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Tribuna
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Gestión proactiva del balance

La situación actual de los mercados financieros dibuja un entorno difícil para la financiación bancaria de las empresas, configurando un escenario de escasez de crédito a largo plazo. Asistiremos a una presión al alza en el coste de financiación de las empresas, debido al aumento de la prima de riesgo de la deuda española, a la tendencia alcista de los tipos de interés y al incremento del coste de financiación de las propias entidades que conlleva las exigencias de capital de mayor calidad que exigirá Basilea III. En 2010, el importe del conjunto de los créditos y préstamos del sistema financiero se habrá reducido un 1,5% en relación a 2009, y para 2011 esperamos que se contraiga un 1% adicional.

En este contexto, el objetivo fundamental de las empresas es la generación interna de caja para asegurar la continuidad de las operaciones. Hasta ahora, se ha puesto el foco en la mejora del Ebitda como medida de crecimiento y aportación de valor al accionista. El actual escenario obliga a los directivos a incorporar la gestión proactiva e integrada del balance como herramienta fundamental para la generación de caja. Dos niveles adicionales de actuación configuran el marco estratégico de gestión: la búsqueda de fuentes de financiación alternativas a la bancaria tradicional con una mejora del rating crediticio, y el desarrollo de capacidades internas que garanticen tácticamente la generación de cash flow.

Una gestión activa e integral del balance se consigue mediante el diagnóstico de las oportunidades de mejora operativas para cada una de las masas patrimoniales, y la simulación de escenarios que la variación combinada de dichas mejoras tiene sobre elementos para la generación de caja y creación de valor para el accionista.

En paralelo a la gestión interna de los recursos será necesario encontrar alternativas de financiación, así como medidas que permitan mejorar la calidad crediticia de las empresas y mejoren sus costes de financiación.

El proceso de desintermediación bancaria ha sido el principal rasgo distintivo en los mercados de financiación en el último año. Las emisiones de deuda del sector corporativo de elevada calidad crediticia (investment grade) han ganado claramente terreno a la financiación vía préstamos sindicados, cuyo volumen se ha reducido respecto a ejercicios anteriores.

Los datos registrados en las grandes empresas deben tener un reflejo paulatino en la financiación de empresas de menor dimensión. Hay que tener en cuenta que las necesidades de las empresas casan con las de los ahorradores, que deberán buscar alternativas de inversión a los depósitos de entidades financieras.

En un entorno de restricción crediticia y de potencial apelación al ahorro minorista como vía de financiación tendrán ventaja las empresas que focalicen sus esfuerzos en mejorar su calidad crediticia, optimizando aquellas magnitudes, patrones y ratios que tradicionalmente son tomados en consideración en la asignación de un rating.

El momento económico y financiero actual exige un planteamiento global por parte de las empresas en la gestión de su balance, que busque maximizar la generación de tesorería operativa y para el accionista. Este cambio de cultura no debe ser considerado algo coyuntural, sino que se configura ya como una nueva tendencia en la gestión empresarial.

Joan Sendra / Arturo Rojas. Socio de Accenture y socio de AFI

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