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Columna
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El caos egipcio no es la crisis de Suez

Los comerciantes de petróleo están inquietos por las protestas de Egipto. El lunes, el malestar y la preocupación por los envíos de petróleo en el Canal de Suez contribuyeron a impulsar el crudo Brent por encima de 100 dólares el barril por primera vez en más de dos años. Un caos a gran escala en la nación podría privar al mundo de 3 millones de barriles al día. Sin embargo, el Suez de hoy no es lo que era en la década de 1950 y los suministros mundiales de petróleo son todavía abundantes. Solo una conflagración más amplia en toda la región justificaría el mantenimiento de precios tan altos.

La turbulencia en Egipto invita inevitablemente a compararla con la crisis de Suez de 1956. El bloqueo de envíos por el canal y el sabotaje a los oleoductos cortaron cerca de 10% del suministro de petróleo del mundo -un golpe mayor que cualquier crisis del petróleo posterior-. Pero una repetición es muy poco probable. Egipto solo produce 700.000 barriles al día. Incluso añadiendo los 2 millones de barriles al día que pasan por el canal y los oleoductos del país, el daño potencial máximo es un 3% de los 87 millones de barriles producidos diariamente en el mundo. Y solo un completo caos en Egipto causaría tal alteración extrema.

Lo que realmente preocupa a los comerciantes es que los disturbios de Túnez y Egipto pudiesen alimentar protestas similares en productores de petróleo más grandes como Libia -o incluso Arabia Saudí-. Esto crearía una enorme incertidumbre sobre los suministros de petróleo -aunque incluso los Gobiernos más extremistas siguen felices de beneficiarse de las ventas de petróleo-.

Por un lado, el cártel de la OPEP tiene un poder de bombeo inutilizado de 4,6 millones de barriles diarios, más del triple que en 2008. Por otro, la menor demanda de las naciones ricas se compensará de alguna forma con el uso ascendente en China y otros emergentes. Con todo, el malestar egipcio tendría que agravarse y extenderse para justificar el mantenimiento de precios por encima de los 100 dólares.

C. Swann

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