_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El estallido de las divisiones en el BCE

Axel Weber -miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo- nunca había sido tan duro en su posición de que el BCE se embarcó en una política monetaria excesivamente débil para superar la crisis de deuda soberana. Su resistencia fue muy conocida, pero silenciada en la opinión pública. Ahora el presidente del Bundesbank se desmarca de la cúpula y se convierte en líder de la oposición.

En una conferencia en Nueva York, Weber reclamó que se ponga fin, de forma inmediata, al programa de compra de bonos del BCE -que votó en contra en mayo pasado- y se busque una salida rápida a las medidas de liquidez de emergencia que el BCE puso en marcha para mantener a flote a los bancos de la zona euro.

Esto se contradice con la política que el presidente, Jean-Claude Trichet, aún defendía la semana pasada. El arrebato de Weber envía un mensaje confuso a los mercados y la posibilidad de que se eleven los riesgos sobre una tendencia alcista del euro, que puede obstaculizar la frágil recuperación de Europa.

En esencia, Weber no hizo más que reiterar, con más vigor que de costumbre, la tradicional línea dura alemana: la inflación es el principal enemigo y los bancos centrales no deben cargar sobre sus hombros con la política económica. Algunos consideran su discurso como una señal de una mayor transparencia en el BCE -un área que la entidad puede mejorar-, pero en el corto plazo, le complicará las cosas a Trichet.

No es ningún misterio que el Banco Central Europeo se debate entre el deseo de terminar sus medidas de emergencia y la necesidad de mantener la recuperación con vida. La caída del dólar ha aumentado la presión sobre el euro, que tras haber bajado un 14% frente a la moneda estadounidense en el primer semestre del año ha vuelto casi a su nivel de enero.

Una visión más maquiavélica es que el discurso de Weber servirá de contrapeso para los defensores de una política monetaria más laxa e incluso ayuda a Trichet a valorar un camino intermedio. Después de todo, el BCE ha mantenido los tipos de interés en torno al 1%, por encima de la Reserva Federal de Estados Unidos o del Banco de Inglaterra. Pero como Weber es uno de los favoritos para reemplazar a Trichet al final del próximo año, sus palabras tienen peso. Si persiste en ello, el euro no se debilitará en el corto plazo.

Pierre Briançon

Archivado En

_
_