiles, ante un periodo de ralentización del crecimiento significativo, no difieren nunca mucho de lo que de hecho sucedió exactamente la primavera pasada. Entonces el Dow Jones pasó de los 11.200 puntos a los 9.700 puntos, una minusvalía desde el máximo al mínimo del 13% y dentro del rango alrededor del 10% que les comentaba al comienzo de este artículo. Aquella primavera-verano se habló de double dip, que yo descarté y a partir de septiembre (una vez despejada la amenaza) el Dow disfrutó de un extenso y destacado rally que lo llevó a máximos del ciclo bursátil alcista iniciado en marzo del año 2009.
Termino con una reflexión que a menudo se olvida por parte de los actores del mercado y es que los ciclos económicos no son líneas rectas, sino que secularmente muestran aceleraciones y desaceleraciones significativas pero que se encuentran lejos de ser cambios de ciclo.
Juan Manuel Vicente Casadevall, EAFI Kessler & Casadevall Asesoramiento Financiero
Evolución a la par de las Bolsas
La correlación en el comportamiento de las principales Bolsas desarrolladas del mundo es históricamente muy alto.En el gráfico central adjunto a este artículo pueden observar el comportamiento de los índices Lipper para las Bolsas de Norteamérica, eurozona y España en los últimos cinco años recogidos en euros.Es interesante señalar el desligamiento temporal que se produjo entre la Bolsa norteamericana, y del otro lado la europea y española en la primera parte del año pasado. Este desligamiento no se ha corregido en el momento actual a pesar de que hemos asistido a una depreciación del dólar desde el verano pasado.