_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Por qué desconfía el mercado de la banca?

Joaquin Maudos

A pesar de las medidas implementadas para afrontar los problemas a los que se enfrenta el sector bancario español (aprobación del FROB, reforma de la ley de cajas, mayor transparencia informativa, mayores exigencias en materia de provisiones, aprobación del RDL 2/2011 de reforzamiento del sistema financiero por el cual se exige un nivel mínimo de capital, etc.), los mercados siguen sin confiar en la solidez de la banca española como demuestran las dificultades de un reducido número de entidades y la imposibilidad de la mayoría para obtener financiación en los mercados mayoristas.

¿Por qué a pesar de la transcendencia de las medidas adoptadas los mercados siguen sin confiar en la "salud" del sector bancario español? Los motivos pueden ser los siguientes:

-La estimación de exigencias de capital adicional del Banco de España (15.152 millones de euros, cifra que se reduce de forma considerable si las entidades consiguen los requisitos que se les exige para cumplir con un 8% en lugar de un 10% de capital mínimo) se sitúa muy por debajo de las estimaciones realizadas por otras instituciones como Moody's (50.000 millones), Fitch (38.000 millones es su escenario base) o Standard & Poor's (20.000 millones). Debe advertirse, no obstante, que las estimaciones no son comparables ya que la estimación del Banco de España es la cuantía de capital necesaria para cumplir las exigencias del RDL 2/2011 según el valor de los activos ponderados por riesgo a fecha del pasado 31 de diciembre de 2010, mientras que el resto de estimaciones se corresponden a un escenario base que tiene en cuenta no la "foto" fija a ese día, sino el posible deterioro futuro del activo. Pero a pesar de esta advertencia, los mercados parece que dan más credibilidad a estas últimas estimaciones.

-El hecho de que el citado real decreto exija un nivel de capital que se sitúa por encima de los niveles del nuevo acuerdo de Basilea III y en menor plazo, puede interpretarse como un reconocimiento de que es necesario disponer de mayores recursos propios para hacer frente a un mayor deterioro de activos.

-La solvencia de una entidad no solo depende del nivel de recursos propios mantenido, sino también del saneamiento realizado y del volumen de pérdidas futuras. Si bien el saneamiento realizado por las entidades españolas alcanza una cifra considerable (91.000 millones de euros), el grado de cobertura con provisiones de las inversiones potencialmente problemáticas puede no ser suficiente si todavía hay recorrido a la baja en el precio de los activos inmobiliarios y si la intensidad de la recuperación económica es menor de lo esperado. Además, el capital no da una imagen completa de la solvencia de un banco si no se tienen en cuenta las provisiones existentes. Con la exigencia de un nivel mínimo de capital principal, se incentiva la acumulación de reservas (incluida en el concepto de capital principal) frente a la dotación de provisiones.

-La transparencia es fundamental en un sector cuya materia prima básica es la confianza. Si bien la transparencia informativa ha aumentado de forma considerable con la información exigida por el Banco de España y aportada recientemente a la CNMV por las entidades de depósito, los datos aportados han suscitado algunos interrogantes en lo que a la exposición de las entidades al ladrillo se refiere.

-La definición de capital principal que contiene el RDL 2/2011 ha supuesto un balón de oxígeno para muchas entidades al permitir computar como capital conceptos no incluidos en los nuevos acuerdos de Basilea III. Quizás hubiera sido mejor utilizar un concepto de capital similar al de Basilea III en lugar de inventar un nuevo concepto de capital principal.

-La magnitud de los activos problemáticos y la alta concentración del riesgo en el ladrillo en nada ayuda a generar confianza en los mercados. En los balances de las entidades existe un elevado volumen de activos improductivos que no generan flujos de ingresos y que lastran por tanto la viabilidad futura de las entidades.

-El mercado penaliza el elevado grado de politización de algunos bancos constituidos en los SIP entre cajas de ahorros. Es sorprendente que la rebaja del 50% al 40% de la presencia de los representantes de las Administraciones Públicas en los órganos de administración aprobada en la reforma de la ley de cajas no se haya materializado en los consejos de administración de los SIP en los que, en algunos casos, la presencia de consejeros con perfil político es mayoritaria. ¿No hubiera sido mejor despolitizar la composición de los SIP para evitar una reducción en la valoración del patrimonio de las entidades? Con una valoración reducida de las entidades por culpa de la politización es necesario colocar un mayor porcentaje del capital a los inversores privados para conseguir un determinado volumen de capital. Por tanto, al final del proceso acabarán despolitizándose los consejos de administración mediante la entrada de más capital privado, pero a costa de asumir una pérdida en el valor de las entidades. En resumen, pese a la importancia de las medidas aprobadas y la magnitud del saneamiento realizado, si queremos que los mercados vuelvan a confiar en la solvencia de nuestro sector bancario es necesario incrementar aun más la transparencia informativa, sanear en mayor medida el activo y acelerar el proceso de reestructuración.

Joaquín Maudos. Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del IVIE

Archivado En

_
_