La batalla perdida de la deuda
Las carteras conservadoras buscan su apuesta en medio de la tormenta soberana.
La rentabilidad media del conjunto de los fondos monetarios en euros registrados a la venta en España finalmente se quedó en un magro 0,16% en 2010, tras haber rondado la posibilidad durante un tiempo de que hubieran cerrado en negativo. Los fondos pertenecientes a la categoría Lipper de deuda a corto plazo denominada en euros, uno de los tradicionales depositarios de los ahorros del conservador inversor español, incluso salieron peor parados, al anotarse una ligera minusvalía media del -0,09%. Por último, los fondos de renta fija de la zona euro (otra categoría de relevancia en el mercado español) también terminaron con una ligerísima caída media del -0,05%.
Con estas credenciales no es de extrañar que depósitos remunerados al 3,4% y 5% (más allá de dudosas políticas comerciales de las entidades financieras) ganaran por goleada la batalla de las ventas entre los ahorradores españoles. Un diferencial como este, de tres y cuatro puntos porcentuales, es demasiado grande como para que los beneficios fiscales de los fondos o su diversificación intrínseca lo puedan compensar. Además, hay que considerar que este mal comportamiento, especialmente en los casos de los fondos de renta fija con vencimientos medios o largos, se ha registrado en un entorno volátil que teóricamente no habría sido tan negativo para la deuda pública en general. Sin embargo, el sesgo de bastantes fondos españoles hacia deuda pública de los países periféricos, la tenencia también de deuda privada de corto plazo y las elevadas comisiones, han terminado pesando demasiado.
En este comienzo de 2011 a los gestores y asesores se le hace más aparente que nunca el dilema de cómo asignar la porción de "no riesgo" de las carteras de inversión. Con unos tipos de interés en mínimos, unos rendimientos en el límite en el caso de la deuda de los países europeos centrales y un escenario económico de crecimiento moderado y potenciales ligeras tensiones inflacionistas, los fondos de deuda tienen incluso menos atractivo. Como si de una validación de esta postura se tratara, los datos publicados recientemente por Lipper FMI sobre ventas de fondos a nivel europeo, correspondientes a noviembre del año pasado, ponían de manifiesto que finalmente parece que los inversores se están comenzando a retirar de los fondos de renta fija para insuflar más dinero en los fondos de Bolsa. Cierto es que una vez que comenzara a aclarase la crisis de la deuda pueden presentarse oportunidades, especialmente en fondos cuyos gestores se posicionen para beneficiarse de un potencial estrechamiento de diferenciales.
En cualquier caso, los depósitos seguirán teniendo un lugar sin duda (al menos a inicios de año) en las carteras de inversión. Todos sabemos que las tasas de interés ofrecidas no son sostenibles para las cuentas de las entidades financieras, luego por un lado es una oportunidad que hay que aprovechar de momento y por otra una amenaza que hace que relevante la selección de los mismos.
Las alternativas a los depósitos para la asignación a "no riesgo" no abundan y en determinados casos, en realidad, si llevan aparejado algún riesgo. Los fondos monetarios en euros con deuda de primera calidad es la opción más obvia pero esta opción condena al inversor, incluso ajustando las comisiones de gestión al máximo, a rentabilidades no más allá del 1%. Otra de las opciones son los fondos de rentabilidad absoluta de bajo riesgo pero esto en la práctica supone que ya no hay garantía de rentabilidades positivas y la selección del gestor adecuado se torna clave. Dentro de este tipo de fondos de retorno absoluto nos encontramos precisamente con aquellos que tratan de cumplir su objetivo de rentabilidad a través de estrategias de renta fija.
Según la clasificación de Lipper, que separa a estos fondos en bajo, medio y alto riesgo (divisa euro) nos encontramos que sus respectivas rentabilidades medias en 2010 fueron del 0,21%, 2,63% y 8,21%. Estos guarismos (y sus propios modelos de comportamiento) parecen tener un sospechoso paralelismo con los fondos de deuda en euros a corto plazo, deuda privada de calidad en euros y deuda high yield en euros respectivamente. De nuevo la habilidad en la selección, resulta clave.
Más allá de los fondos, la compra de bonos corporativos de manera directa, es otra clara opción pero el análisis de los vencimientos (dada la baja liquidez de este activo) y la calidad del emisor y de la emisión son fundamentales. El panorama de la asignación a "no riesgo" se presenta este año por tanto complicada. Las buena noticia es que es en escenarios de pocas alternativas para el bajo riesgo como este donde los activos de riesgo suelen obtener buenos resultados. Un argumento más que da soporte para que los activos de riesgo disfruten de su tercer año consecutivo de ganancias.
Juan Manuel Vicente Casadevall, EAFI. Kessler & Casadevall Asesoramiento Financiero
Cómo repartir el riesgo
La asignación de la parte de riesgo de las carteras de inversión debe estar marcada siempre por una adecuada diversificación.
Si bien los activos de riesgo clásicos, como la renta variable y el crédito, suelen adolecer de una significativa correlación, actualmente existen un destacado número de activos de riesgo alternativos que exhiben propiedades de diversificación.Determinada deuda emergente, sectores, volatilidad, divisas, algunas estrategias concretas y fondos de inversión alternativa o algunos tipos de materias primas son algunas de las opciones que se puede combinar adecuadamente.