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¿A qué esperan para bajarse el sueldo?

Ni el presidente de la Comisión Europea, ni el del Parlamento Europeo, ni el del Banco Central Europeo. Ninguno de estos provectos varones parece sentirse concernido por la ola de austeridad que, alentada por ellos mismos, recorre el Viejo Continente.

Presidentes de Gobierno, ministros y hasta las Casas Reales de muchos países europeos han anunciado la decisión de congelar o recortar sus propias remuneraciones como consecuencia de la crisis. Pero en Bruselas, Estrasburgo o Fráncfort, ningún dirigente europeo se muestra dispuesto a sufrir en su nómina la moderación salarial que con tanto ahínco recomiendan.

La Comisión de José Manuel Barroso atribuye su falta de solidaridad a una normativa salarial controlada por los 27 países de la Unión (que el año que viene podría suponer un recorte en el 0,4% de los salarios de los funcionarios, lo cual, indirectamente, le supondrá a Barroso una merma de 98 euros mensuales). Pero en otras ocasiones, el organismo comunitario ha demostrado gran imaginación para sortear la letra pequeña de la ley e imponer arbitrariedades tan descomunales como un reglamento secreto (el que prohíbe los líquidos en la cabina de los aviones).

Ahora, seguro que no le costaría nada al servicio jurídico de Barroso encontrar la fórmula adecuada para que el presidente de la CE y sus 26 comisarios ofrezcan al pueblo europeo un simbólico rasguño a sus 20.000 y pico euros mensuales. Otro tanto podrían hacer los miembros del Comité Ejecutivo del BCE (1,7 millones de euros al año entre Jean-Claude Trichet y los cinco miembros restantes) o los 736 europarlamentarios (a 7.800 euros mensuales, cada uno).

El gesto no supondria un ahorro decisivo para las haciendas públicas europeas, ni siquiera si se aplicase a todos los funcionarios, entre otras cosas, porque la factura de los costes administrativos de la Unión es bastante ridícula (sólo el 6% de un presupuesto de poco más de 120.000 millones de euros).

Pero quitaría un argumento a los euroescépticos que aúllan a diario contra el supuesto despilfarro de las capitales comunitarias. Y a los contribuyentes de a pie les permitiría comprobar, quizá con satisfacción, que la crisis a veces también golpea, aunque sea ligeramente, el trasero de los más protegidos.

Foto: Bodies in Urban Space, espectáculo de Willi Doner en las calles de Bruselas (B. dM., 18-9-2010).

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