Obama gana en su segundo asalto
La segunda propuesta presupuestaria del presidente Barack Obama supone, sin duda, una mejora. El déficit estadounidense durante la próxima década sería mucho menor que en su plan anterior. Pero el enfoque sigue estando plagado de trucos contables, lo que hará necesario definir planes a largo plazo. Esa táctica puede ser una buena baza política cuando el presidente afronte próximas elecciones, pero también demuestra una preocupante falta de urgencia.
El porcentaje de la deuda en la economía ha crecido un 87% en diez años frente al 62% del pasado ejercicio, según la CBO. Esta versión actualizada del presupuesto pretende limitar el déficit al 2,5% del PIB en 2015 y al 2% al final de la década.
Mientras el partido republicano podría torpedear la nueva legislación en materia de sanidad y reducir los impuestos, el presidente tendría que demostrar la efectividad del control de costes de la reforma sanitaria. Obama también aumentaría los impuestos a los ricos y les limitaría las deducciones. De esta forma, el presidente se hace eco de las recomendaciones de su panel de deuda, que aboga por una combinación de recortes de gastos e incremento de impuestos.
Pero hay grandes y pequeños inconvenientes. La mayoría de los prepuestos se calculan a diez años y no a doce, como ha hecho la Casa Blanca. Muchos economistas piensan que reducir la deuda un 40% será difícil si Obama no aumenta los impuestos a la clase media, algo que ha descartado. Los republicanos ven una inminente crisis de la deuda, mientras los demócratas apuestan por que EE UU aún goza de un respiro fiscal.
La estrategia política es obvia. El presidente quiere que la opinión pública perciba su plan como equilibrado en comparación con la versión extrema de los republicanos. Pero es de esperar que este segundo plan, más ambicioso, lleve a negociaciones activas con la oposición y "la banda de los seis" en el senado. Los votantes y republicanos no pedirán menos.
Por James Pethokoukis