La ética en los negocios, mejor voluntaria
El debate sobre la conveniencia de regular esta práctica se reaviva con la ley que tramita Extremadura
Extremadura ha despertado el debate latente sobre si la responsabilidad social corporativa (RSC) debe seguir siendo una iniciativa empresarial voluntaria o si debe regularse. Este Gobierno regional sigue adelante con la tramitación parlamentaria de la que sería la primera ley autonómica en España que define y regula la RSC.
En concreto, la norma extremeña prevé una especie de sello de calidad que defina las normas de juego de la RSC y los criterios para su cumplimiento. Se ha ideado como un incentivo para apuntalar en las empresas la idea de que apostar por el respeto de valores sociales y medioambientales crea valor añadido y, por tanto, más negocio. Pero también ha abierto de nuevo la caja de Pandora sobre el caos que reina en la definición de la RSC, en su uso y, sobre todo, en la fijación de unas reglas de juego claras.
La RSC está apostando gran parte de su credibilidad a las memorias de sostenibilidad que se publican cada año. En ellas, las grandes compañías reflejan sus políticas y avances en materia social y medioambiental. El problema es verificar que lo que en ellas se plasma es cierto. Y en plena crisis económica, la transparencia se antoja un elemento clave para ganarse la confianza del consumidor. De ahí que muchas voces reclamen criterios estándares y universales de verificación, incluso la creación de una norma legislativa sobre la transparencia en los contenidos de estos informes.
"En Europa, las empresas nos enfrentamos a diferentes legislaciones sobre reporting: la danesa, la inglesa, la francesa y la española. En España esto se está agravando con iniciativas como la ley de Extremadura. Sería deseable que los informes respondieran a parámetros globales", explica Alberto Andreu Pinillos, director de reputación y responsabilidad corporativas de Telefónica.
Otras voces exigen que, más allá de una posible norma sobre transparencia, hoy inexistente, se acote por ley la propia RSC, como propone Extremadura. El argumento es la globalización y la externalización de la actividad de las empresas multinacionales a países terceros, con leyes laborales y medioambientales más laxas. "Más allá de ser un valor añadido, la RSC es la constatación de un déficit regulatorio de la gestión empresarial global, que funciona a base de deslocalizaciones y de la internacionalización del mercado de trabajo", explica Orencio Vázquez, coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa.
Para este organismo, los códigos de conducta que autorregulan la actividad de las empresas a escala global no son suficientes. "No es cierto que el propio mercado discrimina las empresas transparentes de las que no lo son", añade Vázquez. La compañía BP, por ejemplo, disponía de una sólida política de RSC antes del accidente de su plataforma petrolífera en el golfo de México.
Sin embargo, la creación de un gobierno corporativo global que acote la actividad de las empresas no parece tener visos de avanzar. La iniciativa que más se acerca a esta idea es el Global Compact (Pacto Mundial) de las Naciones Unidas, que reúne un total de diez principios voluntarios basados en el respeto de derechos humanos y laborales y que han suscrito muchas grandes empresas. "La construcción de la legislación internacional es una tarea tremendamente compleja", asegura Andreu. Lo mismo opinan en el BBVA. Para la entidad financiera, "la RSC reúne compromisos voluntarios más allá de lo fijado por la ley, no solo en España, sino globalmente", apunta Antoni Ballabriga, director de responsabilidad corporativa del banco.
Así, las compañías están optando por la elaboración de informes locales en aquellos países en los que operan fuera de España, donde se fijan "una serie de estándares homogéneos para todas las compañías en sus diferentes mercados", explican desde Telefónica.
Desde la cementera Cemex, que opera en más de 50 países y en 2009 obtuvo el 8% de sus beneficios fuera de España, "la creación de una regulación internacional sería deseable, pero no parece factible", reconoce María García Villán, responsable de RSC de la compañía.
Pero ahora, la crisis económica está poniendo las cosas en su sitio, también desde el punto de vista de la reputación empresarial. "Las ineficiencias están saliendo a la luz y parece que, yendo más allá de la legislación, nos va mejor; así que la RSC es una herramienta para salir de la crisis", añade García Villán.
PETROLERAS: Más allá de la extracción de crudo
La política de RSC de uno de los sectores más expuestos a la opinión pública, cada vez más atenta a los riesgos de la extracción de crudo, está apostando por aliarse con las promesas verdes de la energía, como el coche eléctrico. Es el caso de Repsol, que se ha asociado con el Gobierno vasco para la creación de una empresa dedicada a la construcción y explotación de puntos de recarga de vehículos eléctricos en el País Vasco. Ibil, como se llama la nueva compañía, desarrollará una red de infraestructura de recarga de coches eléctricos y comercializará los servicios asociados, como la electricidad. La compañía aspira a erigirse en líder en número de puntos de recarga y en un referente tecnológico asociado a este nuevo negocio.
BANCA: Reducir el impacto de la actividad
Resulta difícil hacerse una idea del impacto que puede tener la actividad bancaria en un territorio. Uno de los más evidentes es la serie de efectos sociales que desencadena un banco. En este sentido, BBVA ha puesto en marcha una iniciativa que quiere promover la innovación social en cada una de las áreas de negocio de los países en los que opera. El objetivo es que el equipo directivo tenga en cuenta el impacto de los productos que ofrece. España, Portugal, Perú, México, Venezuela, Chile, Colombia y Argentina ya han celebrado este tipo de jornadas, en las que han participado unas 30 personas por encuentro. Los talleres están dirigidos en cada país por los responsables de las principales escuelas de negocios.
INDUSTRIA: Dar la vuelta al negocio y que sea más limpio
¿Qué hacer con el cemento y hormigón una vez utilizados? La cementera Cemex lo recicla. Este año, la Comunidad de Madrid utilizó por primera vez hormigón reciclado. Fue durante la primera edición del concurso universitario Solar Decathlon, que reunió la primavera pasada las ideas de 19 equipos para levantar casas solo alimentadas con energía de origen renovable. Los viales de acceso al espacio de la competición se rellenaron de hormigón reciclado cedido por Cemex, una mezcla de árido reciclado y fibras de polipropileno. La fabricación del hormigón en cuestión es una de las estrategias sostenibles de la compañía para reducir el consumo energético que demanda la fabricación de este producto y la emisión de gases contaminantes.
RED ELæpermil;CTRICA: Compromiso con el empleo por dentro
Las empresas que más ingresos invierten en políticas de responsabilidad social suelen ser aquellas de reputación social más expuesta por el contenido de su actividad. ¿En qué consiste entonces la RSC de aquellas compañías que aparentemente tienen impactos negativos? Es el caso de Red Eléctrica de España, cuya misión es suministrar energía eléctrica a los hogares españoles. Pese a la inexistencia de consecuencias negativas de esta actividad, la compañía desarrolla políticas internas orientadas a la promoción del empleo, como la realización de escuelas de operación y mantenimiento, integración de personas con discapacidad, la creación de un grupo de voluntariado corporativo y la promoción de políticas de conciliación.