Un examen más difícil todavía para el sistema
La banca española ha perdido el crédito que logró con el test de estrés, pese a sus diferencias con Irlanda.
La euforia en la concesión de créditos al sector inmobiliario está ahora pasando una factura a los bancos españoles que no habrían imaginado ni en la peor de las pesadillas. La exposición al ladrillo de la banca, que generó un desorbitado endeudamiento en empresas y familias, es hoy el talón de Aquiles del sistema financiero y, por extensión, del conjunto de la economía. Aunque siempre salvando las distancias con Irlanda.
Apenas cuatro meses después de la publicación de los test de estrés, que devolvieron la credibilidad al sistema bancario español, los inversores han rescatado con furia el temor a que los riesgos de la banca sean superiores a lo que se conoce y a que, en una economía que aún se esfuerza por salir de la recesión y está amordazada por el desempleo, el sector esconda una bomba de relojería. "El FROB ha aportado unos 11.000 millones de euros. Pero aun en el caso extremo de que tuviera que aportar 35.000 millones de euros más, el importe total supondría alrededor del 4,5% del PIB. Muy lejos del más del 20% que supone hasta ahora el rescate de la banca irlandesa", defiende un ejecutivo bancario.
El sector financiero español tiene evidentes diferencias con el irlandés si bien "el contagio por lo que está sucediendo en Irlanda es más grave que nuestros propios problemas", reconoce Santiago Carbó, catedrático de la Universidad de Granada. La tormenta desatada por Irlanda enturbia más aún el panorama para la banca, más allá del castigo bursátil. La financiación en los mercados de nuevo queda bloqueada, en un momento en que la persistente morosidad y la continua dotación de provisiones para digerir el stock inmobiliario dificultan la generación de beneficios y en que no había terminado de reducirse con claridad la dependencia de la financiación del BCE. De hecho, el sector confía en la extensión de esta barra de liquidez hasta que se despeje la situación del conjunto del sistema bancario europeo. También se complica acudir a la Bolsa para obtener capital, vía en la que confiaban las cajas una vez que su reciente reforma les da vía libre para ello.
El próximo año se presenta complejo para el sector, con nuevo descenso de beneficios, un proceso de reestructuración aún candente en las cajas que los mercados no pierden de vista y un alza de tipos que se demora en el tiempo y que no dará por lo pronto tregua al margen de intereses. Carbó señala que la banca española ha cometido errores como entrar en una despiadada guerra de depósitos aunque no hay que perder de vista que "el valor de nuestra banca es indudablemente mayor que la cuantía de los problemas que soporta".
Riesgo inmobiliario de 180.000 millones
La exposición de la banca al sector inmobiliario es el origen y epicentro de la actual crisis. La burbuja del ladrillo pinchó casi de forma simultánea a la quiebra de Lehman Brothers, hace ya más de dos años, y ha dejado una pesada losa sobre el sector financiero que el Banco de España cifra en 180.000 millones de euros.Es el volumen de activos inmobiliarios denominados "potencialmente problemáticos". Es decir, no solo los créditos al sector que ya se han declarado como dudosos por su retraso en el pago, sino los que ya se prevé que puedan serlo -a los que se ha dedicado la denominada provisión subestándar-, los créditos fallidos y los inmuebles adjudicados, procedentes de embargos. El impago de estos créditos, en especial a promotores, ha convertido a la banca en agente inmobiliario, con una cartera de inmuebles que se cifra en alrededor de cien mil y que resulta de las promociones que se adquirieron primero como anticipo a la insolvencia de los deudores y de los inmuebles que se han asumido después con los embargos. De hecho, el proceso de ajuste del sector inmobiliario está en gran medida en manos de la banca, de la que depende por un lado la concesión de hipotecas y, de forma simultánea, la fijación de precios de venta de su cartera de viviendas.Con el objetivo de no prolongar demasiado la permanencia de estos inmuebles en el balance de los bancos y de forzar su salida al mercado, el Banco de España anunció en mayo un aumento en las coberturas de esos activos. Así, en una disposición que ya se ha reflejado en las cuentas del tercer trimestre, la banca debe provisionar por el 20% los inmuebles que lleven en balance más de un año y cuando el periodo supere los dos años, esa cobertura deberá ampliarse al 30%.Esta medida, junto con un calendario de provisiones por morosidad más acelerado, ha sido también la respuesta del Banco de España a una de las principales inquietudes del mercado: la verdadera magnitud de la exposición de la banca española al sector inmobiliario, que incluso hace desconfiar en ocasiones de los ratios oficiales de morosidad. Así, si a la mora contable se añade la pérdida por deterioro de los inmuebles adjudicados, la morosidad de los bancos sube del 5,32% al 7,44% y del 5,51% al 10,23% en las cajas, según cálculos de AFI a junio.
