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Tribuna
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España sostenible

España necesita dirigir sus acciones hacia un crecimiento más sostenible a largo plazo. La definición de un nuevo modelo económico basado en la productividad y la competitividad se hace necesaria para volver a crecer de manera sostenible. Nuestra economía está objetivamente estrangulada y es decisivo activar políticas de consenso que permitan establecer una nueva hoja de ruta. España encierra fortalezas y potencial para crecer, pero solo será posible si se aplica un programa integral de desarrollo sostenido. Los desafíos que afrontamos como país son de una relevancia incuestionable. El informe Una agenda de crecimiento para España, que hemos desarrollado desde la cátedra McKinsey-Fedea, propone hasta sesenta medidas de impacto que podrían llegar a crear hasta 3 millones de nuevos empleos. La solución pasa por una sectorización de las medidas que asegure, por un lado, cambios ajustados a las especificidades de cada sector y, por otro, una concreción mayor de las acciones a lanzar.

España cuenta con grandes grupos de sectores económicos que van a actuar como los ejes de crecimiento a medio plazo: los bienes exportables, el turismo y los servicios. Los dos primeros, denominados los "motores de arranque" y claves para restablecer el equilibrio externo del país, encierran un potencial de 0,6 millones de empleos, pero son decisivos desde el punto de vista de impacto en el resto de la economía; el tercero, el sector servicios (locales y empresariales), con una aportación histórica al empleo inferior al 5% mientras que en Europa escalaba por encima del 15% entre 1995 y 2005, será, si se adoptan las medidas precisas, el auténtico detonante de la demanda laboral con un potencial de 2,5 millones de nuevos puestos de trabajo sostenibles. Sin duda, existen márgenes importantes de actuación en este terreno.

Pero para que esos sectores cojan velocidad, las infraestructuras y la construcción deben posicionarse como facilitadores de su evolución más que como desarrolladores de nueva fuerza laboral. Para ello requerirán de políticas sectoriales específicas. Por ejemplo, en el caso de la energía, España ha sido pionera en la implantación de energía renovable. Debemos celebrarlo y proteger nuestro liderazgo en esta materia, pero sin dejar de corregir algunos desequilibrios. Dado el alto desarrollo ya alcanzado por el sector, así como su elevada productividad con referencia a otros países europeos, su contribución al crecimiento futuro del empleo será necesariamente limitada. Sin embargo su papel -a través de iniciativas como la eficiencia energética o la optimización del mix de generación- será determinante para asegurar que seguimos avanzando en el cumplimiento de los objetivos medioambientales, garantizando al mismo tiempo la seguridad de suministro y la competitividad. En la construcción, por su parte, será fundamental conseguir un salto cualitativo en la eficacia de políticas activas para la recolocación de personas y acelerar la liberación del capital atado al sector para financiar crecimiento en otras áreas.

Existen importantes vetas en nuestros sectores aún por capitalizar, y poner esos motores a pleno rendimiento requerirá de acciones sectoriales valientes a lo largo de las siete palancas clave que definirán el nuevo ciclo económico: apoyar a las empresas en su orientación al exterior; fomentar la creación de empresas de mayor tamaño; avanzar en la flexibilidad del mercado laboral; garantizar la disponibilidad y/o acceso a un adecuado capital humano; facilitar la actividad empresarial mediante la relajación de la regulación; abrir el capital a la iniciativa empresarial y, por último, mejorar la actividad innovadora.

¿Cómo abordar un proyecto de estas dimensiones?, ¿cómo desarrollar y ejecutar una transformación para capturar nuestro potencial en un nuevo marco de crecimiento sostenido? Aunque los ejemplos de otros países pueden servir de inspiración (Singapur, Malasia, Reino Unido, Francia), España debe buscar su forma de movilizar a la iniciativa privada, la Administración pública y la sociedad civil en torno a un modelo de crecimiento. Solo entonces, la iniciativa privada será el principal agente de la transformación y del crecimiento, y el sector público el responsable de allanar el camino hacia el crecimiento sostenible del país. Con un modelo claro y compartido, la sociedad civil será capaz de asumir mejor los cambios que son precisos para lograrlo. En concreto, en el informe abordamos con más detalle los factores clave de éxito para una transformación de este calado: visión, liderazgo y rigor.

Alejandro Beltrán. Socio Director de McKinsey & Company

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