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La reestructuración de la banca
Tribuna
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Lo previsible y lo inesperado

El día de ayer estaba llamado a ser una fecha clave para la concreción de la reestructuración bancaria en España. En un mismo día, el Real Decreto-Ley 2/2011 de Reforzamiento del Sistema Financiero fue convalidado en el Congreso y, por la tarde, el Banco de España realizó la esperada presentación sobre la situación de solvencia y las necesidades de capital de las entidades financieras. La estimación de las necesidades de capital resulta asequible y es reducida en relación a las que se han empleado en otros países europeos para acometer recapitalizaciones bancarias. Sin embargo, está aún por ver si los mercados e inversores asumirán estas cifras con naturalidad, ya que la expectativa, a la luz de algunos informes, era de necesidades significativamente mayores.

Como premisa fundamental, hay que partir del respeto y confianza que merece el Banco de España como ente supervisor. En este sentido, es esta institución la que cuenta con la información más detallada y, además, se ha encargado en las últimas semanas de corroborar y corregir donde fuera preciso la misma mediante los datos aportados por auditorías externas de las entidades financieras individuales. Otro elemento a favor de la credibilidad es que en España gran parte del proceso de reestructuración se está llevando a cabo por la vía privada -principalmente mediante procesos de integración financiera- a la vez que mediante la exigencia de esfuerzos adicionales -materializados en gran medida mediante provisiones- a los intermediarios bancarios. Sin embargo, tal vez una comunicación más detallada de cómo se llegan a determinar esas necesidades favorecería la consecución final de la transparencia y la fiabilidad.

Varios puntos podrían contribuir a esta credibilidad. Podría, por ejemplo, explicarse la exposición al riesgo inmobiliario en mayor detalle y qué parte del riesgo potencial es verdaderamente problemático. En este sentido, puede que esta explicación se esté emplazando de nuevo, en este caso hasta la publicación de las nuevas pruebas de esfuerzo del sector bancario europeo este verano. Sería conveniente resolver definitivamente esta asimetría informativa cuanto antes. Ayudaría mucho que la valoración e identificación de estos riesgos tuviera algo más de detalle y visibilidad para los analistas e inversores. Una lista de necesidades de capital entidad a entidad por parte del supervisor es algo muy serio y a tener muy en cuenta, pero eran muchos los que esperaban y siguen esperando algo más de detalle. Porque, al fin y a la postre, tanto revuelo y temor como el que se ha formado en el último año por una cantidad como 15.152 millones (que puede, además, reducirse si las entidades aceleran sus salidas a bolsa) parecería algo exagerado, dado que se trata de un importe asumible desde diferentes perspectivas. Por otro lado, habría también que mejorar la información y explicar en qué medida las provisiones y los procesos de integración podrían estar contribuyendo a reducir el impacto de la pérdida esperada o a su asunción progresiva y más amortiguada de lo que en principio hubiera podido esperarse. Los inversores siguen a las puertas y los descuentos que exigirán por participar en el capital de las entidades financieras o por comprar activos deteriorados serán tanto mayores cuanta mayor opacidad persista.

En definitiva, los datos del Banco de España son la declaración más contundente hasta la fecha, pero cierta información adicional ayudaría mucho a que su impacto en el mercado sea el deseado. No olvidemos, que los mercados a veces reaccionan de forma exagerada y en el caso de España éste está pudiendo ser el caso en algunas ocasiones. Por ejemplo, antes de la publicación de los datos de necesidades de capital, la mañana de ayer nos trajo la relativa sorpresa de la rebaja del rating de España por parte de Moody's. Que esta agencia rebajaría la calificación entraba dentro de lo previsible. Sin embargo, su diagnóstico contiene al menos un elemento inesperado y otros dos algo discutibles. En lo que se refiere a lo inesperado, no solo se reduce el rating, sino que se mantiene la perspectiva negativa. En cuanto a los elementos discutibles, el primero de ellos es el momento de la decisión.

Para Moody's, los anuncios que tuviera que hacer el Banco de España en el día de ayer no parecían revestir importancia alguna y su calificación se emitió independientemente de los mismos. En cuanto al segundo elemento discutible, la agencia calificadora achaca a unas elevadas necesidades de recapitalización su rebaja del rating español. En este sentido, esta agencia estimó inicialmente estas necesidades en 17.000 millones de euros y ahora las eleva hasta 50.000 millones de euros, justificando este más que significativo incremento en el endurecimiento de los requerimientos de capital en España. Pero 33.000 millones -obtenido a través de un cálculo agregado, no individualizado y por tanto más abrupto- son algo más que un ligero margen de error o un ajuste, porque las nuevas necesidades de capital que indicó ayer Moody's parecen excesivas para surgir de un cambio en la regulación de solvencia en España. Habría que exigir también más claridad y transparencia a estos informes de las agencias de rating y de otras instituciones privadas.

En todo caso, lo que toca es seguir trabajando por la transparencia y la credibilidad financiera de nuestro país porque la tarea no parece estar finalizada.

Santiago Carbó Valverde. Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada

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