La complicada emancipación de las inyecciones de liquidez del BCE
La quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008 supuso un antes y un después para la financiación de la banca española, que aún no se ha recuperado del golpe. Aun al contrario, ha ido encontrando obstáculos adicionales que alcanzaron su punto álgido con el estallido de la crisis griega, cuando el mercado interbancario estigmatizó a las entidades financieras con etiqueta española. El sector había encontrado refugio primero en las emisiones con aval del Estado -verdadero balón de oxígeno sobre todo para las cajas de ahorro en los momentos iniciales de la crisis-, luego en las líneas de liquidez del Banco Central Europeo -de las que ha llegado a depender de forma exagerada- y en los últimos meses, en las plataformas alternativas de financiación, como LCH.Clearnet, que garantizan la contrapartida para que los bancos se presten dinero entre sí. Todo ello sin olvidar la impagable contribución de la captación de depósitos como fórmula con la que garantizar la liquidez del sistema.En un momento en que la banca española estaba empezado a rebajar su dependencia de la financiación del BCE, el rescate de Irlanda ha vuelto a poner al sector en el disparadero a cuenta de sus riesgos inmobiliarios y a complicar su acceso a la financiación del mercado. AFI calcula que bancos y cajas afrontan vencimientos de deuda en 2011 de casi 100.000 millones de euros y en 2012, a los 110.000 millones. Los compromisos del próximo año junto a las amortizaciones y la prevista reducción de la apelación al BCE resultarán en una necesidad de liquidez de 141.000 millones de euros, explica AFI, compensada en parte por la captación de depósitos, las inyecciones del FROB y la deuda avalada. Pero, en cualquier caso y a la vista del reciente rumbo del mercado y del agotamiento en la guerra de depósitos, el BCE apunta a convertirse de nuevo en tabla de salvación.
Aprobado en solvencia y carrera hacia Basilea III
Ha sido permanente caballo de batalla desde que comenzó la crisis y solo la publicación de los test de estrés en junio liberó a la banca de la implacable presión del mercado, aunque fuera de forma pasajera.Las pruebas de resistencia a la banca española, mucho más exhaustivas que las del resto de Europa, revelaron necesidades de capital de solo cinco entidades. El FROB ha inyectado ayudas por cerca de 10.500 millones de euros, que deberá ser devueltas en 2015, un momento en el que el sector ya deberá tener muy avanzada su adaptación a las exigencias de capital de Basilea III, que deberán cumplirse de pleno en 2019. El mercado exigirá un cumplimiento muy previo a esa fecha, a lo que deberá contribuir una generación de beneficios que no se prevé holgada a medio plazo. De hecho, bancos como BBVA o Popular han recurrido recientemente a ampliaciones de capital y otras como Santander han encontrado en el pago de dividendo en acciones alivio para sus recursos propios y compromisos de solvencia.
Créditos congelados que no repuntarán hasta 2012
Las dificultades por las que atraviesa la banca española tienen claros damnificados, un tejido productivo y unas economías familiares hacia las que no fluye el crédito. Después de los años del boom y de la alegre concesión de financiación, la banca volvió a toda prisa a la más pura ortodoxia en la gestión de sus riesgos y, a día de hoy, sigue sin aflojar la mano. La búsqueda de financiación y el fortalecimiento de los ratios de capital son los objetivos prioritarios, pero sin que todavía se haya puesto de nuevo en marcha el engranaje del crédito. Solo los créditos a la administración han aumentado con holgura, frente a la restricción en los créditos a empresas y familias.Según datos del Banco de España, la financiación a empresas y hogares cayó el 0,1% interanual en septiembre, con lo que se cumple ya un año de descensos mensuales ininterrumpidos. El ritmo de caída se ha suavizado frente a caídas como la del 1,6% de abril. Pero las tasas de crecimiento se fían para más largo. A 2012 con un alza del 1,3% para la inversión crediticia, según AFI.
