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Columna
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Se busca líder para el FMI

Hablar inglés con fluidez y ser europeo no deberían ser los únicos requisitos para ser director gerente del FMI. Pero algunos de los principales accionistas del Fondo -varios miembros europeos, probablemente EE UU e incluso China- parecen estar de acuerdo en que Christine Lagarde debería liderar la institución tras la renuncia de Dominique Strauss-Kahn. No obstante, tras cuatro años como ministra de Economía de Francia, es difícil ver las cualidades que tiene para el empleo sin entrar en la zalamería de los medios internacionales.

Obviemos un punto importante: no hay razón para que el puesto deba ser para un europeo. La idea de la canciller alemana, Angela Merkel, de tener un jefe del FMI de la zona euro para abordar su crisis de deuda puede echarse por tierra fácilmente: un no europeo no sería sospechoso de ser parte interesada en los duros debates sobre cómo resolver la crisis.

Strauss-Kahn hizo un gran trabajo convenciendo a los europeos en plena crisis. Pero esto tuvo más que ver con sus propias capacidades que con su pasaporte. No hay que olvidar tampoco que Lagarde pronto podría ser sometida a una investigación formal por acusaciones de abuso de autoridad al ayudar a un amigo del presidente Sarkozy en una disputa de negocios.

Para ahondar en el problema, Lagarde carece de algunas de las cualidades que se necesitan para el puesto. Como ministra de Economía de Francia, no ha habido una sola reforma, debate o decisión que lleve su nombre. Ha hecho mayormente lo que Nicolas Sarkozy le ha pedido. Y tampoco ha hecho lo que los ministros deberían en aquellos países propensos a los déficits: ser la voz de la disciplina fiscal.

Lagarde, que no tiene una trayectoria académica en economía o finanzas, tampoco parece disponer de un conjunto sólido de ideas. Ha sido en general una ejecutora y la cara internacional de las políticas de Sarkozy, que no la han preparado para un trabajo que solo conseguiría tras un regateo diplomático de alto nivel. El FMI necesita un líder y ella no encaja.

Pierre Briançon

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