Morosidad implacable y provisiones en aumento
El momento en que la morosidad del sistema financiero alcanzaría su punto álgido se ha ido retrasando en el tiempo a medida que quedaba confirmado el lento proceso de salida de la actual crisis. Si en 2009 los ejecutivos bancarios confiaban en que pico de porcentaje de impagos se alcanzaría en 2010, este año han aplazado ese máximo a los próximos meses, pese a que el ritmo de entrada de créditos en mora se ha suavizado significativamente.Según los datos más recientes del Banco de España, la morosidad de los créditos concedidos por las entidades financieras a particulares y empresas se situó en septiembre en el 5,49%, con lo que cerró el tercer descenso mensual en lo que va de año, si bien se mantiene en máximos de marzo de 1996. El sector, que prevé nuevos avances de esa ratio, no prevé sin embargo que se alcancen los niveles de la crisis económica de los años 90, cuando llegó al 9%. Y observa con alivio que cada trimestre las entradas de créditos en mora son inferiores, aunque las débiles perspectivas económicas y la elevada tasa de desempleo, en el 20% de la población activa, alimentan la continuidad de los impagos en los próximos meses.El sector más sensible es el crédito a promotores, donde la tasa de mosoridad se ha disparado del 6,1% de 2008 al 11,2% del primer semestre del año, por delante del 9,9% de dudosos en el crédito a la construcción y del 2,6% en los créditos hipotecarios, prueba del esfuerzo de los clientes por afrontar su deuda con tal de evitar la pérdida de su casa.El avance de la morosidad ha obligado al conjunto del sector a realizar importantes provisiones, a las que se han sumado las necesarias para cubrir los riesgos de sus activos inmobiliarios en balance. La banca española ha contado con el valioso colchón de la provisión genérica creada en los años de bonanza económica y que ha servido para ir amortiguando el avance de los impagos, aunque en algunas entidades ha menguado notablemente y amenaza con consumirse. Así, la provisión genérica ha descendido desde los cerca de 30.000 millones de cierre de 2007, previos al estallido de la crisis, hasta los 20.180 millones de junio de este año. En paralelo, la provisión específica, que va cubriendo las nuevas entradas en mora, ha aumentado vertiginosamente desde los 5.500 millones de diciembre de 2007 hasta los casi 35.000 millones de euros del cierre del primer semestre de este año.La nueva circular en materia de provisiones anunciada en mayo por el Banco de España tuvo el objetivo de sacar a la luz las debilidades del sistema y acelerar su saneamiento. Así, los bancos deben ahora provisionar al cien por cien un crédito que entra en mora a partir del primer año, frente al calendario anterior que establecía un plazo de entre 24 y 72 meses.
Guerra de depósitos a costa del margen de negocio
La alocada carrera por captar depósitos fue primero una necesidad acuciante ante la falta de liquidez y luego se convirtió también en la forma de robar cuota de mercado a los rivales más débiles. El resultado ha sido una competencia desquiciante e insostenible en palabras del propio sector, pero a la que las entidades se resisten a renunciar. Incluso pese al deterioro que está suponiendo para el margen de intereses, en un momento de persistentes bajos tipos de interés.El consejero delegado de BBVA, Ángel Cano, cifraba recientemente en 7.000 millones de euros el coste para el sector de la guerra de depósitos, a la que los bancos se han lanzado con más ímpetu que las cajas, tradicionalmente las entidades más volcadas en este tipo de ahorro conservador.Los nuevos depósitos se conceden a un interés del 2,63%, según datos de septiembre, frente al 1,42% del euríbor a un año ese mes. Analistas Financieros Internacionales (AFI) calcula un encarecimiento del coste de los depósitos de 80 puntos básicos para las cajas y de 100 puntos para los bancos. En consecuencia, en un momento de escasa concesión de créditos, el margen de intereses del sector de las cajas sufrirá un descenso este año del 17,3% y del 10% el próximo, frente al avance del 10,9% de 2009. Se trata de descensos más acusados que los que se prevén para el conjunto del sistema este año, del 12,6%.